Nota de agradecimiento al Of. Principal Maximiliano Fogel
De manera inconsciente, ya como algo habitual, como un rito diario, se dirige en medio de la noche hacia la nada misma, como un perro de caza tras su presa. Es que él no sabe de horarios , ni de días festivos , el sólo sabe que su trabajo es mantener el orden y darle a su comunidad la tranquilidad, darles la seguridad de que alguien vela por ellos en todo momento.
Sin embargo, muchas veces algunos individuos quieren mantenerse al margen de la ley. Asolan así a una comunidad con un accionar delictivo, amparados por el manto oscuro de la noche y los lugares desolados, lejos de la civilización. El común denominador de las personas, exige a aquellos que están expuestos a cuidarnos respuestas inmediatas, que se accione de manera rápida y efectiva. Un pedido lógico, por cierto.
Pero a veces la lógica no camina de la mano con la realidad: ante los hechos de inseguridad, atacan a los funcionarios policiales desconociendo una cruda realidad. Entonces, en este contexto me permito, con sumo respeto y conocimiento de causa, que se manejan tres tiempos en cada caso: los tiempos de la gente, los de la policía y los de la justicia. Y todos funcionan a destiempo; los afectados solicitan la asistencia del policía y este acude, investiga, camina, pregunta, vuelve a preguntar y no descansa. Como un zorro viejo duerme con un ojo abierto tratando de armar rompecabezas sin la totalidad de las piezas. Arma, rompe y vuelve a armar.
Pero hay una realidad aparte de todo esto: carece de recursos, de personal, de horas , y su cuerpo muchas veces no da más. Y la comunidad presiona, lógicamente, sí que presiona. Y pide respuestas inmediatas. Entonces la presión acciona contra todo y juega un rol en la cabeza del investigador, un rol muy importante que lo lleva al límite. Sin embargo espera, sabe que va por buen camino.
Por otro lado la justicia garantista que no da las herramientas necesarias en tiempo y forma, y que muchas veces echa por tierra todo el trabajo realizado, se maneja desde una oficina o simplemente detrás de un teléfono celular, sin tener en cuenta que detrás de una investigación hay hombres que lo dejan todo. Papeles y papeles, letra chica y trampas judiciales.
Y luego la sociedad inquisidora que apunta al efectivo policial; pero el hombre de las sombras aguarda a su presa. Y su presa es inteligente, camina entre las sierras directo a su trampa. Y cae. Cae en sorpresa incluso al verse acorralado.
Y se entrega con códigos de la vieja escuela, malos y buenos, jóvenes y viejos, ambos conocen el terreno y el límite.
Y se termina la historia de un raid delictivo. Hoy la celda es su nueva guarida. Allí va a morar por un largo tiempo y la tranquilidad volverá a ser moneda corriente en este lugar.
Párrafo aparte, no es la primera correría que se ve frustrada por este perro de caza al que todos ven a cualquier hora, en todo lugar, y la pregunta cotidiana es: ¿Duerme este muchacho?
Pero no trabaja solo, tiene una jauría que lo sigue ciegamente tras las injusticias, a sabiendas de los buenos resultados.
Un viejo investigador forense sabía decir » el tiempo que pasa es la verdad que huye» y ellos lo saben; una vez más debemos agradecer, aunque vaya contra sus principios , al jefe de Estación de Sierra de la Ventana y a todo su personal, por su entrega, su compromiso y su valor!
Eternamente GRACIAS!
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