El presidente Alberto Fernández dejó inaugurado hoy el 141° período de sesiones ordinarias del Congreso, el cuarto desde el inicio de su mandato en 2019, con un discurso de casi dos horas, en el que no faltaron cruces con la oposición sobre el final del mensaje, que cosechó fuertes respaldos por parte de los legisladores del oficialismo, sobre todo cuando cuestionó el accionar de la Corte Suprema de Justicia.
«Es un honor que me insulte», llegó a expresar irónico el Presidente al diputado macrista Fernando Iglesias, cuando airadamente vociferaba desde su banca contra el primer mandatario.
Y hasta amonestó con un «no es para reírse» cuando notó algunas expresiones presuntamente jocosas al presentar a una mujer que estaba en uno de los palcos, que es madre soltera, víctima de violencia de género y consiguió trabajo estable.
Fernández arribó al Parlamento puntualmente a las 11.30 y fue recibido en la explanada del Palacio Legislativo, sobre la avenida Entre Ríos, por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que lo acompañó al salón Azul del Senado para la firma del libro de actas, junto a la titular de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, y la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma Abdala.
En las afueras del Congreso se podían observar carteles y pasacalles de apoyo al Presidente y a la Vicepresidenta con la leyenda «Cristina, La Matanza está con vos».
«Sin proscripciones, Cristina presidenta», decía otro de los carteles, en tanto que en la Plaza de los dos Congresos se podían ver otros con la leyenda «Alberto 2023».
Los primeros en arribar al recinto fueron los diputados de La Libertad Avanza Javier Milei y Victoria Villarruel, que se ubicaron como lo hacen habitualmente en las últimas bancas del recinto, al lado de los diputados del Frente de Izquierda, que colocaron carteles de «Alberto elegiste a los bancos» y «Todo el apoyo al paro docente».
Al iniciar la ceremonia, Cristina Fernández, que lució un conjunto de color rosado, presidió la Asamblea, y pidió un aplauso para las mujeres, al hacer referencia a las tres que por primera vez presidieron la sesión, y se ubicaron en el estrado principal, en referencia a ella misma, Moreau y Abdala.
Lo mismo hizo el senador del FDT José Mayans, al pedir la palabra antes de la llegada del Presidente. Afirmó: «Primero quiero expresar mi alegría de verlas a las tres mujeres por primera vez después del voto femenino» presidir una Asamblea Legislativa. «Pero después tengan en cuenta el voto masculino para estar nosotros ahí también en el estrado», bromeó el senador por Formosa en su alocución.
En cuanto a la vestimenta de las mujeres sobresalió el color fucsia que eligieron las diputadas Rosana Bertone y Marcela Passo y el clásico vestido negro, mientras que el diputado del FDT Federico Faggioli llegó al recinto con una remera negra con la imagen de Evita.
Frente al estrado se ubicaron en semicírculo los senadores Guillermo Snopek, recientemente alejado del bloque oficialista, así como Adolfo Rodríguez Saá, Oscar Parrilli, Ricardo Guerra, Pablo Yedlin, Matías Rodríguez y María Eugenia Duré, entre otros.
En tanto, en uno de los palcos del primer piso se ubicaron los ex presidentes de la Cámara de Diputados Eduardo Camaño, Julián Domínguez y Sergio Massa, actual ministro de Economía, que se sentó en ese lugar, a diferencia del resto de sus colegas de gabinete nacional, que lo hicieron, como es tradición, en los palcos bandeja al lado del estrado principal.
Durante el discurso del Presidente, los diputados del PRO Cristian Ritondo, presidente de esa bancada, y Fernando Iglesias permanecieron la mayor parte de espaldas al primer mandatario, con sus celulares en la mano, y casi sin prestar atención al mensaje.
El primer mandatario mencionó los casos de nueve personas beneficiadas por políticas públicas de índole científico, educativo, laboral, previsional, entre otras.
Esas personas, presentes en el recinto, agradecieron desde los palcos.
«Hay otra historia, es la historia de las personas de carne y hueso cuyas vidas han mejorado, cuyos derechos han sido reconocidos. Argentina es sustancialmente mejor que hace tres años», resumió Fernández.
El momento más tenso de la sesión se produjo casi al final del mensaje, cuando Fernández mencionó la situación de la Ciudad de Buenos Aires, a raíz del fallo de la Corte Suprema sobre la coparticipación que benefició al distrito porteño y su defensa del proceso de juicio político a los integrantes del máximo tribunal, que se inició en la Cámara de Diputados.
El tono enfático, con la voz alzada, recibió aplausos del oficialismo y silbidos de parte de los legisladores opositores, quienes desde sus bancas rechazaban a los gritos ese tramo del discurso.
Tras definirse como «orgullosamente porteño», Fernández aseguró que «mientras que muchas provincias necesitan realizar obras que permiten asegurar servicios tan esenciales como el agua potable para sus habitantes, la Corte Suprema aseguró cautelar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la ley de coparticipación vigente».
«Basta de mentir», gritaban los opositores desde sus bancas, incluido el propio Fernando Iglesias, a quien el Presidente debió pedir silencio, lo cual mereció airada respuesta del diputado del PRO. Y Fernández le dijo «un honor que me insulte, Iglesias».
En tanto, algunos diputados como Graciela Camaño y Alejandro ‘Topo» Rodríguez, de Identidad Bonaerense, y los socialistas Mónica Fein y Enrique Estévez se retiraron del recinto en rechazo de la mención del Presidente al juicio político a la Corte Suprema, que se analiza en comisión en la Cámara baja, a instancias del mandatario junto a una decena de gobernadores.
El tenso momento continuó hasta el final del discurso, que debió subir el tono para seguir con su mensaje, por los gritos de los legisladores opositores.
El discurso concluyó con un matiz conciliador llamando a los argentinos «a dar vuelta la página del tremendismo y el desánimo, a encarar con coraje los grandes desafíos de nuestro futuro como país».
Aseveró que «es hora de dejar de lado las mezquindades, las pequeñas rencillas y los narcisismos».
Los legisladores del oficialismo festejaron el contenido del mensaje, aplaudiendo de pie al primer mandatario y entonando la marcha peronista.