Argentina ha sido testigo de transformaciones culturales profundas en las últimas décadas, moldeando su perspectiva sobre la comunidad, la política, la economía y su propia identidad. Estos cambios, impulsados por la globalización, la crisis económica y las influencias de ideologías europeas, tanto liberales como socialdemócratas, así como el avance de las tecnologías digitales, han dejado huellas significativas en la comunidad nacional. Por lo tanto, es necesario interpelar algunos de los aspectos más destacados de estas transformaciones, evaluando sus consecuencias y desafíos para el futuro de nuestra nación.
Uno de los cambios más notables ha sido la transición de una comunidad basada en la solidaridad, cooperación y participación, hacia una sociedad marcada por el individualismo, la competencia, el consumismo y la fragmentación en colectivos y tribus urbanas. Esta (in)evolución ha llevado a la pérdida de valores fundamentales como la justicia, la unidad, la igualdad y la dignidad, contribuyendo al aumento de fenómenos negativos como la violencia, la corrupción, la pobreza y las desigualdades.
Otro cambio significativo se ha manifestado en la transición de la percepción de la persona humana a la del individuo, de un ser social, histórico y político a un objeto económico, funcional, consumista y despolitizado. Esta transformación ha implicado la desvalorización de la identidad nacional, la cultura popular, la memoria histórica y la participación comunal, dando lugar a la sobrevaloración de aspectos menos trascendentales como la vulgaridad, la alienación, el olvido y la apatía. Es importante destacar que se han visto afectadas tanto la masculinidad como la feminidad en este proceso.
Uno de los factores clave que ha influido en estos cambios culturales ha sido la implementación de políticas que responden a los intereses globales, adoptando modelos de desarrollo y gestión pública basados en ideologías liberales y socialdemócratas. Estas políticas han promovido el neoliberalismo económico, llevando al ajuste fiscal, la privatización de servicios públicos, la flexibilización laboral, la desregulación financiera, la concentración económica y la integración subordinada al mercado global.
Como consecuencia, se ha profundizado la crisis económica que afecta al pueblo argentino, manifestándose en la caída del producto bruto interno, la inflación, la devaluación de la moneda, la fuga de capitales, la pérdida de reservas, la disminución de la inversión privada, la precarización laboral, la erosión del poder adquisitivo y un aumento en la brecha social, la pobreza y la indigencia, con una clara violación de los derechos humanos.
Ante esta situación, la reacción mayoritaria del pueblo ha sido de resignación, desesperanza, desconfianza, miedo, frustración, angustia y depresión. Los medios de comunicación han desempeñado un papel crucial como agentes de manipulación y desinformación, contribuyendo a esta actitud. Además, el auge de las adicciones digitales ha generado dependencia, distracción, superficialidad, banalización, deshumanización y desrealización de la vida cotidiana.
Frente a estos desafíos, surge la necesidad de recuperar la comunidad, la persona humana, la solidaridad, la justicia y la unidad. Para lograrlo, es esencial fortalecer los lazos de solidaridad entre las diferentes organizaciones del pueblo, movilizarse contra las políticas centralistas y abogar por un federalismo real con municipios autónomos. Los municipios son la primera línea de trinchera para la organización de la comunidad. La revalorización de la identidad nacional, la cultura popular, la memoria histórica y la participación social son pasos cruciales para recuperar la persona humana. La promoción de la redistribución de la riqueza, la justicia social y la protección del medio ambiente son fundamentales para restaurar la solidaridad y la justicia. Superar las divisiones y construir consensos para un proyecto de nación y una visión de futuro serán vitales para recuperar la unidad.
Este desafío no es fácil ni inmediato, requiriendo un proceso de concientización, educación, comunicación, articulación, acción y transformación. Inspirándose en las experiencias históricas y actuales de lucha y esperanza del pueblo argentino, este desafío es posible y necesario. En un contexto donde la soberanía y la emancipación son fundamentales, el pueblo argentino tiene el poder de forjar su propio destino y revertir el curso de aculturación impuesto por políticas externas.
Luis Gotte
Escritor y articulista, co-autor de “Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad” Ed. Fabro, 2022; y de “Buenos Ayres Humana II, la hora de tu Intendente” en preparación.
La pequeña trinchera
Mar del Plata