Un equipo científico explora la conexión a través de las rocas del período Jurásico, cuyo registro del campo magnético terrestre puede precisar la posición de la Península Antártica durante la separación de los continentes.
Investigadores argentinos buscan en la Antártida rocas del período Jurásico cuyo registro del campo magnético terrestre puede precisar la posición de la Península Antártica durante la separación del supercontinente Pangea, un dato que contribuiría a establecer el vínculo geológico entre la Patagonia, las islas Malvinas y el continente blanco.
El paleomagnetismo es una disciplina de las ciencias de la tierra, muy cercana a la física que se ocupa del estudio del campo magnético de la Tierra en el pasado utilizando como herramienta el registro que queda del mismo en las rocas al momento de su formación, que queda grabado a través de varios procesos físico-químicos.
El paleomagnetismo no solo ha permitido una mejor comprensión sobre la posición de los continentes en el pasado, sino también acerca de los mecanismos de generación del campo geomagnético en el núcleo interno y sus características.
La Doctora en Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), investigadora del Conicet y jefa de Geología del Instituto Antártico Argentino (IAA), Florencia Milanese, tiene a su cargo el proyecto de paleogeografía en el Jurásico y el Cretácico en el marco del Plan Anual Antártico de Argentina.
«A partir del registro que deja el campo magnético en las rocas es posible reconstruir las posiciones pasadas de los continentes. Aún faltan muchos datos sobre cómo se produjo la separación de Pangea y hay mucha menos profundización sobre cómo fue ese proceso en el hemisferio sur respecto de lo que conocemos del hemisferio norte», dijo en diálogo con Telam Milanese, también profesora de la Universidad Nacional de Luján.
En ese sentido, aseguró que se necesita investigar «mucho más sobre la separación de América del Sur de África y producir más datos sobre la Península Antártica».
«Para esta tarea es necesario identificar en el terreno rocas que sean del período Jurásico; contamos con los datos de investigaciones que Argentina hace en Antártida desde hace años y también vamos a tratar de identificar otras rocas que creemos que son del mismo período; esto se puede realizar a través estudios de los fósiles o de los isótopos radioactivos», indicó.
La científica detalló que, cuando se trabaja con magnetismo, se lo hace «con vectores que tienen dirección, sentido y magnitud», por lo que «la recolección de las muestras es orientada con una brújula».
«Ese dato es tenido en cuenta a la hora del análisis que se hace con el magnetómetro que tiene el Laboratorio de Paleomagnetismo Daniel Valencio, en el Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenos Aires (Igeba), un Instituto Conicet-UBA que funciona en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales».
El equipo formado por cuatro investigadores y una estudiante de Ciencias Geológicas trabajó este verano en la zona de la base Esperanza.
«El trabajo de campo es muy extenuante porque salimos de la base cargando todas las herramientas junto a litros y litros de agua para las perforaciones y regresamos con las herramientas y las muestras de roca en la mochila, que pueden ser kilos y kilos de piedras», contó Milanese a Télam y detalló que «no son muchas las personas dedicadas al paleomagnetismo».
Sobre la investigación, señaló que «cualquier trabajo de campo en el área de Ciencias de la Tierra permite una exploración del terreno muy profunda, y en este caso tiene una importancia especial porque podría establecer el vínculo geológico entre la Península Antártica y la Patagonia, además de aportar datos a la discusión científica sobre el bloque de Malvinas y su origen».
En este sentido añadió que «hay muchos datos permiten conocer mejor el vínculo entre el bloque de Malvinas, la Patagonia y la Península Antártica», en relación a las investigaciones que hace en alta mar el Grupo de Prospección Geológica y Geofísica Lacustre y Marina del Igeba».
El proyecto de Milanese también cuenta con los datos y las muestras que recolectó el paleomagnetista y Profesor Emérito de la UBA Juan Francisco Vilas durante la última campaña geológica a Malvinas en 1981.
En cuanto a qué rol jugó la Patagonia durante la separación de Pangea, existe una base de datos y de trabajos un poco más abundante que la que se tiene de Malvinas y de Antártida, ya que el investigador del Conicet y profesor de la UBA Augusto Rapalini, que también forma parte del proyecto, cuenta con extensa trayectoria en el tema.
«Hacer ciencia en la Antártida poniendo el cuerpo para hacer investigaciones de calidad que permitan obtener buenos resultados y publicarlos es también hacer soberanía, y ese enorme esfuerzo que hace el Estado para que podamos estar en ese territorio creando conocimiento también requiere de inversiones para disponer de laboratorios y equipamiento tecnológico para procesar las muestras que traemos de la Antártida», completó.
La base Esperanza está ubicada en punta Foca de la bahía Esperanza, en la península Trinidad, a unos 1.100 kilómetros de Ushuaia y a cerca de 3.200 de Buenos Aires.
Allí, la temperatura media en la zona es de 5 grados bajo cero con mínimas históricas de hasta -30 grados.