«Me entretenía con la arboleda, pisando huevos de paloma, con el caballo cuando salía a vender leche ordeñada, juguetes tenía muy pocos, sí un muñeco que con un clavo le hice los ojos, pero nos divertíamos haciendo tortitas de barro y con Clelia (su amiga de la infancia) nos pintábamos con tiza».
Así comienza Mabel a dialogar con nuestro medio para desandar una enriquecedora historia que cuenta cómo se vivía antes y cómo era la vida en estas tierras.
Mabel Navarro es su nombre y apellido completo, vive hace 50 años en Villa Ventana y nació en Bahía Blanca. Sus padres trabajaban en la Estancia la Juliana y su madre a su vez cocinaba para los empleados del lugar. Ella nos cuenta la particularidad del nacimiento de su hermano: «Cuando nació mi hermano estábamos en el ex Club Hotel y recuerdo que en ese tiempo no se hacían cesáreas, entonces nació en Tornquist con el método de fierros fórceps porque mi mamá no llegó a Bahía.»
Mabel declara: «Yo amo este lugar, me costaría irme a otros lugares, amo la naturaleza de este lugar. Recuerdo que en aquella época nos trasladamos para acá y empezaron a trabajar con la empresa Marengo que hacía las rutas y armaban los fierros para puentes».
«Tengo recuerdos muy lindos, fui la tercera generación que pasó por la Escuela n° 21, si bien mi infancia no fue muy bella, los chicos siempre nos rebuscamos para estar bien. En cuanto a la secundaria tengo el recuerdo de Irma Esponda, ella fue siempre mi maestra de primero a séptimo año, todo lo que sé y aprendí me lo acuerdo y se lo debo a ella, siempre fue maestra, directora, portera, todo. Hoy las cosas son distintas, hoy en día los chicos no aprenden.»
Mabel se casó a los 15 años y tuvo a su primera hija llamada Patricia. Si bien hoy en día las cosas son distintas, ella cuenta cómo fue el proceso de aprendizaje y crecimiento: «Nosotras con Patri nos criamos juntas». Navarro comenta cómo hoy vive donde está y asegura no irse más. «Me fui un tiempo a Bahía con mi marido, pero tuvimos que regresar cuando mi papá estaba en un estado de salud muy crítico y tenía a mi mamá ciega. Desde ese entonces hace más de 30 años que no me muevo de acá».
Navarro tiene una postura decidida de lo que siente por este lugar: «Yo prefería Villa Ventana antes, cuando nos conocíamos todos, cuando salías a la calle, te veían pasar y tus padres sabían donde estabas. Hoy no es así, no podés tener descuidos porque no nos conocemos. El progreso no viene mal, vinieron cosas que hacían falta, crecieron las escuelas secundarias, pero antes vivíamos igual y nos arreglábamos».
«Mejor no sé, pero era más sano, una vida más sana no con la tecnología pudriénndole los cesos, conviertiéndolos en objetos. No piensan no actúan, no nada»
Mabel fue la primer portera de Villa Ventana y vivió una experiencia que le encantó. «Siempre me dediqué a criar chicos, y estar en el jardín de infantes me encantó, amo los chicos fueron 20 años muy lindos. Hoy sigo siendo portera, pero del CEPT N° 12.»
Mabel es determinante en su pensamiento y justifica lo que piensa.
«Yo cambiaría el deseo que todos tienen de exprimir Villa Ventana como comercial, es decir no queremos las cosas lindas para nosotros, sino para los demás, todo para los demás, no para los habitantes. Yo sé que ahora vivimos para el turismo y antes no vivíamos del turismo y vivíamos igual. Es difícil seguir el ritmo de los demás, es complicado porque son sentimientos contradictorios».
«Me emociono porque son cosas que ya no vuelven».