Investigadores del Conicet advirtieron en diálogo con Télam que casi la mitad de los 13.000 químicos que se utilizan en la producción del plástico no tienen información toxicológica en bases de datos regulatorias, lo que provoca una «anarquía química». Las sustancias riesgosas alteran el sistema endocrino y causan enfermedades como diabetes, endometriosis e infertilidad.
Casi la mitad de los 13.000 químicos que se utilizan en la producción del plástico no tienen información toxicológica en bases de datos regulatorias, lo que provoca una «anarquía química», mientras que el 24% son sustancias de «alta preocupación» para la salud porque alteran el sistema endocrino y aumentan el riesgo de enfermedades como diabetes, endometriosis e infertilidad, advirtieron a Télam investigadores del Conicet tras participar de la última sesión del comité de Naciones Unidas que busca crear el primer tratado global contra la contaminación plástica para fines de 2024.
«Los plásticos están formados en total por alrededor de 13.000 compuestos químicos conocidos, de los cuales solo un 1% está regulado por tratados ambientales internacionales», aseguró a Télam Marina Fernández, investigadora del Conicet y delegada de la Sociedad de Endocrinología (Endocrine Society) en el comité de negociación para el tratado de plásticos.
«El 24% son químicos de alta preocupación y, sin embargo, están en el mercado y no están regulados internacionalmente. Se sabe que tienen efectos en seres vivos como en los animales y se los ha encontrado también en personas asociados a enfermedades», explicó la doctora en Biología.
Según informes de la Sociedad de Endocrinología, la exposición prenatal a estos químicos de preocupación puede causar discapacidad intelectual, bajo peso al nacer u obesidad infantil.
En personas adultas contribuyen al desarrollo de diabetes, obesidad y mortalidad cardiovascular, mientras que en mujeres pueden provocar endometriosis y en hombres infertilidad.
También hay estudios que investigaron si determinados químicos son cancerígenos, y hallaron que cuando se exponen animales a estos compuestos, como el bisfenol A, y además están en contacto con una sustancia capaz de causar cáncer, aumenta la incidencia de la enfermedad.
En Argentina y muchos países está prohibida la fabricación y comercialización de mamaderas con bisfenol A (también conocido por su sigla BPA), pero no se tienen en cuenta otras formas de exposición en el útero o a través de la leche materna.
Los riesgos para la salud representan un «grave problema» porque los niveles de contaminación plástica van en aumento, y si no se toman las medidas necesarias, la cantidad de desechos plásticos que ingresan a los ecosistemas acuáticos podría casi triplicarse, a una cifra proyectada de 23 a 37 millones de toneladas por año para 2040, según datos de las Naciones Unidas.
Además, Fernández advirtió que del total de sustancias que se utilizan para mejorar características de los plásticos, como la resistencia a los rayos ultravioletas, el 46% son químicos de los que no se ha encontrado información en bases de datos regulatorias.
«No se conocen sus efectos porque se suelen hacer modificaciones pequeñas en la molécula del químico y se lanzan al mercado, quizás haciendo algunos estudios, pero no exhaustivos», explicó la especialista y advirtió que «cuando usamos un producto plástico no sabemos muy bien qué es porque en ningún lado dice qué químicos tiene».
Si no se toman las medidas necesarias, la cantidad de desechos plásticos que ingresan a los ecosistemas acuáticos podría casi triplicarse, a una cifra proyectada de 23 a 37 millones de toneladas por año para 2040.
En tanto, el 29% de los químicos son de baja preocupación de acuerdo a datos de seguridad disponibles, según el último reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la Secretaría de los Convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo publicado el año pasado.
«Se está utilizando un sinnúmero de químicos en la producción de plástico que no tiene lógica y provoca una anarquía química», afirmó a Télam el investigador del Conicet Andrés Arias, quien también participó como observador científico de la última reunión para diseñar el tratado global de plásticos en el marco del Pnuma.
En noviembre se realizó la Tercera Sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-3) en Nairobi, la capital de Kenia, donde participaron más de 1.900 delegados de 161 Estados miembros, pero no se pudo avanzar como se esperaba porque algunos países tienen posiciones «muy difíciles de reducir», explicó Arias, doctor en Biología y especialista en contaminantes plásticos en los ambientes oceánicos.
El comité busca desarrollar un tratado jurídicamente vinculante sobre la contaminación plástica, incluso en el medio marino, y uno de los puntos de disputa es si el acuerdo debe abordar todo el ciclo de vida del plástico o solamente la gestión de residuos.
«Los científicos planteamos que es necesario abarcar todo el ciclo de vida y establecer metas de reducción de la producción de plástico virgen», indicó Arias y señaló que también es clave rediseñar el plástico para que pueda ser reciclado de manera sencilla y estandarizada.
Por su parte, Fernández consideró fundamental alcanzar un acuerdo global porque la contaminación no tiene fronteras, y puso como ejemplo el derrame de toneladas de bolitas o «pellets» de plástico que está afectando a varias costas europeas, especialmente a Galicia, en España, y constituye una catástrofe ambiental.
«Es necesario abarcar todo el ciclo de vida y establecer metas de reducción de la producción de plástico virgen»Andrés Arias
También apuntó que el tratado debe incorporar a la salud pública como objetivo primordial porque existe una «necesidad apremiante» de regular internacionalmente las sustancias químicas peligrosas con criterios de seguridad y transparencia.
Fernández trabaja en el laboratorio de Neuroendocrinología del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme-Conicet), donde estudia un grupo de compuestos químicos, conocidos como perturbadores endocrinos, que alteran la acción de las hormonas en el cuerpo.
«El sistema endocrino es el sistema que regula todas nuestras funciones vitales, como el crecimiento, la función tiroidea y la reproducción. Y eso lo hace liberando hormonas al torrente sanguíneo», detalló la investigadora y remarcó que muchos químicos presentes en los plásticos afectan la producción hormonal.
Estas sustancias ingresan a nuestro cuerpo generalmente por vía oral, aunque los microplásticos también pueden ser introducidos por vía inhalatoria.
«Si ponés un tupper de plástico en el microondas, cuando lo calentás entra en contacto con los alimentos y de esa manera podés ingerir los químicos que se liberan», explicó la especialista y contó que desde que empezó a investigar estos temas no pone más plástico en el microondas, por más que tengan la etiqueta de que son recipientes aptos.
Respecto a la próxima sesión del comité que será en abril, en Canadá, los especialistas consultados por Télam coincidieron en que todavía falta «un montón de trabajo» para tener un borrador consensuado.
También estimaron que las negociaciones serán cada vez más complejas por las diferentes posiciones de los países, sobre todo de aquellos como Arabia Saudita o Irán que basan su economía en la producción del petróleo, el insumo principal del plástico.
Pero con el objetivo de lograr un tratado histórico, los especialistas aseguraron que la expectativa de llegar a fin de año con un «buen manuscrito está intacta».