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La bomba ambiental de los 100.000 coches destruidos por la DANA: peligro de contaminar suelos y aguas subterráneas

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Esta cifra supone una quinta parte de la cantidad anual que llega a los desguaces para chatarra. Expertos en residuos y ecologistas alertan sobre el peligro de que estos vehículos se eliminen fuera del sistema legal.

En Sedaví, Utiel, Paiporta, Catarroja y Aldaia, los municipios más afectados por la DANA en la región española de Valencia, la prioridad es drenar el barro que todavía hay en algunas calles y limpiar las casas arrasadas por el agua. “Todos los esfuerzos están puestos para que los vecinos recuperen la normalidad”, repite Ricardo Gabaldón, alcalde de Utiel, sobre la reconstrucción de su pueblo. Las tareas incluyen retirar toneladas de residuos –muebles, enseres, electrodomésticos, ropa– acumuladas en casi todas las esquinas. Y también los miles de coches siniestrados en la catástrofe.

 

El Consorcio de Compensación de Seguros, la empresa pública que abona los deterioros producidos a causa de fenómenos naturales extremos, recibió en solo ocho días 66.000 solicitudes de vehículos que han sufrido daños, según ha informado este jueves su director, José Antonio Fernández.

 

La entidad calcula que todavía faltan muchos expedientes por abrirse. La cifra podría rondar las 100.000 unidades, según la proyección oficial. De la evaluación preliminar de los peritos en el terreno se desprende que la mayoría de los casos se tramitará como siniestro total–cuando el coste de reparación excede entre un 75% y 100% el valor de mercado–, por lo que un porcentaje muy alto del número final terminará en desguaces para chatarra.

 

Un desafío logístico

 

Por lo pronto, el gobierno valencieno ha habilitado algunas instalaciones para hacer acopio de esta enorme cantidad de automóviles, como la Zona de Actividad Logística (ZAL) del Puerto de Valencia o el Circuit Ricardo Tormo de Cheste. Los primeros en llegar a estos dos recintos han sido los que se han recuperado de las carreteras, según el primer parte del Ejecutivo autonómico.

Pero los autos que las grúas cargan a diario en las ciudades afectadas se acumulan, por el momento, en solares y descampados habilitados por los ayuntamientos de forma temporal a la espera de que se confeccione un calendario de traslados. “Estos miles de coches deberían ir a los centros autorizados de tratamiento, los desguaces habilitados por la DGT. El problema es que es imposible que el tejido de gestión actual pueda asumir esta súbita cantidad”, explica Fernando Follos, consultor de empresas gestoras de residuos, sobre el destino final de los automóviles.

En 2023, estos centros gestionaron un total de 533.597 vehículos. “Estamos hablando de, aproximadamente, una quinta parte de la gestión anual. El desafío logístico es enorme”, agrega este especialista.

Para Carlos Arribas, responsable del área de residuos de Ecologistas en Acción, los coches siniestrados representan “el mayor riesgo ambiental” de los miles de toneladas de desechos que dejarán las inundaciones.

En los Centros Autorizados de Tratamiento, explica, la primera operación que se hace es la descontaminación, la extracción y almacenamiento de todos los fluidos y elementos peligrosos de los vehículos: combustible, aceite del motor, líquido anticongelante, refrigerante del radiador, líquidos de freno y de embrague, entre otras sustancias.

Las naves disponen de un pavimento impermeable y de un sistema de recogida de derrames. Finalizada la tarea, los líquidos se introducen en contenedores y se entregan a los gestores de residuos peligrosos para su correcta gestión ambiental.

 

“Es muy importante que todos los coches se lleven a los centros autorizados de tratamiento para que se recojan todos estos restos peligrosos y que se recuperen sus materiales. De no ser así y terminan en vertederos o chatarrerías no autorizadas, o quedan durante mucho tiempo abandonados en descampados o solares, el impacto ambiental puede ser importante”, advierte Arribas.

 

La contaminación de las aguas subterráneas es uno de los mayores peligros en un escenario de “saturación del sistema”, incide Arribas. “Son muchísimos coches. De ahí la magnitud del problema. El riesgo es que toda esta enorme cantidad de fluidos peligrosos, aceites y combustibles, filtre por los suelos y termine contaminando las aguas subterráneas”, detalla el portavoz de Ecologistas en Acción.

 

Un ejemplo: los motores a combustión llevan entre cuatro y seis litros de aceite. Los 100.000 coches siniestrados equivaldrían a la gestión de entre 400.000 y 600.000 litros de este líquido contaminante. “Por eso es tan importante que las administraciones vigilen que la eliminación no se haga de forma ilegal”, insiste.

 

Su organización constató manchas de aceite y de combustibles en la Albufera por los coches que fueron arrastrados al humedal: “Este vertido ha sido imposible de evitar. Por eso, repito, es necesario que los residuos peligrosos de los coches siniestrados se separen y se traten en los centros autorizados”.

 

Trazabilidad rota

 

Esta semana, el gobierno local ha autorizado el traslado de barros y residuos voluminosos a varias canteras de la provincia de Valencia. La Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio ha reconocido que los vertederos y depósitos autorizados no tienen capacidad para absorber todos los materiales que se acumulan en las calles de los municipios afectados por las inundaciones.

 

Además, la Dirección General de Calidad y Educación Ambiental ha autorizado a los vertederos de residuos no peligrosos de toda la comunidad recibir camiones sin necesidad de tratamiento previo, sin restricciones de capacidad y con la exención de impuestos.

lleva siempre asociado un desastre ecológico de gigantes proporciones”. “La generación de escombros, vehículos y restos voluminosos es brutal. Y la realidad es que no tenemos medios para gestionarlo ”Fernando Follos  — Consultor de empresas gestoras de residuos.

 

Sobre estas medidas, Follos aclara, en primer lugar, que una catástrofe como la que ha sufrido Valencia “lleva siempre asociado un desastre ecológico de gigantes proporciones”. “La generación de escombros, vehículos y restos voluminosos es brutal. Y la realidad es que no tenemos medios para gestionarlo”.

 

La DANA ya no será tema de la agenda política cuando salga a la luz “el problema ambiental oculto de este tipo de gestión”. “Tendremos un problema serio cuando las canteras y vertederos creados para enterrar todo este residuo, que no estarán debidamente habilitados ni aislados, comiencen a generar lixiviados, se infiltren en los suelos y afecten a las aguas subterráneas y superficiales. Será tarde para actuar”, concluye.

DM – elDiarioAR

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