Hace un tiempo, en uno de nuestros artículos, comentábamos una publicación de la Nueva Provincia, donde se pedía a las embarcaciones que circulan por el Canal principal del estuario de Bahía Blanca, que naveguen con precaución, debido a la presencia de ballenas francas. En esa nota analizábamos como operan ciertos grupos allegados al ámbito portuario, con aparente preocupación por la fauna marina.
Es sabido que solicitar a las embarcaciones una navegación precautoria, es insuficiente, ya que uno de los principales riesgos de las ballenas es la colisión con los navíos, que en general van a una velocidad mayor que los cetáceos. En ese artículo explicábamos, entre otras cuestiones, que la única forma de asegurar que estos animales marinos no se vean afectados, es que detengan las hélices, que paren, que se queden quietos, en silencio, que no las perturben el tiempo que sea necesario, hasta que retomen su camino a mar abierto. Pero eso y por una serie de razones que narrábamos en la nota, difícilmente se busca lograr.
Parece que nos leyeron. Y enviaron intimaciones para acallar nuestras voces, en el formato de carta documento. Solicitan que bajemos de nuestras redes publicaciones donde se los nombren. No hay problema. Las bajamos.
En definitiva ¿de qué le sirven las cartas documentos, a las ballenas, delfines, tortugas marinas, que mueren en la ría por contaminación, inanición y redes ilegales?. ¿De qué les sirve a los guanacos cazados en las islas o al estuario agonizando, nuestras internas?. De nada. Porque el dragado se sigue profundizando, lastimando el lecho que da vida a numerosas especies. Los cangrejales siguen siendo asfaltados para ganar hectáreas a la actividad portuaria. Los barcos amarillos siguen desplegando sus redes. La industria petrolera y gasífera, va ganando espacio, solo para hacernos cada vez más pobres y contaminados.
Vamos perdiendo por goleada. Y no porque decidimos bajar este o aquel artículo, debido a la intimación, sino por algo mucho más profundo, más doloroso: el humedal está muriendo y no podemos evitarlo. No nos interesa dedicar energías a responder cartas documento. Bajamos todo. Porque y a la vez, todo ya se sabe.
En aquél artículo les pedíamos a las ballenas que se vayan. Que se salven. En este se lo pedimos a la biodiversidad toda. Vayansé!. Rescátense. Porque nadie las va a ayudar. Existe todo un aparato económico, dedicándose a solapar sus heridas. Silenciando a una de las pocas ongs que se le animan. No están de su lado. Están del lado de las hélices dañinas y de la contaminación empresarial. Váyanse por favor. Porque lo que se viene es peor. Ya están instalando los caños que como venas harán circular la sangre negra de la fauna extinta: el petróleo. Está anunciado: el Puerto Galván vuelve a ser petrolero. Nuestro destino está marcado y es de color negro.
Váyanse. Sálvense. Rescátense. Nosotros seguiremos clamando por ustedes. Poniéndole voz a su sufrimiento. Para que se sepa. Para que se conozca en profundidad. Y en el caso de que nos quieran amordazar, acallar o nos impidan gritar, susurraremos, porque hasta el murmullo más leve puede silenciar la maquinaria desarrollista cuando dice la verdad.
Por último agradecemos a los medios de comunicación, a quienes les pedimos que levanten algunos de nuestros artículos de la red, en el entendimiento de que lo más importante siempre es el mensaje conservacionista, que nos dan la posibilidad de replicar en forma independiente de su opinión, ya que actúan como promotores de la diversidad de ideas, en el marco del derecho a la libertad de expresión. Por ello desde Silice ong, a cada uno de estos comunicadores: Gracias!