Las amplias extensiones inhabitadas de la estepa y la meseta del Parque Patagonia Argentina, con la singular flora y fauna del noroeste de Santa Cruz, son un escenario apropiado para el senderismo, con circuitos de diversa dificultad con guía o autoguiados, acorde al nuevo turismo pospandemia. Los amantes de la naturaleza agreste encuentran allí espacios vírgenes donde aún reina el puma, con manadas de guanacos, ñandúes que cruzan a la carrera y aves acuáticas que despegan en bandadas de las lagunas de altura ante la presencia humana, mientras cóndores y rapaces vigilan todo desde el cielo.
Se trata de 65.000 hectáreas que fueron de la antigua Estancia La Ascensión y hoy son de libre acceso al público, a cargo de la Fundación Rewilding Argentina, que las «renaturaliza» y va cediendo e integrando al Parque Nacional Patagonia, creado en 2014 sobre 102.000 hectáreas también donadas al Estado por esta entidad.
En esa geografía de planicies, cerros, valles y cañadones armaron ocho circuitos de trekking con variadas experiencias, como vistas panorámicas, observación de fauna y flora, singulares geformas y, como un plus destacado, acceso al Parque Provincial Cueva de las Manos y sus famosas pinturas milenarias.
Por las características en que se desarrollaba la actividad antes del nuevo coronavirus -amplios espacios naturales y grupos pequeños- es poco lo que deberán adaptar para reiniciarla en la pospandemia, pero una vocera de la Fundación aclaró a Télam que «se desarrollarán protocolos biosanitarios para que el destino ofrezca seguridad a los visitantes y al personal».
También dijo que confían en que «al ser un destino de naturaleza, con la oportunidad de disfrutar el aire libre y de grandes extensiones, y por lo tanto sin aglomeraciones, estará entre los destinos más buscados».
Uno de los dos accesos a este sector del parque es el Portal Ascensión, donde está el casco de la estancia, sobre la ruta provincial 43 -entre las localidades de Los Antiguos y Perito Moreno- y a pasos del lago Buenos Aires, desde donde parten cuatro senderos: el de La Meseta, de La Luna, del Cerro Negro y del Cerro La Calle y Laguna Coa.
La mayoría ofrece vistas panorámicas que incluyen este espejo de agua -el más grande de Sudamérica, después del Titicaca-, junto a la cordillera y el nevado Ceballos.
El otro acceso, el Portal Cañadón Pinturas, está a unos 100 kilómetros al suroeste, sobre la ruta nacional 40, en el Refugio Posta de Los Toldos -antiguo hotel Cueva de las Manos- y vecino al parque provincial del mismo nombre.
Sus senderos son Tierra de Colores, Koi, Bajada de los Toldos -que lleva a Cueva de las Manos- y La Guanaca, y se caracterizan por recorridos por la estepa, cerros bajos y observación de fauna salvaje.
La zona de La Ascensión ya es manejada por Parques Nacionales, si bien aún no se hizo la donación oficial por parte de la Fundación, mientras el Refugio Los Toldos sigue administrado por Rewilding Argentina.
El proceso de renaturalización de la Fundación contempla quitar alambrados y construcciones innecesarios, armar senderos de bajo impacto ambiental y monitorear la fauna.
Si bien son circuitos autoguiados, es recomendable contratar un guía en agencias de Los Antiguos o Perito moreno, para sacar mayor provecho a la experiencia, tanto en lo natural como histórico, gracias a los conocimientos de estos baqueanos.
Uno de ellos, Federico Djeordjian, manifestó a Télam su optimismo respecto del senderismo para las pospandemia, y dijo que en la zona empezaron a armar protocolos para los alojamientos y luego será el turno de las agencias de viajes.
«Acá el senderismo de por sí es de poca afluencia, no hay aglomeraciones como en los senderos de Bariloche o El Chalten (Capital Nacional del Trekking), sino que el turista disfruta de casi una exclusividad en cada paseo», comentó.
Djeordjian dijo que «a diferencia de esos lugares con mucha gente, muy impactados, acá es todo nuevo, recién inaugurado por la Fundación, como los refugios, que eran antiguos puestos de la estancia».
El guía contó que nunca llegó a un refugio o un espacio para acampar con un grupo y encontró gente ocupando el lugar, pero consideró que es muy probable que los nuevos senderistas deban sacar turno para armar los grupos o compartir espacios de pernoctación, para cumplir con el distanciamiento.
El nuevo turista, consideró, «seguirá la tendencia que se venía dando, de buscar algo distinto aún en la Patagonia, además de sus lagos y bosques, y vemos que el avistaje de fauna salvaje es algo que sorprende y están cada vez más interesados y vienen a esta zona, que tiene un gran potencial en ese sentido».
El Parque Nacional Patagonia tiene continuidad del lado chileno, con una reserva del mismo nombre también donada por la Fundación Rewilding, donde se practica senderismo aunque en paisajes de bosques húmedos y lagos, pero «esta geografía de cañadones y de mesetas no es tan común en la Patagonia argentina o chilena, se da especialmente acá», agregó.