Darío Romero, quien lleva adelante la iniciativa en el parador La Hoya, aseguró que unas 50 personas van a comer tres veces por semana.
En tiempos de crisis como el que nos atraviesa las buenas acciones hacen la diferencia. Así lo entendió Darío Romero, quien junto a su familia está llevando adelante una olla popular tres veces por semana, para los que más lo necesitan.
Esta iniciativa se da en el parador La Hoya, y según contó “esta es la octava vez que la hacemos. Se hace tres veces por semanas. Comenzamos hace un mes. Al principio vinieron dos o tres familias y pensamos que eso era lo único que iba a haber, pero en la segunda o tercera jornada se fueron sumando y ahora tenemos alrededor de 50 personas. También muchos van a colaborar”.
Al respecto explicó que “me cansé de escuchar críticas y peleas entre vecinos, que yo soy K, yo soy libertario, yo soy de izquierda… mi viejo me enseñó que hay que accionar. Hay que ayudar a la gente porque es la única manera para salir adelante. Peleándonos no vamos a llegar a ningún lado. Por eso comencé con la hoya popular”.
Para su sorpresa “me encontré mucha gente que viene a ayudar de onda. Incluso jubilados. Se acercan a tomar un mate, a compartir. No hacemos caridad. No les damos lo que nos sobra. Es un buen momento compartido”.
De todas formas reconoció que “todas las asociaciones políticas y partidos son bienvenidas siempre. Se les abre las puertas para que colaboren y ser parte. A veces tener un partido es sumar enemigos y yo creo que nos tenemos que unificar y ayudar a la gente”.
Recordando el inicio de todo afirmó que “la iniciativa surgió después de pasar cuatro días en Monte Hermoso donde la pasamos bomba. Nos costó un montón juntar esa plata. Con esa energía renovada se nos ocurrió con mi señora de hacer una especie de comedor. Vienen muchas mamás con sus hijos, jubilados… las personas más vulnerables”.
Sobre lo que le sirven a los comensales sostuvo que “la primera comida fue un guiso gigante, pero ahora le sumamos un segundo disco. Nuestra idea es no hacer solo guiso, pero cuando lo único que queda es lenteja, arroz y verduras, ese es el menú. Por suerte hasta ahora no repetimos comidas. Hubo pollo al disco, polenta con tuco, wok de verduras… va variando”.
En detalle contó que “somos un equipo de trabajo, alrededor de diez personas, que vamos lunes, miércoles y viernes. El cocinero es uno solo, que la tiene re clara porque trabajó en un comedor de Buenos Aires. La mayoría de la gente colabora con alimentos y entre todos se ayudan para poder armar las comidas”.
A eso le agregó que “hicimos un salón donde entran unas 30 personas. Era con fines turísticos para la temporada, así que nos sirve para los días feos, pero si está lindo se come afuera”.
Por último subrayó que “a partir de las 18 ya estoy en el parador, así que si se quieren acercar los voy a recibir. La comida se sirve de noche, ya que al grupo de trabajo que tenemos le queda mejor el horario”.