El análisis de aguas cloacales y superficiales para detectar la persistencia de casos sintomáticos y asintomáticos del nuevo coronavirus o un eventual rebrote de la enfermedad, en virtud de la excreción del virus por materia fecal, son los objetivos de dos proyectos de investigación seleccionados en el marco de la convocatoria oficial extraordinaria de Ideas Proyecto Covid-19.
«Nuestra idea es hacer una vigilancia poblacional masiva de SARS-CoV-2 no ya a través del sistema de salud sino por afluentes (de aguas residuales), lo que permite detectar no solo pacientes con cuadros clínicos, sino individuos que excretan virus de manera asintomática», dijo a Télam la doctora en bioquímica Viviana Mbayed, del Instituto de Bacteriología y Virología Molecular de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
«Nosotros esperamos poder registrar también la dinámica del virus, es decir, si la circulación aumenta o disminuye en el tiempo», agregó esta científica al frente de uno de los 64 proyectos que serán financiados por Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i).
Integrado por cinco investigadoras -entre bioquímicas y biotecnólogas- este equipo se propone monitorear los líquidos cloacales afluentes o sin tratar.
«Las aguas residuales son las de uso domiciliario colectadas por el sistema de cloacas para ser llevados a las plantas tratamiento», dijo.
Diferentes estudios científicos han demostrado que «el virus se excreta en cantidades importantes en materia fecal» por lo cual es esperable «una correlación entre circulación del virus y detección en aguas residuales», aunque «no es posible determinar cantidad de infectados» por esta vía como sí permiten hacerlo los testeos masivos que «buscan anticuerpos» y permiten determinar si una persona «ha tenido o tiene la infección».
Estos análisis de aguas que «evalúan la presencia de genoma del virus», no miden, sin embargo, «infectividad» que es «la capacidad del virus de poder infectar» o de producir la enfermedad Covid 19.
«Las aguas residuales recogen virus excretados por los pacientes que el sistema de salud registra pero también de los pacientes asintomáticos, por lo cual el monitoreo en aguas residuales es una herramienta complementaria de registro», dijo.
«Después de desaparecer la circulación detectada por el sistema de salud, sería útil si hubiera un rebrote porque permitirá tener una alerta temprana de que el virus está infectando nuevamente», agregó.
Esta vigilancia permitirá además «medir la efectividad de las medidas de prevención» de la enfermedad así como «describir la diversidad del virus».
«A través de estas muestras -que son compuestas- uno puede detectar mutaciones eventuales del virus en una población: cuando el Malbrán logró la secuenciación de tres genomas, pero cada muestra afluente tiene los virus excretados por miles», dijo.
El otro proyecto de investigación ganador pertenece a la Universidad Nacional de Salta y se propone determinar la presencia de SARS-COV-2 también en aguas superficiales, así como realizar una «evaluación cuantitativa del riesgo microbiológico» y formular «propuestas para la mitigación y control de la contaminación».
«La detección de virus en aguas superficiales puede representar un riesgo porque, aunque no se ha demostrado que el nuevo coronavirus participa de lo que se llama ‘ruta oral-fecal’ (de contagio), se excreta por materia fecal», dijo a Télam la doctora en ingeniería química Verónica Beatriz Rajal que está al frente del equipo de 13 investigadores.
Las aguas superficiales «son los cuerpos de agua como lagunas, arroyos, lagos y río» que, como tales, «pueden ser vehículo de patógenos que pueden producir infecciones».
«Lo más probable es que el agua sí sea un vehículo de transmisión del SARS-COV-2, ya sea por contacto mano-boca, aerosoles o ingestión», dijo.
Si así fuera, estarían en riesgo quienes «aguas abajo» de los puntos de vertido, las usan «para regar sus vegetales que luego comen crudos» o «para bañarse» o simplemente para «lavarse las manos durante un picnic».
«Por otro lado, los operarios de plantas de tratamientos de efluentes están expuestos a aerosoles (microgotas de las aguas efluentes) que pueden inhalar o ser transportadas por aire a poblaciones muy cercanas», dijo.
Rajal explicó que si bien «las aguas superficiales no deberían tener virus» la hipótesis es que «vamos a encontrarlo», proveniente no sólo por «desagotes ilegales» de aguas servidas sin tratar o vertidos legales de aguas mal tratadas, sino «también de contaminación independiente producida por gente que vive en la ribera».
«En las plantas de tratamiento hay un paso de desinfección final que no debería dejar virus en el líquido efluente, pero muchas no lo hacen porque el objetivo primero de estos establecimientos es eliminar materia orgánica», dijo.
Dos son los objetivos de la detección del virus en aguas superficiales y residuales.
«Por un lado, la evaluación cuantitativa del riesgo de enfermarse que representa para una persona en contacto con esas aguas contaminadas, dada una dosis de exposición o de ingestión», dijo.
«Por otro lado, vamos a aplicar análisis multicriterio de distintas alternativas para proponer acciones de protección para la salud pública y de control o mitigación de la contaminación» agregó.