Comunicado del Frente Popular 25 de Febrero:
Enrique Heinrich era maquinista en la rotativa del Diario La Nueva Provincia y secretario general del sindicato. Miguel Angel Loyola, esterotipista y tesorero.
A mediados de 1975 los seis gremios que representaban a los trabajadores resolvieron en asamblea un paro. Pedían un franco cada cuatro días como marcaba el convenio colectivo de trabajo. La dueña de La Nueva Provincia les decía ‘Ustedes sigan pidiendo que ya me las van a pagar’.
Al anochecer del 24 de marzo de 1976 Diana Julio y un veinteañero Vicente Massot desfilaron eufóricos con una bandera argentina alrededor de la rotativa, “¿A que no se animan a hacer huelga ahora?”, desafió la mujer a uno de los gremialistas, mientras su hijo le pateaba la bicicleta.
A mediados de junio, mientras reclamaban el pago de días de paro descontados, Heinrich, Loyola y Molina fueron citados al Cuerpo V. “Nos recibió un capitán, no recuerdo el nombre”, cuenta Molina. Dijo ‘Muchachos, déjense de romper las pelotas, la mano viene dura’. No tomamos esa advertencia como una amenaza. No medimos qué había detrás”.
Al atardecer del 30 de junio una patota se instaló en la casa de Loyola. Los vecinos vieron vehículos militares cortando la cuadra durante casi siete horas. Cuando cayó la presa, a los siete testigos del secuestro, incluida su mujer embarazada, los secuestradores les inyectaron somníferos en sus brazos para adormecerlos y no ser reconocidos. No sólo la Armada usaba este método en los vuelos de la muerte: también en La Escuelita bahiense se dopaba a las víctimas antes de trasladarlas.
Desde allí fueron a buscar a Heinrich. Vivía con su esposa y cinco hijos. Rompieron la puerta con un golpe seco y antes de que la familia alcanzara a moverse ya estaban en la habitación, encandilándolos con linternas. Heinrich pidió que se identificaran. “Somos de la Federal”, dijeron, y lo encañonaron. Mientras los chicos lloraban y la mujer intentaba detenerlos, Heinrich pidió que no le pegaran delante de sus hijos. Le ordenaron vestirse y se lo llevaron.
El domingo 4 de julio una familia que mateaba en “La cueva de los leones”, paraje a 17 kilómetros de Bahía, encontró los cadáveres maniatados por la espalda, con signos de torturas y destrozados a tiros. Los rodeaban 52 vainas calibre 9 milímetros.
El mismo día un miembro del sindicato de prensa recibió un llamado. “Ya hicimos cagar a dos rojos –le advirtieron–. El próximo sos vos.”
El diario, dirigido por Diana Julio de Massot, no denunció los secuestros, informó en veinte líneas la aparición de los cadáveres y nunca más recordó el caso. Cuando dos periodistas locales consultaron sobre esos asesinatos al responsable de los grupos operativos del Ejército, el general Acdel Vilas fue contundente: “Hay empresas que prefieren matar a sus empleados antes que indemnizarlos”. El arzobispo Jorge Mayer prefirió criminalizar a las víctimas para negarles su ayuda cristiana y la Justicia archivó la causa sin investigar.
Hace unos días el PRESIDENTE DE BLOQUE DE CAMBIEMOS, Diputado Nacional Nicolás Massot dijo : «Con los años 70 hay que hacer como en Sudáfrica y llamar a la reconciliación».
Desde el Frente Popular 25 de Febrero repudiamos sus dichos y le respondemos:
Para que haya reconciliación hace falta Justicia
Para que haya reconciliación hace falta arrepentimiento
Para que haya reconciliación deben decir donde están los cuerpos
Para que haya reconciliación deben decir donde están los 400 niños desaparecidos
Para que haya reconciliación deben decir quien asesino a HEINRICH y LOYOLA.
NI OLVIDO NI PERDON, JUICIO Y CARCEL COMUN A LOS CULPABLES.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA. NUNCA MAS