Carta de lectores de Valeria Cámara y Gabriel Allende:
Llegó marzo y la temporada comienza a despedirse, ya el otoño está mostrando que se quiere instalar, con días un poco frescos y temperaturas que oscilan de lo alto a lo bajo.
Pasaron dos meses desde que nos hicimos cargo de poner en marcha el parador del dique San Bernardo, gracias a la buena predisposición de las autoridades de la sociedad de fomento de dicho barrio, autoridades municipales, y medio de prensa, cuando se nos presentó el desafío no dudamos ni un instante en emprender tamaña empresa.
Muchos años de abandono, desolación, roturas, se nos mostró apenas abrimos la puerta del lugar, en pocos días logramos cambiar al menos algo la imagen del mismo, y empezó enero con las puertas abiertas, una pequeña proveeduría, baños, y algún servicio que antes estaba extinto, y así atravesamos toda la temporada.
No lo vimos como un punto comercial, sino más bien como un lugar de crecimiento personal y espiritual, y el mayor emprendimiento sobre todo esto, era cuidar de todo el sector que comprende, no solamente a la proveeduría, sino al bosque que circunda al diquecito y asumimos no como obligación, sino como compromiso, mantener a diario la limpieza de todo el sector, cada tarde cuando ya el último turista abandonaba el lugar, nos disponíamos a juntar todos los residuos que dejaban «olvidados», fuera de los tachos destinados a tal fin, y en más de una oportunidad, hemos llenado dos bolsas completas de consorcio con todo tipo de basura, pañales, botellas de cerveza, botellas de vino, bolsas de nylon, etc ..
Y a veces, aunque en forma conjunta con personal del municipio tratamos de mantener la limpieza del lugar, no alcanza… Porque tanto turistas como lugareños, no respetan las normas de sana convivencia, algo tan simple como depositar los residuos en su lugar correspondiente, o simplemente llevarlos, y algo tan grave como encender fuego dentro del bosque, desestimando la leyenda que rezan los carteles «Prohibido hacer fuego – Municipio de Tornquist», no solo se desoye al hacerlo, sino que también se infringe una ley vigente, en más de una oportunidad, he cruzado palabras, a pesar del respeto con el que uno se dirige, con ciertos personajes, a los cuales poco le importa el lugar.
A pesar de la labor diaria, de sacar las piedras de una parrilla improvisada, es una escena que se repite a diario, cada fin de semana deshacemos esos fogones y barremos los vestigios de una hoguera.
Cuidar del lugar, creo, es responsabilidad de todos, denunciar ante las autoridades TAMBIÉN, y tener las precauciones necesarias para conservar el lugar, es otra cosa que deberíamos tener en cuenta. A veces uno escucha o lee, ciertos comentarios que son críticas destructivas, son esos dedos inquisidores que señalan «esto está mal», «aquello también», y a veces, entiendo, que roza lo político ese tipo de comentarios.
Nuestra labor, junto con personal del municipio, es una labor que se realiza en completo silencio y en soledad, no se publica, simplemente se ve, y como dije anteriormente, aveces los recursos no alcanzan, porque una labor que te demanda 4/5 horas embelleciendo el lugar, en tan solo diez minutos se ve destruida, por la acción de personas inescrupulosas y faltos de sentido común y amor por la naturaleza.
Quiero agradecer por este medio, para finalizar, la ayuda de la delegación municipal y del Municipio de Tornquist, quienes no dejan de prestar sus servicios para levantar y mantener el «diquecito de San Bernardo», cerramos la temporada este fin de semana largo y nos comprometemos hasta la próxima temporada, personalmente, a mejorar las prestaciones de todo el sector, para que el año próximo, el turista pueda acceder a otras prestaciones que el lugar pueda brindar.
No todas fueron malas, sino que también hubo gente del pueblo que se acercó y nos brindó muestras de apoyo sinceras y notaron el pequeño cambio del resurgimiento del dique San Bernardo, gracias a todos.
Parador Namaste!!!