(Por Nahir del Buey) Organizaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza aseguraron que una de cada ocho especies animales y vegetales se encuentran en peligro y que esto «amenaza la propia existencia humana», ya que «son los encargados de mitigar las crisis ambientales», en el marco del Día Mundial de la Vida Silvestre que se conmemora este viernes.
Por este motivo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tituló como lema de este año «Alianzas en favor de la conservación de la vida silvestre» para concientizar sobre esta problemática.
«La flora, la fauna y otros elementos de la vida silvestre son centrales para mantener los servicios ecosistémicos que aseguran la vida en la tierra. Estos servicios tienen que ver con el estado del agua, la fijación del carbono, la regulación del clima, la purificación del aire, por eso, cuando los humanos empezamos a alterar esos ecosistemas desatamos situaciones que son negativas», explicó a Télam Manuel Jaramillo, director de la Fundación Vida Silvestre (FVS).
Así, remarcó que «la pérdida de muchas especies puede llegar a generar condiciones que amenazan a la propia existencia de la vida humana en la tierra».
En concordancia con esto, Sebastián Di Martino, biólogo y director de conservación de Fundación Rewilding Argentina, hizo hincapié en que «todas las especies animales y plantas tienen un valor intrínseco, es decir, derecho a seguir viviendo como nosotros», pero además «los ambientes naturales son nuestros principales aliados para mitigar las principales crisis ambientales que estamos sufriendo, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad hasta proliferación de enfermedades».
En este sentido, señaló que «un ecosistema degradado es un ecosistema que no funciona bien».
De acuerdo al informe «Planeta Vivo Global 2022», difundido por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés), las poblaciones de aves, mamíferos, peces y otras formas de vida que son monitoreadas por diversos proyectos científicos disminuyeron en un 69% entre 1970 y 2018, y se calcula que entre el 1 y el 2,5 % de las especies ya se han extinguido.
«En Argentina los que más han sufrido son los grandes mamíferos y aves, los que se llaman ‘especies claves’, ya que, tienen un rol ecológico para restaurar ecosistemas completos», detalló Di Martino.
El director de Rewilding ejemplificó que al extinguir al guacamayo rojo, «no hay nadie que se coma los frutos y disperse sus semillas, generando que el bosque pierda capacidad de regeneración».
Otro ejemplo, es el de el yaguareté que se le ha extinguido el 95% de su área de distribución original.
«Cuando no están presentes los grandes depredadores hay otras especies que empiezan a proliferar, porque no está su función regulatoria de herbívoros. Estos aumentan en número lo que afecta a la vegetación, que hacen que con la fotosíntesis se capture el carbono de la atmósfera, mitigando el efecto invernadero del cambio climático», explicó.
Además, «el depredador elimina a los individuos más débiles o enfermos que son los más fáciles de cazar, y cuando faltan la tasa de prevalencia de enfermedades es mayor».
Algunas especies amenazadas en nuestro país son el yaguareté, el huemul, el guacamayo rojo, el venado de las pampas, el delfín franciscana, el oso hormiguero gigante, el tiburón escalandrún, el pecarí quimilero y la lagartija de las dunas.
Entre los principales factores que llevan a poner en peligro a las especies se destacan la caza furtiva, la degradación y destrucción de sus hábitat naturales, el tráfico y comercio ilegal de fauna, la introducción de especies exóticas, la contaminación y el aprovechamiento no sustentable de una especie.
«Lo que más condiciona la pérdida de especies es el daño de su hábitat, por eso hay que implementar las normas vigentes como la Ley de Bosques o una Ley de Humedales es central para asegurar esos espacios ‘hoteles de aves migratorias’ que necesitan de ellos para su alimentación y descanso», manifestó Jaramillo.
Otro factor en el que puso el acento sobre la pérdida de biodiversidad es el mascotismo, que «fue disminuyendo ya que la gente ha comprendido que los animales para mascota son sólo los domésticos, pero sigue habiendo tráfico principalmente de aves y reptiles, donde se capturan madres y quedan las crías sin alimento o otros mueren en el transporte, además animales que han tenido contacto con humanos durante mucho tiempo no pueden ser reintroducidos en su hábitat natural».
«Hay que aprovechar el cambio de paradigma de construcción social que hay con el vínculo con la fauna para corregir los errores del pasado y transformarlo en una oportunidad para potenciar la vuelta de la vida silvestre a los espacios de los que no debieron desaparecer», concluyó Jaramillo.
Con respecto a las políticas de conservación, fuentes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación enumeraron a Télam que se está trabajando en la creación de áreas protegidas, como parques nacionales y reservas naturales; en el control de especies exóticas invasoras; la implementación de planes de manejo de fauna silvestre, con el objetivo de protegerlas y gestionar su población de manera sostenible; y en la difusión, educación y sensibilización de la temática.
Por otro lado, mencionaron que el proyecto de ley de bienestar animal, que surgió del debate público y federal, contempla la protección y bienestar de la fauna silvestre, y establece medidas específicas para prevenir la explotación, el maltrato y la degradación de sus hábitats, con el objetivo de garantizar su conservación y bienestar, además de la reconversión de zoológicos y acuarios.
El 3 de marzo fue la fecha proclamada por la ONU en 2013 para celebrar el Día Mundial de la Vida Silvestre como conmemoración del aniversario de la aprobación en 1973 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, en sus siglas en inglés).