En toda tiranía se manipula la percepción de la realidad para mantener el control sobre la población. En un régimen tiránico, la verdad se convierte en una entidad esquiva y maleable, moldeada según los intereses del poder establecido.
En primer lugar, se encuentra lo que se dice abiertamente, la narrativa oficial del estado. Esta narrativa suele estar cuidadosamente diseñada para justificar las acciones del régimen y mantener su legitimidad. Sin embargo, esta versión de la realidad es distorsionada, omitiendo información crucial o tergiversando los hechos para favorecer al gobierno.
En segundo lugar, existe lo que no se dice pero que debe ser sobrentendido. Aquí es donde radica una de las formas más insidiosas de manipulación. El régimen establece ciertos límites a la libertad de expresión y controla la información que llega a la población, creando un clima de autocensura y miedo a represalias por cuestionar la narrativa oficial. Esto genera una atmósfera de desconfianza y paranoia, donde la gente aprende a leer entre líneas y a temer las consecuencias de desafiar al poder establecido.
Finalmente, están las cosas que el estado dice pero que nadie se va a creer y que ellos saben que será así. Esta es una manifestación de la hipocresía inherente a la tiranía. El régimen puede emitir declaraciones que son tan descaradamente falsas o contradictorias que incluso sus propios partidarios las cuestionan en privado. Sin embargo, el propósito de estas declaraciones no es tanto persuadir a la población de su veracidad, sino más bien demostrar el poder del estado para imponer su propia versión de la realidad, sin importar lo absurda que pueda parecer.
En el corazón de cada tiranía se encuentra el miedo. El miedo es el instrumento principal utilizado por el régimen para mantener el control sobre la población. Se utiliza el miedo a la represión, el miedo a la pérdida de privilegios, el miedo a la marginación social o incluso el miedo a lo desconocido para mantener a la gente en línea y evitar cualquier forma de resistencia o disidencia.
En una tiranía la realidad se convierte en una herramienta de manipulación y control, donde la verdad es eclipsada por la propaganda y el miedo es utilizado como arma para sofocar cualquier intento de oposición…Argentina, ¿va en ese camino?
Luis Gotte
La pequeña trinchera