Comunicado de Juventud Radical sexta sección – Juventud Radical Tornquist
Cada libertad obtenida, cada ley modificada y cada derecho consagrado ha pasado por un proceso previo de lucha en cuyo camino ha dejado un tendal de víctimas de numerosas injusticias que más de una vez han tenido que pasar por dicho proceso por la voluntad política de un conjunto de sujetos que así lo han deseado, o que no han aceptado las exigencias de la población por verse sobrepasados por su propia coyuntura.
Hoy el cannabis medicinal está en el centro de las acusaciones, básicamente por la actitud condenatoria de sectores de poder concentrado que se oponen a su utilización, como así también como una ley que tapa la realidad con punitivismo, en vez de aceptar que aquello que algunos condenan como veneno, es sanación para tantos otros.
Nuestro país ya cuenta con una ley, la 27350, que establece, según su propio cuerpo “un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud.”
El inconveniente radica en la ilegalidad del auto cultivo, pero ahí encontramos una ley contradictoria, un derecho vulnerado, y la calidad de vida de muchas personas lesionada por, justamente, un derecho en vías de consagración que aún encuentra resistencia.
Justamente acá radica la cuestión que buscamos criticar. Cuando un grupo de personas busca una alternativa a una ley retrógrada o a un derecho que ciertas voluntades políticas no permiten consagrar por una resistencia anacrónica, se la condena cual criminal común.
Aquellos que abogan por la salud, por los cuidados para con enfermos y por la mejora de la calidad de vida a través del uso del aceite de cannabis para patologías como la fibromialgia o la epilepsia, no son narcos. Simplemente hacen lo que el Estado no puede porque lo frenan ciertas voluntades.
Es necesario que nuestro país avance en la legislación por el autocultivo de cannabis, y, como organización política que siempre hemos defendido las libertades por sobre toda cuestión, pedimos y exigimos por el pronto esclarecimiento de la causa en la que se ven inmersos dos correligionarios como Cristian Raising y Federico Labarthe, el primero de ellos ex presidente de esta juventud; y, además, queremos dejar en claro que NO SON NARCOS.
Simplemente son dos personas con una gran empatía que buscaron una solución a problemas que nadie se las supo encontrar.