“Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale y debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía” – Mariano Moreno
La Revolución de Mayo
Finalmente llegamos a los sucesos de la semana de Mayo, estos días representan una parte en el proceso revolucionario. así como las marchas y contramarchas que son propias del contexto en el cual deberán ubicarse de acuerdo a sus principios. Las dudas y vacilaciones, incluso sus contradicciones son propias de los procesos Históricos, lo hemos visto en todas las revoluciones. En nuestros patriotas los cambios pudieron observarse casi mes a mes a medida que llegaban las noticias; pero todo lo señalado en las actitudes de los personajes y en las interpretaciones de su tiempo y en las contemporáneas, enriquece y estimula la Ciencia Histórica para la reconstrucción correcta del pasado y para la búsqueda de la verdad.
La crisis de legitimidad del poder español en América , ya debilitado, tuvo su manifestación . más aguda al conocerse en 1810 la disolución de la Junta Central de Cádiz. Oportunidad que los criollos no dejaron de aprovechar, primero para destituir a los funcionarios peninsulares y posteriormente para declarar la independencia. ¿Quiénes son o qué grupo representan los que invocan la “reversión de la soberanía? Sin duda “la parte principal y más sana del vecindario”, calificación utilizada por el Cabildo de Buenos Aires para convocar a los diputados de las provincias, que correspondía a funcionarios, empleados y comerciantes jefes de familia, para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente”.
El ambiente revolucionario en Buenos Aires era dirigido por un grupo de patriotas, entre los que se contaban Manuel Belgrano, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Juan José Castelli, que contaban con amplio apoyo militar de Saavedra, Martín Rodríguez y otros. Después de un intenso cambio de ideas se decidió plantear la caducidad de la autoridad del Virrey, adoptar las medidas pertinentes y convocar a Cabildo Abierto. A este efecto se repartieron 450 esquelas, mientras se ponía de manifiesto la adhesión para concurrir a los cuarteles para prestar servicio.
El Cabildo Abierto del 22 de mayo se prolongó hasta avanzada hora de la noche y en éste se manifestaron distintas posiciones: la del partido metropolitano, que sostenía el gobierno del Virrey, pero asociado a los principales miembros de la Audiencia y el obispo Lué eran sus principales sostenedores; el partido patriota, pedía la cesación del Virrey y la formación de un gobierno propio. Dentro de él se notaban dos tendencias aunque ambas reconocían la soberanía del pueblo. Una, delegaba en el Cabildo la organización de un nuevo gobierno; la otra consideraba que el pueblo mismo convocado por el Cabildo debía proceder a la elección de gobierno. La primera era sostenida entre otros por Saavedra, la segunda era propiciada por Castelli.
Después de haberse realizado un debate entre peninsulares y criollos, se procedió a la votación de la cuestión que había provocado la reunión del Cabildo Abierto, es decir si debía cesar la autoridad del virrey y quién debía reemplazarlo, debido a la hora se determinó que el día 23 se volvería a sesionar pero el Cabildo la suspendió y decidió hacer el escrutinio de los votos. Verificado éste resultó por pluralidad de votos la cesación del Virrey, y la asunción provisoria en el Cabildo hasta la creación de una Junta en el modo que lo estimara el Cabildo, pero con la salvedad de que es el pueblo el que confiere la autoridad o mando.
El Cabildo se reunió en la mañana del 24 y decidió que a pesar del resultado de la votación, el Virrey no fuera separado en forma absoluta del mando y formó una Junta de la que sería presidente, designando como vocales a Juan Nepomuceno Solá (cura rector de la parroquia de Montserrat, nacido en Buenos Aires); José Santos Incháurregui (comerciante español) ambos del partido del Cabildo o moderados; Cornelio Saavedra (jefe de los patricios) y Juan José Castelli(abogado) ambos criollos y revolucionarios. Cisneros conservaba además la comandancia de armas, grave amenaza ésta para los patriotas.
El Cabildo atribuyéndose facultades que no le correspondían como corporación municipal, el mismo día 24, dictó un reglamento en el que se establecía que la Junta era responsable ante el Cabildo, cuerpo que podía reasumir el mando y que designaría en el caso de ausencia, enfermedad o muerte a los miembros de la Junta.
La Junta debía contar con el consentimiento del Cabildo para imponer contribuciones y el poder judicial sería desempeñado por la Audiencia.
Saavedra y Castelli aceptaron de buena fe lo dispuesto por el Cabildo. Los jefes militares dieron también su consentimiento, tal vez con el deseo de evitar violencias y la Junta prestó Juramento de fidelidad al Rey ese mismo día, pero cuando se conoció la integración del nuevo gobierno, el descontento fue muy manifiesto y los vecinos se dirigieron a la Plaza Mayor en protesta por la actitud del Cabildo.
Un grupo de patriotas encomendó a Castelli la misión de pedir a Saavedra la renuncia y juntos entrevistaron al Virrey que acató la exigencia y dimitió
Los revolucionarios reunidos en lo de Rodriguez Peña redactaron una representación escrita dirigida al Cabildo, donde le comunicaban que cómo se había excedido en sus funciones, el pueblo reasumía su soberanía, por lo que establecía los nombres de los integrantes de la nueva Junta, presidida por Saavedra, surgiendo así el primer gobierno patrio.
El día 25 el Cabildo cediendo ante la presión popular y la falta de apoyo de los jefes militares, pidió a Cisneros su renuncia , la cual formuló y aceptó la petición que exigía la formación de una nueva Junta con los miembros propuestos en ésta y el envío de una expedición al interior para garantizar el orden ante posibles disturbios.
La Junta quedó integrada por : presidente y comandante de armas Cornelio Saavedra; secretarios: Mariano Moreno y Juan José Paso; vocales canónigo Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, doctor Manuel Belgrano, doctor Juan José Castelli, Juan Larrea y Domingo Matheu, éstos dos españoles adictos a la causa. Ese mismo día prestó juramento de desempeñar lealmente su cargo y mantener la integridad del territorio al rey Fernando VII y a sus legítimos sucesores.
El mismo día 25 el Cabildo promulgó un reglamento similar al del día 24, pero que otorgaba a la Junta la facultad para designar a sus miembros.
El primer decreto de la Junta del día 26, fue para establecer el nombre del antiguo virreinato que sería el de Provincias del Río de la Plata.
El día 27 se envía una circular a las provincias para comunicarles los sucesos de Buenos Aires, a la vez que les pedía él reconocimiento del nuevo gobierno y les encargaba que a la mayor brevedad los cabildos respectivos convocasen “a la parte principal y más sana del vecindario a fin de elegir diputados que formasen un congreso” a reunirse en Buenos Aires para establecer la forma de gobierno.
Los documentos planteaban así una profunda diferencia en cuanto a la misión de los diputados, pues mientras en el Reglamento se establecía que debían integrar un cuerpo separado de la Junta, por la circular pasaban a formar parte de la Junta misma pasando a estar integrada por 22 miembros de ahí su denominación como Junta Grande , la cual quedó integrada el 18 de diciembre de 1810, dando lugar a una verdadera revolución; fue el primer amago de federalismo , que se acentuó con el decreto sobre creación de juntas provinciales.
La revolución iniciada en Buenos Aires fue aceptada parcialmente por el interior, pero se formaron focos de resistencia realista en Córdoba, el Alto Perú, Montevideo y Paraguay, que reconocieron al Consejo de Regencia trasladado a la isla de León, ante la caída total de España bajo el dominio napoleónico.
La otra cuestión es hacia el interior de la Junta y las tendencias en pugna acerca de la ruptura definitiva con España, o avanzar en la declaración de la independencia, esta disputa entre Saavedra y Moreno quedó reflejada con la renuncia de este al no ser aceptada su propuesta para la convocatoria a un congreso que definiese la forma de gobierno, la revolución comienza a devorarse sus propios hijos.
En cuanto a la obra de la Primera Junta varias fueron las medidas dictada; en lo administrativo se mantuvieron las instituciones del régimen hispánico pero se procedió a remover a los miembros de la Audiencia y del Cabildo, los cargos públicos eran conferidos a los americanos y no a los españoles, mejoró la condición de los indios, concediéndoles el derecho a sufragar a los del Alto Perú; en cuanto a la política emitió la circular del 27 de mayo y del 28 acerca de reglamentar el funcionamiento de la Junta y dictó el Decreto de supresión de honores el 6 de diciembre; en cuanto a lo económico dictó un nuevo reglamento de comercio de carácter liberal, abrió los puertos de Maldonado y Ensenada y promovió la inmigración; en cuanto a lo cultural se propició la libertad de imprenta y en ese contexto se creó La Gaceta, se procedió a la apertura de nuevas escuelas y se instaló la Biblioteca Pública; en cuanto a lo religioso se sostuvo el derecho a ejercer el patronato y en cuanto a lo militar se creó la escuela de Matemática para adiestrar a los oficiales y les confirió instrucción militar, asimismo se ordenaron expediciones al Norte y al Alto Perú, al Paraguay y a la Banda Oriental.
De ahora en más la revolución tendrá como objetivo consolidar la nación y construir el Estado, tarea compleja que se dará en el marco de la restauración monárquica en España y el retroceso de los movimientos emancipadores en Hispanoamérica; vienen tiempos de guerra considerando a ésta como “ la prosecución de la política por otros medios….”, Klausevich.
José Alberto Auzmendi