Mar Chiquita es la que más playa perdió: casi seis metros. Mar del Plata, en tanto, se lamenta por los turistas que se llevó Brasil por ser más barato.
La temporada alta en la costa atlántica arrancó 2025 con menos veraneantes que en años anteriores, debido al éxodo a Brasil y Uruguay por su menor costo, mientras la erosión se come cada año un metro de acantilado o médano en los 1200 kilómetros de extensión entre San Clemente del Tuyú y Miramar.
Más allá de ese límite, la costa bonaerense se comprime y la agencia Noticias Argentinas relevó los datos.
«En algunos lugares, los médanos han retrocedido de uno a dos metros por año, como en Villa Gesell y Pinamar, donde habían metido avenidas costaneras y balnearios de cemento que nunca debieron haberse construido»,
En el Partido de la Costa y Mar Chiquita se pierden hasta 7 metros por año, por lo que se derrumbaron casas construidas hace 50 años.
Lo advertía Federico Isla, investigador superior del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC- CONICET, UNMDP) a la Agencia CTyS-UNLaM.
Mar Chiquita es el territorio más perjudicado. Se calcula que ya perdió casi seis metros de playa en los últimos años. Esto, según el experto, se debe a que es donde empieza la costa blanda, la plataforma es angosta y las olas llegan con más virulencia.
La erosión costera tiene varios factores intervinientes. Por un lado, está el climático: la recurrencia y magnitud de las tormentas extratropicales provenientes del sudeste que forman olas que rompen en la costa, además del aumento antropogénico del nivel del mar.
“Hay una erosión generalizada en el norte de General Pueyrredón y sur de Mar Chiquita, pero también en la costa de Villa Gesell y Pinamar y ya está pasando que hay localidades del Partido de La Costa, como Mar del Tuyú, Santa Teresita y Las Toninas, que se están quedando sin playa”, agrega.
Cada año se pierde un promedio de dos metros de playa.
Dunas que se achican, intervenciones urbanas que empeoran la situación, sudestadas; el combo se multiplica y los investigadores alertan, pero la política municipal sigue privilegiando concesiones que en dos décadas quizás ya estén tapadas por el agua.
El cambio climático se lleva gran parte de protagonismo. El calentamiento de los océanos conlleva la expansión térmica de sus aguas.
Este escenario, sumado al deshielo de los glaciares y la fusión de los mantos de hielo, acelera la subida del nivel del mar.
En los registros de todo el mundo, se puede observar un aumento antropogénico de la marea desde 1993. Por ello no sorprende -pero sí preocupa- la reciente noticia del desprendimiento del témpano más grande del mundo en la Antártida, que navega por estos días a la deriva por el Océano Atlántico Sur.
“Lo que prevé el Panel de Cambio Climático (IPCC) es que el nivel del mar se va a incrementar. La incógnita es cuánto va a aumentar para el 2100. Muchos municipios ya tienen problemas por esto y se espera que las sudestadas del Atlántico Sur sean cada vez más intensas y recurrentes”, alerta el investigador del CONICET.
Erosión económica
Las plazas no ocupadas por turistas en los balnearios de la costa atlántica tienen varias explicaciones: la pérdida de poder adquisitivo de gran parte de la población debido al ajuste económico, los elevados valores en dólares del veraneo local versus el abaratamiento comparativo de playas de países vecinos medido en la misma moneda.
La Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA) ubicó el promedio de ocupación hotelera entre la Costa Atlántica, las Sierras y el turismo rural en torno del 75% en los primeros días del mes.
Coexisten en ese porcentaje situaciones muy disímiles como el 92% en Mar de las Pampas y el 65% en Mar del Plata.
Entre esos dos extremos, hay un amplio espectro de realidades dentro del 70 y el 80% de actividad.
Los cálculos son tentativos porque el turismo más gasolero improvisa cortas estadías de no más de 4 o 5 días sobre la fecha de vacaciones.
Brasil y Uruguay son los principales enemigos de la costa argentina este año.
En esta temporada, se estima que alrededor de 1,5 millones de argentinos viajan a Brasil para veranear.
El máximo histórico de turistas provenientes de Argentina había sido de 2.622.327 en 2017, según registrara el Ministerio de Turismo brasileño.
La cifra refleja el pico más alto alcanzado desde 2002, año en el que Brasil registró solo 689.000 visitantes que optaron por ese país en vez de la Costa Atlántica.
Una de las playas más buscadas son Playa Los Ingleses y Canasvieiras, donde ya casi no queda lugar, registra un 88% de ocupación y falta la gente que va sin reserva.
El valor promedio de una propiedad para una familia de cuatro personas en Florianópolis está en torno a los u$s100 diarios.
En Mar del Plata, los departamentos que se manejan en pesos tiene una base de $150.000 la noche.
Erosión turística
El uso que hacen las personas de las playas también impacta considerablemente en el proceso erosivo y acelera la pérdida de costas.
Según Isla, doctor en Ciencias Naturales, muchos lugares tienen inconvenientes por la extracción de arena, una práctica recurrente fuera de temporada. Además, se realizan obras de defensa que originan que otras zonas se queden sin aportes de este material.
No es sólo el cambio climático el causante de que la arena vaya desapareciendo. Los balnearios también aportan su cuota.
“Cuando empieza la temporada, los concesionarios comienzan a mover arena y desplazarla de las zonas más altas de la playa a las más bajas, que pueden ser afectadas por las olas y tormentas”, precisa Isla.
A ello se le suma el “descontrol” de los vehículos conocidos como todoterrenos, principalmente en partidos como los de Villa Gesell, Pinamar, Tres Arroyos y Necochea, que ingresan a las playas y modifican la superficie costera.
“Lo que ocurre es que entran de a cientos y, cuando sube la marea, la arena se ha movilizado. Así es más fácil que se produzca la erosión por efecto de las olas”, alerta.
Fuente NA