La abogada Paula Goldín explicó cómo la situación económica del país está llegando a las esferas judiciales, en donde cada vez es más recurrente que sean los abuelos quienes deban responder por la cuota alimentaria.
Una vez más la gran crisis económica que atraviesa el país es noticia, aunque en esta oportunidad en un tema que no es muy frecuente encontrar en la tapa de los principales matutinos nacionales.
La doctora Paula Goldín explicó que cada vez es más común que sean los abuelos, y no los padres, quienes deban salir al cruce del pedido de alimentos, por imposibilidad de sus hijos de cumplir con la cuota asignada.
Al respecto la abogada explicó que “con las dificultades económicas conocidas por todos, estos reclamos se incrementan. Antes decían que se arreglaban como podían o la piloteaban. Eso cambió. Ahora hay más reclamos judiciales”.
Al mismo tiempo sostuvo que “cada vez nos encontramos con más personas obligadas a pasar alimentos que no tienen trabajo, o no está registrado, algunos que no pueden pasar y otros claramente no quieren. Como consecuencia de esto nos encontramos con más casos en donde viene quien debe alimentar a sus hijos y nos dice que el padre no pasa nada, está obligado a X porcentaje y no lo hace, no tiene trabajo, no tiene bienes para llevar a embargo”.
De la mano con esto reconoció que “hay otras formas, como inhibición general de bienes, o el embargo de bienes muebles, pero no terminan de satisfacer. Entonces tenemos cada vez más juicios contra abuelos o tíos”.
Dando detalle de esta acción explicó que “para poder iniciar un reclamo alimentario de este tipo contra un abuelo, primero hay que probar que el principal obligado, padre o madre, no está pasando alimentos o lo que pasa es insuficiente. Hay que acreditarlo. Una vez hecho esto, directamente se solicita alimentos a los abuelos. Se ha vuelto muy frecuente. Antes era más extremo”.
Por último subrayó que “el primer interés que hay que cuidar es el de las infancias, se preserva eso. Muchas veces hay que reconocer que esto genera una presión por parte de los abuelos a los padres, para que cumplan, porque les embargan la jubilación, y de esa forma se regulariza”.