José Alberto Auzmendi trabajaba en el senado en aquellos tiempos de gloria histórica. “Fue todo un cambio donde hubo que recomponer el congreso” afirmó.
Al cumplirse 40 años del regreso de la democracia los testimonios sobrevuelan y permiten pintar el cuadro completo. Una de esas voces que se oyó esta mañana fue la de José Alberto Auzmendi, el cual se encargó de poner en contexto su situación.
“Ingrese al senado en el año 1974 a través de un concurso que se realizó para integrar una comisión revisora de cuentas. A partir de ahí fui cumpliendo diversas funciones. En la etapa del gobierno militar hubo una diáspora de empleados y con la vuelta a la democracia estuve en la mesa de entrada del senado, en donde en el año 1986 fui subdirector. Desde ahí hasta el 2004 estuve ahí y luego pasé a diversas dependencias hasta que me jubilé en 2019” comenzó diciendo.
Según recuerda, “fue todo un cambio donde hubo que recomponer el congreso. Una gestión de Alfonsín, desde el ejecutivo, importante, en función a lo que se había comprometido en la campaña y sobre todo en esa transición democrática de un orden a otro”.
De la mano con eso no dudo en afirmar que “a partir de ese 10 de diciembre comenzó ese nuevo ciclo, donde hubo que abordar esa problemática de la tensión de la transición, sino los problemas que había en ese contexto y reclamaba la sociedad”.
Recapitulando el frenetismo que se vivió en ese arranque en ambas cámaras, mencionó que “las primeras leyes que hubo que anular fueron las denominadas leyes de la represión dela subversión. Después hubo complementarias, como la de la defensa de la democracia, u otras sobre excarcelación, libertad condicional, reincidencias… que tenían que ver sobre delitos políticos, más la ley de auto amnistía o el recurso del habeas corpus para sentencias dictadas por tribunales militares contra civiles. Todo eso hubo que tratar de inmediato”.
Al mismo tiempo resaltó que “también se votaron leyes contra actos de tortura y sobre libertad de expresión. En lo inmediato hubo mucho. También se firmó el tratado de derechos humanos con el pacto de San José de Costa Rica. Todo eso en los famosos 100 días”.
Sobre todos estos hechos sobrevolaba la máxima de que “había que garantizar la gobernabilidad, ya que el sector militar estaba agazapado y no se había desarmado todo ese sistema de terrorismo de estado. En la campaña electoral estaba esa cuestión que tenía que ver con una ley general de amnistía o vamos al juicio a las juntas. Triunfó Alfonsín, se avanzó en los juicios y después hubo que buscarle una salida política”.
En tanto que consultado sobre lo que ocurría en los pasillos del senado, afirmó que “no había defensores del régimen pero sí había poder de lobby. Había actores que jugaban, que no estaban en las instituciones y formaban parte de corporaciones. La corporación militar tenía cierta fuerza pese a Malvinas. Lo mismo que la iglesia, los sindicatos, los grupos económicos. Desde lo institucional se ven tres poderes pero hay un sistema de poder paralelo”.