Las 31 localidades de menos de 2.000 habitantes del programa Pueblos Turísticos Bonaerenses, que reciben unas 300.000 visitas por año, surgen como una opción importante para reactivar al sector turístico tras el coronavirus, con sus atractivos naturales a pocos kilómetros de grandes urbes. Se trata de poblaciones con amplios espacios, en las que se pueden desarrollar actividades en grupos reducidos y donde el programa promueve e incentiva acciones turísticas que fomentan su identidad, la creación de fuentes de empleo e impulsa recursos genuinos que favorecen el arraigo.
Además, contribuye a la elaboración de circuitos turísticos comunitarios, con la puesta en valor de los propios atractivos y el patrimonio local por parte de sus habitantes.
Los turistas que visitan estos destinos realizaban un gasto promedio diario cercano a los 2.000 pesos -según los últimos registros- con estadías que se acercaban a los dos días, un registro importante para un segmento considerado como «de cercanía», de «escapadas» o miniturismo.
La actividad turística generaba en estas localidades rurales un impacto económico global estimado en unos 350 millones de pesos por año.
El Programa divide estos pueblos en tres regiones, en base a su cercanía a tres centros urbanos emisores, como las ciudades de Buenos Aires, Mar del Plata y Bahía Blanca.
Las regiones abarcan localidades como Azcuénaga, Gouin, Carlos Keen, Uribelarrea, Las Pipinas, Villa Ruiz, Villa Lía, Santa Coloma, Escalada, Cazón, Rafael Obligado, Villa Loguercio, Gardey, cuyos paisajes van desde la llanura hasta el mar, con importantes sistemas de sierras y cientos de cursos de agua.
Leandro Vesco, especialista en Pueblos Rurales del Colegio de Profesionales de Turismo de la provincia de Buenos Aires, señaló que»estos sitios reúnen todas las características para ser sanos y seguros para los turistas», tras la pandemia de coronavirus
El experto consideró que tras la cuarentena «vienen tiempos positivos para los emprendimientos vinculados a estos pueblos, que laten, sueñan e invitan a recorrer mágicas historias, saborear ricas comidas y embriagarse con los aromas de la naturaleza y el silencio».
Vesco afirmó que «el turismo de cercanías, con poca gente y en lugares ventilados y familiares, va a ser el primer eslabón de la actividad en reactivarse» y en base a las experiencias que se recojan en este segmento «se podrá acelerar la vuelta de todos los servicios y en todo el país».
«Estos destinos tranquilos -remarcó-, donde se disfruta la rutina y se aseguran atractivos naturales y culturales lejos de las aglomeraciones urbanas van a tener una alta demanda tras el coronavirus».
También puntualizó que «la gran mayoría de lo emprendimientos son familiares o muy pequeños, algo que brinda mucha seguridad e intimidad, factores que a partir de ahora serán muy valorados».
La creación de nuevos productos para este segmento aparece como un tema clave tras la pandemia, porque en el nuevo turismo las cuestiones relacionadas con la higiene, la seguridad y el distanciamiento tendrán casi el mismo valor que los atractivos naturales y culturales en las exigencias de los visitantes.
En ese sentido, Vesco subrayó que «las actividades en estos pueblos garantizan el cumplimiento de las recomendaciones para prevenir el coronavirus».
El experto aclaró que, como los viajes serán cortos «es necesario llegar a un destino con la mayor cantidad de información para poder disfrutar de la mayor cantidad de atractivos posibles».
«Hay que aprovechar esta pausa impuesta en la actividad turística por el coronavirus para pensar nuevas alternativas y para difundir cómo es la vida en la actualidad en estos pueblos, algo que sin dudas va a atraer a los turistas», aseguró.