La voz de la comarca se refirió al reciente galardón recibido por parte del Concejo Deliberante de Tornquist. “Fue una sorpresa y una alegría enorme” aseguró.
No debe haber oído en la región que alguna vez no haya caído en los encantos de la voz única de Fabio González. El majestuoso intérprete de nuestra comarca recibió días atrás un grato reconocimiento por parte del Concejo Deliberante, y ese dato sirvió de disparador para una nueva entrevista.
En diálogo con Claudio Masson dentro del micro Tiempo Educativo, el cantante explicó que “nací en Tornquist porque no había hospital en Tres Picos, pero me crié hasta los 11 años allí. Luego me vine a Tornquist con mi abuelo y ya me radiqué acá, creciendo y haciendo familia”.
Sobre esta condecoración, sostuvo que “fue una alegría inmensa ser nombrado embajador del distrito. Les quiero agradecer a los concejales. Toda mi vida viví de la música. Mi profesión principal fue esa. Debido a algunos logros que tuve decidieron nombrarme de esa forma. Estoy muy contento. Fue una sorpresa y una alegría enorme”.
Yendo hacia atrás en el tiempo, reconoció que “ya de chiquito silbaba. A los cuatro años ya silbaba tangos de forma afinada. A mi familia le llamaba la atención. La primera canción que aprendí fue Caminito. Y mi hermano, ni lerdo ni perezoso, cuando el tren pasaba, ahí me hacía cantar. Primero desde el andén y después los guardas nos conocían, nos hacían subir y yo cantaba. A los 9 años me llevaban a cantar a las radios. Cantaba paso doble y folk track con orquestas en vivo”.
En otro pasaje de la charla, y consultado sobre si alguna vez le habían sugerido volcarse por otra profesión, confirmó que su “viejo principalmente me decía que me dedicara a otra cosa. A los 12 años ya integraba una orquesta. Cuando me iba de gira me decía, escúchame, ya tenés mujer e hijos… salis con la guitarrita, ¿A vos te parece? Y yo le respondía que sí, que la música siempre me iba a dar de comer. Siempre tuve la convicción. Tuve una crianza muy humilde, en un ranchito de adobe, con piso de tierra y sin luz”.
Por último admitió que “a lo largo de mi carrera tuve ofrecimientos para radicarme en Buenos Aires; una vez hasta me daban casa en Merlo. Después un empresario me quería llevar a Puerto Madryn porque creía que mi carrera iba a ser mejor desde allá. Y después me quisieron instalar en Bahía Blanca por un tema de accesibilidades. Pero nunca acepté. Nunca me quise ir de acá”.