Muchos, ante la necesidad de realizar el viaje, lo hacen enfrentando el sufrimiento, otros deciden recurrir a ayuda profesional para enfrentar la situación y superarla.
La ansiedad, la incertidumbre y el terror a volar fueron superados por un grupo de personas que realizó este fin de semana su «vuelo de bautismo» en el marco del curso «Miedo a los Aviones», que lleva adelante una ONG que viene desarrollando esta iniciativa desde el 2017, ayudando a afrontar este problema que afecta al 30 por ciento de la población.
Muchos, ante la necesidad de realizar el viaje, lo hacen enfrentando el sufrimiento, otros deciden recurrir a ayuda profesional para enfrentar la situación y superarla.
«El primer vuelo de bautismo lo hicimos en 2017 con Latam y a partir de ahí, seguimos haciendo 3 vuelos por año, para las personas que hacen el curso de Miedo a los Aviones», explicó a Télam Carola Sixto, coordinadora del grupo e ideóloga del curso.
«Mi miedo era a lo desconocido, a no saber qué va a pasar cuando estemos dentro del avión, arriba, sin poder hacer nada para modificar la situación si algo pasa»Débora, en su primer viaje en avión
Yamila Gabarro Sparta, 31 años; Débora Napodano, 36; María Alejandra Daract, 37; Gustavo Ceferino Alaniz, 50; Sandra Marina Grace, 57; Estela Candela Rauco Oliva, 30 y Florencia Pino, 33, hicieron un círculo en un sector del hall superior de Aeroparque, que les cedió Aeropuertos Argentina 2000, concesionaria de la estación aérea.
Se vieron rostros tensos, algunas lágrimas, el temor a lo que tenían por delante, se hacía evidente. Las palabras de la psicóloga Nicole Harf, encargada de la asistencia del grupo, surtían efecto a medias.
Solo dos de los siete pasajeros volaba por primera vez. El resto ya lo había hecho, pero con un padecimiento enorme en cada ocasión y ya en el avión, en pleno vuelo, las cosas al principio no fueron muy diferentes.
Todos se sentaron en el mismo sector en el vuelo de ida, el WJ 3600 de Jetsmart rumbo a Posadas, buscando apoyo mutuo
«Yo no podía pensar en volar, imaginarlo me causaba terror, era algo que no podía manejar y eso frustraba muchos planes que teníamos con mi novio», contó Florencia. Y fue precisamente el novio, a través de una compañera de trabajo, el que la puso en conocimiento del blog en el cual se promocionaba el curso.
«Decidí hacerlo, animarme y no me arrepiento. Si alguien me decía hace un tiempo atrás, que iba a estar arriba de un avión disfrutando, le hubiera dicho que estaba loco. Pero lo pude superar y ahora vamos a planificar otros viajes. Me ayudaron mucho todos, Carola, Nicole, los compañeros, la tripulación. Todos contribuyeron a que hoy mi realidad sea distinta», señaló Florencia sin poder contener las lágrimas de satisfacción.
Débora es la otra pasajera que subió por primera vez a un avión.
«Mi miedo era a lo desconocido, a no saber qué va a pasar cuando estemos dentro del avión, arriba, sin poder hacer nada para modificar la situación si algo pasa», contó.
Al verlos bajar del avión en Aeroparque, nadie podría haber imaginado siquiera que estos siete pasajeros hubieran tenido miedo a volar
Sin embargo, Débora fue de las primeras en «soltarse», en disfrutar el viaje, en adaptarse y, a su vez, en alentar a sus compañeras para que pudiesen hacer lo mismo.
El resto, si bien había volado en una o varias ocasiones, no podía superar el temor y la aprehensión que eso suponía.
Yamila era una de las más afectadas. «El temor me supera –dijo a Télam- no lo puedo contener. Comienzo a sentir que no puedo respirar. Cada viaje que hice fue un suplicio».
Algo similar le ocurría a Sandra, quién no lograba relajarse y, sentada junto a Yamila, compartían el sufrimiento, mientras Nicole hacía todo lo posible por ayudarlas.
Gustavo también había volado, pero en su caso el temor era por lo que su cabeza imaginaba que podía pasar, catastróficamente. Para Alejandra el problema era no poder dominar sus nervios y para Candela, el miedo al miedo la superaba.
Todos se sentaron en el mismo sector en el vuelo de ida, el WJ 3600 de Jetsmart rumbo a Posadas, buscando apoyo mutuo. Poco a poco el ambiente allí fue cambiando, pero no fue hasta el viaje de regreso desde Posadas a Aeroparque, donde se vieron realmente los cambios.
Yamila cambió lágrimas por una enorme sonrisa, Sandra dijo que seguía con miedo, pero su rostro distendido y su charla amena con el resto denotaba que no tenía mayores problemas en controlarlo. Débora y Florencia era dos veteranas de vuelo más. Gustavo caminaba y charlaba olvidándose de los temores y Alejandra y Candela no evidenciaban rastro alguno de aquellas preocupaciones previas.
Al verlos bajar del avión en Aeroparque, nadie podría haber imaginado siquiera que estos siete pasajeros hubieran tenido miedo a volar.
Sandra no lograba relajarse y, sentada junto a Yamila, compartían el sufrimiento, mientras Nicole hacía todo lo posible por ayudarlas
Silvina Aliukonis, jefa de tripulantes de cabina Jetsmart, fue quien acompañó al grupo en todo el vuelo.
«La verdad es que es enormemente satisfactorio ver los resultados. Saber que, de ahora en más, vendrán muchos vuelos sin sufrimientos. Eso nos reconforta y nos alienta a seguir apoyando estas iniciativas», apuntó.
Carola comentó algunos detalles del curso, «una de cada tres personas siente algún tipo de ansiedad al volar. Hay personas que viajan igual, a pesar de la ansiedad, y otras que adquieren conductas evitativas y postergan viajes familiares o proyectos personales, con tal de no subirse a un avión».
«El programa ‘A volar sin miedo’, de Miedo a los Aviones, te propone encontrar las respuestas a todas las preguntas que te hiciste sobre los aviones, la meteorología y cómo podemos ayudar para reducir la ansiedad y el miedo», señaló.
«El curso que hacemos -cada dos meses- apunta a comprender más sobre la ansiedad y el miedo y a brindar herramientas para regular la ansiedad. No buscamos dar la idea de superar el miedo para siempre sino ayudarte a amigarte con tu miedo»Carola Sixto, coordinadora del grupo e ideóloga del curso
Y relató que el curso en sí cuanta con seis ítems a desarrollar. Los primeros son «el miedo y yo: de la incomprensión a la auto aceptación», «las técnicas comprobadas por la ciencia para aplicar en el avión» y «la aceptación de la incertidumbre. Nuevos escenarios. Cómo aprender a manejar el miedo a volar puede ayudar a manejar otros miedos».
También se trabaja «expectativas vs. realidad», «comparaciones: por qué deberíamos despedirnos de ellas» y «la idea fija. Cómo salir del estado de alerta permanente. La incapacidad de concentrarse en otra cosa». Para Carola es más que una forma de ayudar, ya que ella misma padeció el temor a volar.
«A través de las redes, lo que empezó como un blog personal -no volé por 15 años y en 2016 me decidí a buscar respuestas a todas las preguntas que me hice tantas veces- se empezó a transformar en una comunidad, donde además de los cursos, compartimos testimonios de gente que puede volar -haya o no venido al curso-, también tips de pilotos/tcps y sobre todo se fue armando como un espacio donde «sentirse comprendido y apoyado».
«El curso que hacemos -cada dos meses- apunta a comprender más sobre la ansiedad y el miedo y a brindar herramientas para regular la ansiedad. No buscamos dar la idea de superar el miedo para siempre sino ayudarte a amigarte con tu miedo, a conocerlo, reconocer las señales de la ansiedad y aplicar lo aprendido», concluyó la impulsora de www.miedoalosaviones.com.