Duele, profundamente, tener que escuchar y leer los comentarios que fueran vertidos sobre mi familia el día de ayer por integrantes del Aero Club Saldungaray.
Dicha institución y mi familia vienen vinculándose durante tres generaciones, siempre en los mejores términos de cordialidad, respeto y buena fe, claro está, hasta el momento en que dejamos de “servirles”.
Tal y como es de público conocimiento tanto mi abuelo como mi padre (titulares dominiales de las parcelas donde actualmente se encuentra instalada la pista de aterrizaje) sucesivamente han otorgado en préstamo (comodato) parte de su campo para que el Aero Club Saldungaray pueda aterrizar y despegar sus aviones, ello en sana convivencia con la hacienda que se alimentaba de las pasturas naturales y la agricultura, únicas actividades a la que se dedica mi familia en su propiedad, comunicándonos y permitiendo generosamente (por supuesto gratis) que el aero club desarrolle parte de su actividad principal.
Sin embargo, jamás ello significó ni la venta del predio ni parte del predio ni la entrega en posesión del mismo, fue lisa y llanamente una autorización de uso por medio de la cual no solo se le reconoce la propiedad a mi padre, sino que dicha autorización lo fue por un tiempo expresamente determinado y hoy vencido. Es de destacar que la supuesta compra que manifiestan tener “en acta” del mes de agosto de 1952 no solo no le consta a mi familia sino que mal podría significar una compra jurídicamente válida sin un contrato, boleto o escritura pública de mi abuelo, tanto ello así que por medio de instrumentos posteriores en mi poder, presidente y secretario del aero club firman un comodato por diez años, reconociendo la propiedad en el Sr. José Domingo Leturia, comodato que no necesitarían si fuera cierto que adquirieron el campo en el año 1952.
La realidad de los hechos, despojada de relatos parciales e interesados, es que la Municipalidad de Tornquist necesita ampliar el cementerio local por falta de espacio (lo que es de público y notorio conocimiento) y en esa inteligencia comenzaron conversaciones con mi padre a fin de cederles una parte de su propiedad para tal fin dada la importancia del mismo, conversaciones que necesariamente fueron comunicadas al Aero Club Saldungaray atento que se vería afectada la utilización de la pista de aterrizaje, obteniendo como respuesta de dicha institución un alambrado eléctrico sobre la pista y una desagradable llamada de “su abogado” manifestando que si interrumpíamos el uso de la pista o intentábamos prohibir su uso “íbamos a terminar todos presos por tratarse de un delito federal” y nos convenía en realidad hacer un “fideicomiso y armar un loteo para ganar mucha plata” (sic de su abogado). En síntesis, la cordialidad, el respeto y la buena fe que siempre existió entre mi familia (propietaria) y el aero club (autorizado), se terminó inmediatamente cuando quisimos ejercer el más mínimo y elemental de nuestros derechos: el derecho de propiedad.
Como si ello fuera poco, la pista de aterrizaje ha sido emplazada no solo sobre parcelas de propiedad de mi padre sino que la misma cruza una arteria pública (calle), la cual nunca fue abierta pero actualmente resulta necesario su apertura para poder dar salida a otras cuatro parcelas (lotes) existentes también propiedad de mi padre y que tiene intenciones de comercializar.
En prieta síntesis, ahora pretenden “sensibilizar” a la comunidad local para ponerla en contra de mi familia, quienes durante años generosamente hicimos posible la existencia del aero club, lo cual no puede significar -y no merecemos- de ninguna manera un daño a nuestro honor, a nuestro buen nombre y, por insignificante que parezca, a nuestro propio patrimonio. Existen otros campos linderos y/o cercanos al pueblo para que puedan reinstalarse nuevamente y evitar su “desaparición” como ellos manifiestan, no tienen derecho -ni moral ni jurídicamente- a responsabilizar a mi familia por su propia negligencia.
La familia Leturia siempre estuvo a disposición de la comunidad y lo seguirá estando en tanto y en cuanto se nos trate con el debido respeto que nos merecemos.
José María Leturia
DNI. 16606581