Aprieto y aprieto el F5, quiero saber si murió Chomsky. Dicen que sí, en los medios se replica. Esto de apretar F5 plantea una realidad: lo único inmutable es tener que estar constantemente en estado de actualización: series, música, noticias, tecnología, trabajo. Uno ya no estudia, no se forma, se actualiza. Alguien te aprieta el F5 en alguna parte y listo, actualizado. Saber es estar actualizado. La terminología impacta en las cosas, que no suben, se actualizan. “Bien que viniste a echar hoy, mañana actualizan”, me dice el de la YPF, y como un boludo me alegro. Es una semántica que borra a las personas y a las decisiones, algo automático, un fenómeno externo, natural, que nos excede, como una ola de frío. En este momento algo se está actualizando, nos amontonamos para actualizarnos. Sigo sin saber lo de Chomsky, dicen que murió pero parece que no. Me imagino una realidad en donde las noticias falsas son las generadoras de ella. Entonces, noticia de que muere Noam Chomsky. Se publica eso. Noam Chomsky no está muerto, y al enterarse de tal noticia, decide matarse o inducir su muerte de forma de no contradecir al sistema mediático. Listo. Muerto. La profecía autocumplida. Después de todo anunciar la muerte de alguien no muerto no es faltar a la verdad sino adelantarse a los hechos, como planteó Borges alguna vez. Hay noticias ineludibles, es imposible no enterarse de nada. Quedar afuera, al menos a nivel noticioso, es hoy tarea titánica. Si no la viste, te la cuentan, si no te la cuentan, te cae como un rayo en la cabeza. Como el frío, que se afila consigo mismo, como dos espadas, y cada vez más fuerte lo siento en mi cabeza precariamente provista de una tenue gramilla de pelo. Lo único bueno: tener una percepción más fiable y directa de la temperatura externa sin tener que ver la app del clima, previa actualización. Nos amontonamos con el frío, como el puercoespín, lo suficiente como para darse calor, lo necesario como para no lastimarse. El frío, siempre viene y aún así sorprende. Sorprendido me vi al ver el partido de Argentina-Chile en la Copa América, en la transmisión que hizo Telefe. Promediando el primer tiempo del partido, el cronista de campo de juego dice lo siguiente, intentando generar suspenso y expectativas: “En un momento voy a contar cuántos cumpleaños pasó Messi concentrado con la selección”. Fuaaa. Eso es información, dura, profunda, de una investigación que va al hueso. Digna para un análisis de caso en cualquier curso de actualización en periodismo. Reconozco que me generó inquietud. Quedé expectante. Dale, decilo. Con esa información en el bolsillo puedo generar interés mañana en alguien. Terminó el primer tiempo, no lo dijo. Bueno, sigo esperando. Comienza el segundo tiempo. No puedo concentrarme en el partido, que se pone picante, porque me quedo pensando en esa información incógnita. Es lo suficientemente intrascendente como para no poder sacarme eso de la cabeza. Gol de Lautaro. Termina el partido. Gana Argentina. Cómo puede ser. Esto es una estafa. No dijo la información, o la dijo y no escuché por estar pensando en esa misma potencial información ¿Alguien puede decirme cuántos cumpleaños pasó Messi en concentración con la Selección Argentina? ¿Y Chomsky? F5.
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