Pucará de Tilcara, escenario arquitectónico que permite adentrarse en el modo de vida de los primeros pobladores del lugar y en los saberes que heredaron a través de la oralidad, se ha convertido en un sitio para revalorizar la diversidad cultural en la región y la historia de la arqueología en el país, al traslucir la evolución de un rico diálogo entre los conocimientos académicos y los indígenas.
Antiguas viviendas recreadas, plazas, tumbas y espacios ceremoniales de quienes habitaron el Pucará (fortaleza), forman parte del también denominado antigal (antiguo pueblo) o ciudadela de altura, en el que las primeras investigaciones datan de 1908 por parte de investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Tales investigadores impulsarían luego la idea de un complejo museístico que comprendiera la reconstrucción del sitio, en un trabajo que no podría haber sido de otra forma que colectivo, con indígenas locales, lo que propició lecturas que se fueron transformando y consensuando sobre los diversos procesos sociales y culturales, e incluso sobre las demandas actuales.
«El Pucará es el único sitio investigado desde hace 100 años, hoy con una mirada en la que participamos y aportamos conocimientos», comentó, en diálogo con Télam, Horacio Galán, quien se define como un «indio intelectual» y trabaja hace siete años como parte de un grupo de cinco guías nativos del lugar.
«Pertenecemos a los pueblos originarios de acá y desde esa mirada tratamos de articular todos los saberes ancestrales que hemos aprendido en la casa con los saberes técnicos, de la academia», agregó sobre la «tarea pedagógica» que asumen para con los visitantes, en la que incluso, relató, avanza en recordar experiencias de su infancia en el sitio.
Respecto al trabajo de guia, en el que se recorren puntos de interés interpretativo por senderos delineados, todo a lo largo de apropiadamente una hora y media, Galán indicó que la idea es que los grupos se vayan entendiendo que «los saberes indígenas son tan válidos hoy como los académicos, nada más que fueron históricamente invisibilizados, por esa construcción del otro ignorante, feo, bruto, el del malón».
El proceso ocupacional que se aborda data de entre fines del siglo XI y el momento de contacto hispano-indígena, en el siglo XVI.
«Les hablamos de los preincaicos, que inventaron la llama, muchos rituales y tecnologías antiguas», acotó Galán respecto a la información que brindan, que «está alojada en la memoria del pueblo y que se traduce en prácticas como el uso de la hoja de coca, en los maíces que cultivan, las papas, y todo lo que transmiten los abuelos».
«Es una gran oportunidad de vida estar guiando en este sitio. Estar acá es hacer un relato autobiográfico, pero pensado en un sentido étnico, donde hay una memoria colectiva que le transmito a la gente», valoró del rol que asume.
«Y en el mundo andino -continuó- es fundamental la oralidad, por eso es que hacer un relato acá es muy importante, y encima desde un lugar de poder y con un marco jurídico en el país que reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas y que está acompañando a esos saberes ancestrales».
«La gente se va entendiendo que hay una Argentina moderna en la que la identidad fue una construcción monolítica, que los pueblos originales tenemos formas de conocer, comprender y organizar el mundo de manera diferente, y que hoy sí hay una reflexión sobre ello», completó.
En ese sentido, también puso en valor el trabajo colectivo en el sitio, que «estaba en ruinas» cuando llegaron los primeros investigadores a «limpiar y poner las bases de la arqueología» y que hoy suma 100 años de historia que reflejan «cómo cambió la mirada desde la arqueología y la antropología, y por ende el concepto de indio también».
La visita por el Pucará de Tilcara consta de un recorrido corto, para quienes presenten alguna dificultad física, y uno largo, que se recomienda realizar con unos de los guías pero también se puede resolver de manera libre, con la lectura de un folleto que se entrega y de cartelería dispuesta que va marcando los puntos de interés.
Por medidas de conservación, solo se permite el ingreso de hasta 250 personas en un mismo momento.
En temporada alta, se llega a registrar el ingreso de 1.500 personas al día, según estimó, también en diálogo con Télam, Inés González de Prada, coordinadora del Centro Universitario Tilcara (CUT), sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y del que forma parte el visitado sitio arqueológico «Pucará De Tilcara».
Para ingresar al lugar existe una entrada general de 1.500 pesos, aunque es gratis tanto para quienes residen en Jujuy, como para investigadores de la UBA, docentes, no docentes y estudiantes.
Los niños de hasta 12 años tampoco pagan, en tanto que existe una tarifa especial para contingentes de escuelas y jubilados que lleguen de otras provincias.
Como espacio con una comprometida misión educativa, se estimula -comentó González de Prada- una agenda con visitas especiales, por ejemplo para la Noche de los Museos, y también ajustadas a la demanda de grupos de estudiantes de todo el país que llegan hasta el lugar, lo que se logra mediante un sistema de reserva que se encuentra habilitado de manera online.
«Siempre estamos buscando poner a disposición de los visitantes este cruce de saberes, lo más importante es la interpretación del presente en relación a un pasado habitado», valoró González de Prada al respecto.
«El sitio además de ser un lugar que te permite pensar el modo de vida en una temporalidad específica, es una larga línea de tiempo sobre la disciplina arqueológica, sobre la conformación de la ciencia en la Argentina», completó González de Prada al resaltar también los más de 100 años de historia de trabajo académico y territorial en el lugar.