El histórico líder justicialista de la comarca, Domingo Bilbao, se refirió a la distinción recibida el viernes pasado, y al mismo tiempo, dejó su visión de la política actual. “Ahora ser concejal y cobrar 200 o 300 lucas es lindo. Mucha gente no sabe lo que fue nuestra época” afirmó.
El histórico líder justicialista Domingo Bilbao recibió el pasado viernes una distinción, al conmemorarse 40 años de democracia.
Tomando ese galardón como pretexto, en la mañana del miércoles en FM Reflejos el ex concejal repasó el camino andado y dejó su visión de la política actual.
De inicio, y haciendo referencia a lo acontecido en el Teatro Funke, contó que “esa distinción la compartí con los compañeros que lucharon conmigo. Me tengo que acordar de los viejos que me acompañaron a mí, viejos entre comillas, que me acompañaron en Sierra y Saldungaray”.
Haciendo historia contó que “en el 74, en una asamblea de Parque Norte, donde me proponían a mí como presidente de partido. Al ganar la interna, y armar la CGT, en el 76 nos vinieron a levantar a mí y a Rubén Rupel dos falcon de Pigüé. Nos salvó el cura De Filipo”.
Sobre la intervención del clérigo, “Mingo” explicó que “le vinieron a preguntar qué hacíamos nosotros, y les dijo que éramos buenos muchachos, que donaron una sala para el secundario, una incubadora para los chicos prematuros… y con eso los convenció. No te digo que iba a desaparecer, pero que me iban a torturar sí. Todo el proceso lo pasé escondido”.
Filoso como siempre, admitió que “esa época fue muy difícil, ahora ser concejal y cobrar 200 o 300 lucas es lindo. Mucha gente no sabe lo que fue esa época”.
En otro pasaje de la charla, y viendo la asunción del nuevo presidente, Bilbao no se guardó nada y aseguró que “si la opción hubiese sido Alfonsín o el payaso de Milei, le meto dos votos a Alfonsin. Con las dos manos. No sé cómo los radicales dudan y han votado cantidad a este payaso desastroso que nos puede llevar hasta a una guerra civil”.
Sumando además que “Alfonsín fue un gran demócrata. Tuvo el golpe de los carapintadas. El peronismo, simbolizado en Antonio Cafiero, estaba en el balón de la casa rosada cuando se apagó la sublevación. Es un símbolo de cómo la democracia no es las antípodas que vemos ahora en los dirigentes, que muchas veces se pelean por pavadas”.