El 3 de marzo se celebra el Día Mundial de la Audición y la OMS tiene como objetivo este año destacar la importancia de integrar el cuidado del oído y la audición en la atención primaria, ya que estima que más del 60% de los casos pueden ser identificados y abordados en un nivel de atención primaria.
El último Informe Mundial sobre la Audición publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportó que más de 1.500 millones de personas tendrán algún tipo de disminución de la capacidad auditiva, de las cuales al menos 430 millones necesitarán atención.
Según un relevamiento del Hospital de Clínicas, el 84% de los consultados dijo que el ruido impacta en su calidad de vida general, un 87% aseguró que afecta su humor y estado de ánimo y 73% en su salud física, y remarcó que se trata de un problema en aumento que se replica en todas las ciudades del país con alta urbanización y tasa poblacional.
En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, 8 de cada 10 porteños refirieron haber padecido algún efecto adverso a causa del ruido y haber tenido que interrumpir alguna actividad diaria por ruidos molestos.
«Debemos cuidar nuestra audición frente a la exposición a ruidos intensos y durante un tiempo prolongado» para mantener una buena salud auditiva, aseguró a Télam Natalia Ippolito, fonoaudióloga del Hospital de Clínicas, quien advirtió que «la cantidad de tiempo que se puede estar expuestos sin riesgos disminuye en relación al incremento de la intensidad del sonido, por lo que en caso de trabajar en ambientes con ruido intenso siempre se deben usar protectores auditivos».
La especialista señaló que el uso de auriculares representa una preocupación, así como las altas intensidades de sonidos a las que estamos expuestos en bares, boliches y lugares recreativos en general.
La OMS estima que más de 1.000 millones de adolescentes y jóvenes se exponen al riesgo de sufrir una pérdida de la audición permanente, a menudo sin saberlo, por escuchar música a gran volumen durante períodos prolongados.
En ese sentido, Leslie Nicolau, médica del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Posadas, señaló a Télam que para utilizar auriculares es recomendable no sobrepasar entre el 50% y 60% del volumen total, intentar no estar en un ambiente con muchos sonidos diferentes al mismo tiempo y, el más importante, tomarse períodos de descanso.
«Si uno usa el teléfono o algún equipo de música durante una hora, es importante poder tomarse por lo menos 10 minutos para que los oídos descansen», apuntó.
Otro de los cuidados contempla no introducir elementos extraños en el oído (como hisopos) ya que ese órgano está protegido por el tímpano cuya integridad también resguarda al resto del oído interno.
Las afecciones auditivas pueden causar zumbidos de oídos, sensación de «oído ocupado» o «tapado», disminución de la sensibilidad auditiva, fatiga, alteración del sueño o irritabilidad y siempre se debe consultar a un médico otorrinolaringólogo para evaluar patologías de oído medio como infecciones crónicas y evaluar la audición.
«En niños pequeños los trastornos en el lenguaje y aprendizaje pueden ser indicadores de problemas auditivos», señaló Nicolau, quien indicó que en personas de más de 50 años las alteraciones en la comprensión del lenguaje «ameritan un examen audiológico pensando en la posibilidad de hipoacusias», que es el nombre que los especialistas le dan a las pérdidas de audición.
Más del 65% de las personas mayores de 60 años sufren la pérdida de la audición, según la OPS.
«Es muy importante el control estricto del embarazo para evitar infecciones y situaciones que podrían favorecer a que el niño manifieste una hipoacusia, o que requiera un parto prematuro, lo que suman factores que podrían afectar la audición a largo plazo», dijo a Télam Santiago Alberto Arauz, del Instituto Otorrinolaringológico Arauz.
Además de los 1.160 millones de personas con pérdida de audición leve, la OMS estima que en unos 400 millones ese déficit es de moderado a grave y casi 30 millones tienen una pérdida de la audición profunda o completa en ambos oídos.
Influyen en la trayectoria auditiva características genéticas y factores biológicos (como trastornos de salud o enfermedades), comportamentales (como los modos de vida) y ambientales.
Arauz indicó que los controles anuales deberían realizarse en la primera infancia y a partir de los 60 años, y en la población intermedia aconseja un control cada dos o tres años, a excepción de quienes tengan antecedentes familiares con hipoacusia o enfermedades como otoesclerosis y otitis media crónica.
Las pruebas que se hacen para detectar hipoacusia o el grado de hipoacusia «no son invasivas», por lo que se pueden hacer en niños y adultos, aseguró Nicolau.
«Hay pruebas iniciales que se hacen en consultorio y, de acuerdo al tipo de sospecha diagnóstica, se van complejizando. Son estudios de fácil accesibilidad que están disponibles para toda la población», finalizó.