El pacto anunciado en Montevideo aún está lejos de ser una realidad. Tiene que ser ratificado por el Consejo de la Unión Europea y el Parlamento de ese bloque regional. Rechazo total de organizaciones agrarias europeas. En cambio, en el Mercosur el consenso sobre el avance del tratado parece estar mucho más firme.
El anuncio del cierre de las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Mercosur para un acuerdo comercial generó un rechazo unánime en Francia, donde la peleada clase política se unió para repudiar el cierre del tratado de libre comercio, al que también se oponen Polonia y Países Bajos, así como por numerosas organizaciones sociales y campesinas.
“Puñalada por la espalda”, “inaceptable” o “traición” son algunos de los comentarios que generado en Francia el anuncio realizado este viernes en Montevideo por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre el cierre del acuerdo tras casi 25 años de negociaciones.
El acuerdo sigue siendo “inaceptable” en su estado actual y, como “no está firmado ni ratificado”, por ahora no tiene “ningún efecto jurídico”, afirmaron fuentes del Elíseo. Desde la Presidencia francesa añadieron que “solo los Estados” miembros de la UE “podrán autorizar la firma del acuerdo”, y recalcaron que los 27 “no están vinculados por el anuncio del fin de las negociaciones”.
En cambio, en el Mercosur el consenso sobre el avance del tratado parece estar mucho más firme y así quedó expresado en la última cumbre realizada en Montevideo.
Francia va a luchar “en cada etapa” del proceso dentro de la UE, advirtió por su parte la ministra de Comercio Exterior en funciones, Sophie Dumas, quien recalcó que lo ocurrido en Montevideo “no compromete a los Estados miembros” del bloque europeo.
Más duras aún fueron las reacciones de los líderes políticos de la oposición. “¡Un acto de traición!”, clamó el secretario general del Partido Comunista, Fabien Roussel, en la red social X. “Puñalada por la espalda”, fue la expresión de la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, quien lamentó que la Comisión Europea de “impuso su ‘diktat’”. Le Pen acusó también a la CE de “limpiarse los pies con el voto soberano de los diputados” franceses, ya que la Asamblea Nacional rechazó por una mayoría aplastante la pasada semana el acuerdo de libre comercio, igual que ocurrió en el Senado.
Al otro extremo del arco político, Jéan-Luc Mélenchon, líder histórico del partido izquierdista La Francia Insumisa (LFI), prefirió atacar al presidente francés, Emmanuel Macron, que está inmerso en la tarea de buscar un nuevo primer ministro tras la moción de censura que derribó al Gobierno de Michel Barnier el pasado miércoles. “Mientras Macron juega al monopoly político, el Gobierno alemán está encantado con el abuso de poder de Von der Leyen, que ha firmado el acuerdo de libre comercio con Mercosur en Uruguay. Con Macron, Francia sale de la Historia”, afirmó.
La líder ecologista Marine Tondelier también atacó a Macron al criticar el acuerdo: “El balance del macronismo es también el debilitamiento de Francia en Europa y en el mundo”. “Nuestros agricultores no pueden ser monedas de cambio”, insistió.
Además de entre la clase política, las críticas se multiplicaron también en las organizaciones agrarias, que en las últimas semanas protagonizaron protestas por todo el país contra este acuerdo y que tienen nuevas movilizaciones programadas para el lunes y el martes de la próxima semana.
“Ursula (von der Leyen) nos clava un puñal por la espalda”, consideró Yohan Barbe, portavoz del principal sindicato agrario de Francia (FNSEA) en declaraciones al canal BFMTV, en las que avisó también de más movilizaciones: “Vamos a endurecer nuestras acciones y a centrarlas en la UE”.
Von der Leyen no estará mañana en París, como otros líderes internacionales, para la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame, después de inicialmente se informara de que asistiría, aunque su gabinete aseguró hoy, tras el anuncio de Montevideo, que “la visita no había sido confirmada oficialmente”.
La dura posición de Francia: entre política, campo y medio ambiente
El rechazo francés al acuerdo se basa en que los agricultores y ganaderos del bloque suramericano no tienen que cumplir las mismas exigencias fitosanitarias o ambientales que los productores europeos, por lo que estos sufrirían una competencia desleal, según París.
Dos de los problemas que más se mencionan en París, pero no los únicos, son la utilización de hormonas y antibióticos para el crecimiento del ganado vacuno y de aves, o la falta de garantías en cuestiones ambientales, como el final de la deforestación amazónica con fines agrícolas.
Francia lideró la oposición al acuerdo-incluso con el ‘no’ de la Asamblea- junto a Holanda y Polonia por temor a que se acreciente la crisis del campo. Buena parte de los agricultores y ganaderos, especialmente los productores de carne de res, lácteos y cereales, manifestaron sus recelos por la competencia a precios más bajos de la producción en los países de América del Sur.
Por el momento, no hay fecha ni para la aprobación ni para la entrada en vigor de un texto que afecta a 31 países (Bolivia aún no forma parte completa de Mercosur) y que tienen que ratificar el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo.
Alemania, cuya economía en horas bajas depende en buena medida de las exportaciones, y España fueron los países europeos que más empujaron para que el acuerdo saliera adelante.
Italia puso objeciones hasta el último momento. “Tenemos que comprobar que los países del Mercosur cumplen las mismas obligaciones que nosotros imponemos a nuestros agricultores en materia de respeto de los derechos de los trabajadores y del medio ambiente”, expresó hace dos días el ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, de la extrema derecha de Fratelli d’Italia, que reclamó ajustes para poder dar el visto bueno al texto.
Por la parte de Mercosur, el debate hasta el último momento fue respecto a la “flexibilidad” para que los países que forman parte del bloque puedan llegar a acuerdos bilaterales. Ese es el objetivo último de Javier Milei, presidente pro tempore del Mercosur desde este viernes, que quiere negociar con China y Estados Unidos.
También el Parlamento Europeo tiene que validar el acuerdo. Los Verdes y La Izquierda ya manifestaron su rechazo frontal al trato. “Ursula von der Leyen selló el acuerdo UE-Mercosur con el presidente argentino de extrema derecha, Javier Milei, en una maniobra que no satisface ni las necesidades de los europeos ni las de los ciudadanos de los países del Mercosur. Una vez más, una minoría de actores de los sectores agroalimentario, automovilístico y químico se beneficiará de esta toma de poder”, señala en un comunicado la eurodiputada Saskia Bricmont: “Las preocupaciones expresadas por los agricultores europeos, la creación de empleo y la protección de los derechos sociales, la salud y los bosques en los países del Mercosur no son prioridades para la presidenta de la Comisión Europea”.
Rechazo de las organizaciones sociales
También desde el grupo de La Izquierda cuestionan el texto y advierten de la opacidad de las negociaciones. Consideran que causará “daños significativos tanto a las personas como al planeta” al poner en peligro “los derechos de los trabajadores y las empresas más pequeñas a ambos lados del Atlántico, para favorecer los intereses de las grandes corporaciones”.
Las críticas también llegan de las organizaciones sociales por la escasez respecto a los compromisos en materia medioambiental y de derechos laborales, que consideran insuficientes. La gran preocupación es que se perpetúe la explotación laboral en el sector primario de Mercosur y que se ponga en riesgo la soberanía alimentaria de las comunidades locales al fomentarse la producción a gran escala al priorizarse la exportación.
“25 años de conversaciones secretas a puerta cerrada, dejando de lado una y otra vez las preocupaciones de la opinión pública, han desembocado hoy en un acuerdo que aumentará el comercio de carne de vacuno, pesticidas y plásticos, con consecuencias desastrosas para la Amazonia, el clima y los derechos humanos. Es vergonzoso que los dirigentes de la UE y Mercosur sigan adelante con este acuerdo tóxico”, denuncia Lis Cunha (Greenpeace).
También la asociación de sindicatos europeos ETUC alerta en contra del acuerdo: 2Aunque el acuerdo ofrece nuevas oportunidades para la creación de empleo y la cooperación entre Europa y Sudamérica, los sindicatos siguen preocupados. La falta de transparencia y legitimidad democrática en estas negociaciones se ha sumado a esas preocupaciones“.
El comité de organizaciones agrarias y cooperativas europeas (Copa-Cogeca) lamentó el anuncio del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, al entender que tendrá “profundas consecuencias para la agricultura familiar en toda Europa” y anunció protestas en Bruselas el próximo lunes. “Los temores de la comunidad agrícola se materializaron”, indicó el Copa-Cogeca en un comunicado que alerta de que, si los Estados miembros y el Parlamento Europeo aceptan el acuerdo, el impacto lo sufrirán también 450 millones de consumidores de la UE.
Desde la Coordinadora Europea Vía Campesina (pequeños y medianos agricultores), condenaron la decisión de la Comisión Europea y de los líderes del Mercosur de concluir las negociaciones, y aseguraron que los campesinos seguirán movilizándose contra el acuerdo comercial “y, de un modo u otro, le pondrán fin”. En un comunicado, señalaron también que el pacto entre la UE y el Mercosur “contradice totalmente los compromisos de todos los gobiernos nacionales de esos bloques en materia de lucha contra el cambio climático”.
“Ahora observaremos con atención lo que realmente harán los gobiernos y los grupos políticos que durante la movilización histórica de los agricultores a principios de este año afirmaron estar cerca de los agricultores. Tienen que posicionarse en contra del tratado y de esta forma antidemocrática de negociar acuerdos comerciales”, dijo Andoni García, desde la Coordinación Europea Vía Campesina.