Antes de abordar el avión de regreso, el ministro de Economía, Sergio Massa, le confirmó al equipo que lo acompañó a China que entre el 12 y el 14 de junio viajarán a Washington Lisandro Cleri, Gabriel Rubinstein y Marco Lavagna para encarar lo que algunos llaman «discusión de la última milla» con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por el desembolso adelantado solicitado por la Argentina.
El programa con el organismo ocupaba un espacio central en la agenda de Massa antes de que se instalara cinco días en el gigante asiático, pero una vez finalizada la gira por Shanghái y Beijing la renegociación con el FMI quedó otra vez en el primer orden de las prioridades.
El ministro no descarta sumarse él mismo al viaje a Estados Unidos si fuera necesario, contaron desde la comitiva que compartió con él las últimas evaluaciones de lo que se logró en Beijing.
Otra opción sería monitorear las novedades desde Buenos Aires, a través de una videoconferencia.
En el staff del Palacio de Hacienda que voló 19.200 kilómetros hasta China consideran bien encaminadas las conversaciones con el Fondo, aunque en paralelo y de manera continua figuras determinantes del quinto piso de Hipólito Yrigoyen 250 mantienen contactos con funcionarios del Gobierno estadounidense.
Estas consultas se convirtieron en un clásico al acercarse las definiciones, dado que la Casa Blanca tiene poder de veto por su condición de contribuyente mayor del organismo.
Entre los interlocutores de EEUU que suelen mediar con posturas más comprensivas hacia la Argentina se encuentran varios hombres del Departamento de Estado que en los últimos años visitaron el país.
Entre ellos están el asesor principal para América latina de Joe Biden, Juan González, y el senador demócrata Christopher Dodd.
En una muestra de ese tipo de posturas, González exhortó el viernes al FMI a «demostrar que puede responder a ‘retos’ económicos como el que está atravesando la Argentina».
Lo hizo durante un discurso en una actividad del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el think tank Diálogo Interamericano.
Sobre la incidencia de EEUU en el FMI, en el equipo económico observan que en la revisión del programa de Argentina reaparecen una vez más las dos posiciones paralelas de Washington.
Por un lado, el Departamento del Tesoro, históricamente más duro; por otro, el Departamento de Estado, más proclive a flexibilizar.
A este panorama se le suma otra contradicción, la de cómo se distribuye el poder interno en el directorio del FMI: la tensión entre quienes responden a EEUU y aquellos designados por la Unión Europea.
Este clásico del organismo se profundizó en los últimos meses por los diferentes criterios que mostraron estadounidenses y europeos ante el paquete de ayuda que el Fondo concedió a Ucrania a fines de marzo, en medio de la guerra con Rusia.
Estas diferencias se reflejan en la puja entre la titular del Fondo, la búlgara Kristalina Georgieva, que representa a Europa, y la número 2, Gita Gopinath, que suele expresar las posiciones del Tesoro.
En este contexto, Argentina profundizará en los próximos días las tratativas para alcanzar el desembolso anticipado -el famoso «puente»- mientras transita la cuenta regresiva de la negociación.
Para el 21 de junio está pautado el siguiente vencimiento de deuda, en este caso por US$ 926 millones.
El objetivo de Economía es resolver la negociación antes de esa fecha.
Entrando en los detalles, en el Palacio de Hacienda consideran irrenunciable la potestad de usar los dólares para frenar corridas, con intervenciones en los mercados.
Esa definición ganó peso en los últimos días luego de que entre los colaboradores de Massa circulara un estudio interno sobre los precios de mayo que, según el testimonio de los funcionarios, reflejaba que la intervención cambiaria tiene efectos contra la inflación.
También, que los dólares financieros generan expectativas y construyen precios.
Con estas prioridades para la agenda que se viene, el Gabinete económico que se trasladó por casi una semana hasta la República Popular partió en la tarde del sábado (18 horas de Beijing, 7 en la Argentina) de regreso a Buenos Aires.
Encabezada por Massa, la delegación se completaba con el ministro de Transporte, Diego Giuliano; los secretarios de Energía, Flavia Royon; Agricultura, Juan José Bahillo; y Relaciones Financieras Internacionales, Marco Lavagna; el presidente de YPF, Pablo González; y el titular de Energía Argentina (exEnarsa), Agustín Gerez.
En las actividades también hubo espacio para una comitiva parlamentaria, con la titular de la Cámara baja Cecilia Moreau y el presidente del PJ bonaerense Máximo Kirchner.
A modo de balance, el vuelo de regreso era de satisfacción por los tres objetivos alcanzados.
En primer lugar, se había logrado ampliar y renovar por tres años el swap con China para fortalecer las reservas con un porcentaje de US$ 5.000 millones autorizado para todo uso.
Esos fondos, preferentemente destinados al intercambio comercial con Beijing, pueden extenderse en otros US$ 5.000 millones, en caso de ser requeridos.
El segundo logro fue que el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) del bloque de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) resolviera -por impulso del primero de esos países- incorporar a la Argentina a esa entidad financiera.
La postulación de Argentina será votada en la próxima asamblea de los «gobernantes» de la institución (ministros de Economía y presidentes de Bancos Centrales), en la primera semana de agosto.
Esta decisión, con muchas chances de concretarse porque cuenta con el aval de Brasil y China, permitirá que la Argentina pueda acceder a mecanismos de asistencia financiera y créditos «blandos» ante eventuales situaciones de «estrés», como la caída de las exportaciones agroindustriales por una sequía.
El tercer objetivo alcanzado reflejó la voluntad de las autoridades políticas y empresariales de China de ratificar una relación estratégica integral con la Argentina.
Un vínculo que en la visita de Massa se profundizó con la adhesión al Plan de Cooperación de la Iniciativa de la Ruta y de la Seda, la principal apuesta del gigante asiático en su vínculo con el mundo.
En números, estas decisiones -propias de una relación privilegiada- se reflejaron en los más de diez proyectos de inversión con financiamiento de bancos chinos que Massa anunció en los últimos días de su visita por una cifra que ronda los US$ 3.200 millones.
(Por Martín Piqué, enviado especial).-Télam