Carta de Lectores:
Los primeros cristianos tenían un solo corazón y una sola alma y preservaron esta unión entre ellos. Lo que construyó esa gran unión
entre ellos no fue otra que la celebración de la Eucaristía.
Más tarde, cuando la recepción de la Eucaristía se interrumpió o se recibió raramente, el amor santo se hizo frío entre los cristianos, y perdió totalmente tanto su fuerza como su deleite fascinante. En la Eucaristía, Dios es a la vez don y dador que nos fortalece a cada uno de nosotros en comunidad.
El punto culminante del amor que nos entrega nuestro Salvador es la Eucaristía. La felicidad infinita nos es prometida en la Eucaristía,
la fiesta perpetua de la gracia divina. En la Eucaristía, Dios se convierte en nuestra comida. Qué maravilloso es alimentarnos en el pan
del cielo que nuestro Señor nos dio.
Cuanto más estamos unidos a Dios, más unidos estamos entre nosotros. Cada vez que recibimos la Comunión, nuestra unión se volverá más perfecta. Por estar unidos con Nuestro Señor, también permaneceremos unidos el uno con el otro. Es por eso que la recepción santa de este Pan celestial y de este sacramento se llama Comunión, es decir, unión común.
La Eucaristía es la presencia real y espiritual de Cristo. Cuando recibimos la Eucaristía, nuestro Señor nos lleva y realiza todas las
acciones realizadas por él. En la Eucaristía, todo lo que Él pide es nuestra cooperación en la práctica de la virtud y las buenas obras.
Nuestro Salvador se entrega totalmente a nosotros en el Divino Sacramento.
¿No debemos entregarnos totalmente a Aquel que avanza, fortalece y nutre con Su amor vivificante en la Eucaristía?
(Adaptado de las escrituras de San Francisco de Sales.)
¡Gracias Señor! Mis cargas, mi vida y mi nada están en tus manos; en su lugar, y muy dentro de mi espíritu, ha quedado tu paz y tu amor.
Gracias por entregarte cada día en la Sagrada Eucaristía dándome fuerza y valor para aceptar mi día como si fuera el último… Gracias
por cubrirme con tu infinita misericordia.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires) recibe un cordial abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en
todo, y derrame sobre ti, mucha Prosperidad, Amor, y Paz.
Claudio Valerio
valerius@fibertel.com.ar
® Valerius