Luego de tres semanas de dudas, los especialistas encontraron el diagnóstico de la muerte de los animales en las costas de Chubut.
Luego de tres semanas de especulaciones, especialistas confirmaron la razón por la que al menos 30 ballenas murieron en las costas de Península Valdés. Según informó el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), se trata de la toxina conocida como ‘marea roja’, la cual fue encontrada en los cuerpos de los cetáceos que fallecieron entre fines de septiembre y principios de octubre en el Golfo Nuevo en la provincia de Chubut.
Tras la toma de muestras que fueron comparadas, el ICB confirmó la principal hipótesis que sostenía en un principio: “La investigación realizada hasta la fecha sostiene la hipótesis según la cual la mortandad de ballenas se debió a una floración algal nociva en el Golfo Nuevo ocurrida entre fines de septiembre y principio de octubre”.
Así se pudo determinar luego de que se llevaron a cabo las necropsias de 6 ballenas, las cuales fueron halladas en las mejores condiciones para realizar diagnósticos confiables. En un comienzo, este aspecto generaba gran confusión en los especialistas porque los cuerpos tenían la particularidad de no estar putrefactos y tampoco presentaban signos de debilidad, al contrario, todos tenían aspecto de haber estado en buena condición física.
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Al respecto, y con la aparición de nuevas ballenas muertas, el instituto destacó por qué se tomó la decisión de no tomar muestras de otros cetáceos encontrados: “No fue posible colectar muestras de 13 ballenas: 4 que vararon en áreas de uso público y 9 que estaban en avanzado estado de descomposición al momento del hallazgo o fueron removidas por el mar antes de ser examinadas”.
Aunque, mientras tanto, se colectaron muestras parciales, sin abrir cavidades, en otros 3 cuerpos que se encontraron en áreas de uso público y no pudieron ser remolcadas hacia otro sitio.
En total, esta toxina causó la muerte de 26 especímenes adultos y 4 juveniles. De las ballenas adultas 19 eran hembras, 2 machos y 5 no identificados, y de los juveniles 1 era macho y 3 no identificados, detalla el informe de la organización.
Los especialistas continuaban trabajando para analizar los 8 cuerpos restantes, los cuales fueron encontrados en avanzado estado de descomposición y en playas aisladas y de difícil acceso en el Golfo Nuevo.
La información recopilada se detalla en 9 puntos que explican las conclusiones del trabajo, entre ellos se destaca: “Las ballenas examinadas habían ingerido diatomeas Pseudo-nitzschia spp. y/o dinoflagelados del género Alexandrium complejo catenella/tamarense, productores de biotoxinas capaces de causar la muerte de aves y mamíferos marinos, incluyendo grandes ballenas”.
Además se detalla el hallazgo de “biotoxinas del grupo paralizante de moluscos tanto en el contenido gastrointestinal como en diversos tejidos y fluidos de las ballenas muertas examinadas”.
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Según se desprende de la información, las principales ballenas afectadas fueron las hembras adultas, las cuales tenían mayor demanda energética por estar amamantando a sus crías en los golfos de Península Valdés, y suelen alimentarse de plancton en esta época del año.
“Las toxinas detectadas fueron neosaxitoxina en orina de 2 ballenas y en contenido intestinal de 1 ejemplar, en la cual además se halló saxitoxina y gonyautoxinas (estas en menor medida) y también saxitoxina en contenido intestinal de 1 ballena e hígado de 2″.
La aparición de los cadáveres de los cetáceos coincidió con la aparición de ejemplares sin vida de aves y lobos marinos, en los que también se comprobó la presencia de toxina paralizante de moluscos en cantidades significativas.
El parte asegura que “desde el 10 de octubre no se han registrado nuevas muertes de ballenas, lo que coincide con un marcado descenso en la abundancia de la especie productora de toxinas paralizantes en el plancton y en los niveles de biotoxinas en moluscos del Golfo Nuevo”.