Entre un grupo de voluntarias y miembros de Cáritas llevan adelante una obra enorme, que da contención y amparo a mujeres vulnerables de la comarca y partidos vecinos.
Una frase de la persona correcta en el momento indicado puede generar cosas insospechadas. Con esa simpleza y contundencia fue germinando la semilla que hoy es, ni más ni menos, un faro de esperanza y alivio para muchas mujeres en situaciones vulnerables de toda comarca y partidos vecinos: la Casa Santa Clara de Asis.
Leticia Vázquez, voluntaria del hogar ubicado en Villa La Arcadia, recordó que “el papa Francisco en su momento anunció que las comunidades debíamos tener en cuenta esto de hacer un servicio a la misericordia”.
De ahí fue que “un grupo de integrantes de la comunidad comenzamos a charlar sobre las necesidades que tenía nuestro partido en sí, y comenzaron a surgir situaciones que existen hace muchísimo tiempo. Violencia, mujeres vulnerables”.
Siguiendo ese hilo reconoció que “a veces no sabíamos cómo abordarlas y ayudarlas, y por eso nace Santa Clara. Que sea un lugar de abrigo, de acompañamiento, hasta que ellas puedan solucionar su situación”.
Al tiempo que “comenzamos en el 2016 a elaborar el proyecto. Desde el 2017 comenzamos a hacer otras cosas referidas a la misericordia y de ahí surgieron los viajes a Carhue. Hicimos un acompañamiento a los chicos de Fazenda, que son un grupo que tiene problemas de adicciones”.
Cerrando la idea mencionó que “a partir de ahí nos dimos cuenta que nuestro camino era este. Era encontrar un espacio dónde albergar a estas chicas en situación vulnerable. Acompañarlas hasta que puedan resolver su situación, porque lleva tiempo, con amor, con paciencia y en silencio”.
En esa línea admitió que “el espacio pertenece a la parroquia. Se pidieron las autorizaciones pertinentes. Se presentó la petición y fue aprobada. Así que empezamos a juntar los materiales, se hicieron los planos… todo con donaciones. Hubo gente que aportó muebles. Otros mesadas. Una empresa donó el techo. La pintura lo mismo. En su momento nos ayudó Cáritas. Nosotros no trabajamos solos. Es en conjunto”.
Por su parte Liliana Delco, Caritas Parroquial, reconoció que “todo se ha podido concretar gracias a la voluntad y el aporte de los vecinos. Ya sea por donaciones, por mano de obra, o incluso por comprar una prenda. Puede parecer poco, pero ya con ese gesto de comprar tan solo una prenda, ya están colaborando”.
Y yendo a la contención que brindan, remarcó que “acá no se cuestiona la religión de nadie. En esta casa se las contiene y acompaña en silencio. No se hace propaganda de quién está y quién no. Todo en silencio. Es la mejor manera de acompañar”.
En tanto que Sandra Guastalli, otra de las voluntarias del hogar subrayó que “parte de la ayuda se obtiene con el proceso de producción de dulces. Inicialmente se hizo con donaciones. Hay voluntarias que hacen dulces exquisitos, en cuanto dicen que van a hacer dulces, aparecen las donaciones de frutas”.
De igual forma el “Padre Claudio donó seis árboles frutales, pensando que en el día de mañana podríamos tener nuestra propia producción de frutas, pero al no tener agua se hace muy difícil mantenerlos. Cuando se conoció esto, los vecinos nos donaron más árboles”.
Por este motivo es que “dentro de los proyectos la perforación no estaba entre las prioridades, pero ante esto, la movimos de lugar, hicimos los estudios de suelo y por fortuna no tuvimos que salir del predio para llevar adelante la obra. Estamos a mitad de esa obra, por lo que nos restarían unos 300 mil pesos. De ahí que el 9 de julio haremos una peña en el salón de usos múltiples para recaudar fondos”.