En el Congreso argentino se está debatiendo un viejo proyecto de ley que, según dicen, se inspira en la obra del liberal Juan Bautista Alberdi, escrita después de la Batalla de Caseros en 1852. Recordemos que este Alberdi perteneció a lo que se denomina “Generación del ‘37”, un grupo de supremacistas blancos que defendía una visión elitista y excluyente de la nación, que despreciaba y odiaba al pobrerío, al gaucho, al indio, a los mestizos, a los negros.
La premisa fundamental que se debate radica en la creencia de que las ideas propuestas en “Bases y puntos de partida…” reflejan un camino viable para la riqueza argentina. El sueño de la república alberdiana. Sin embargo, nadie cuestiona la validez de estas premisas a la luz de la historia y las experiencias pasadas. Con la sola observancia de quienes ocupan las Bancas en el Congreso podemos concluir que desconocen todo esto, que no tienen la más mínima idea sobre lo que están tratando y cuáles serán sus consecuencias. Nuestros representantes han pasado de malos a la categoría sociológica de brutos.
Es urgente revisar críticamente las ideas alberdianas y sus efectos históricos y actuales para el país. Nuestra hipótesis, desde Comunidad Organizada, es que la aplicación de estas ideas en la Constitución de 1853-60 terminó siendo perjudicial para nuestras economías regionales, y que la discusión actual en el Congreso, inspirada por estas ideas, levanta preocupaciones sobre la repetición de los mismos errores históricos.
Alberdi, en su obra, abogó por la importación de la población europea como base para el progreso. Sostenía que los alemanes, ingleses y suizos tenían más derechos de ser propietarios de las tierras argentinas que un criollo que había peleado por la Independencia o contra el centralismo porteño. Por ejemplo, escribió: “la inmigración europea es la única que puede poblar y civilizar la República Argentina, porque es la única que puede traer consigo la industria, la ciencia, el orden y la libertad” (Alberdi, 1852, p. 63).
Por otro lado, esta visión eurocentrista y desinformada del tucumano ignoraba las realidades de cómo se enriquecían los imperios europeos, como el británico, que no aplicaron nunca las ideas de Adam Smith de manera ética y justa. La falta de conocimiento sobre eventos cruciales como la Guerra del Opio o las opresiones en otras colonias, ejemplo Sudáfrica y Egipto, muestra la ingenuidad de Alberdi. Como señala el uruguayo Eduardo Galeano, “el libre comercio fue el mejor instrumento de dominación colonial que Inglaterra pudo haber inventado” (Galeano, 1971, p. 47).
La libre navegación de los ríos y la prohibición de aduanas internas, dos de las medidas impulsadas por Alberdi en su obra, tuvieron un impacto negativo en las provincias que llegan hasta hoy. Estas medidas favorecieron el comercio exterior y el monopolio del porteñaje, en detrimento de la producción local y el federalismo. Según el economista Aldo Ferrer, “la apertura indiscriminada de la economía argentina al mercado mundial, sin considerar las diferencias de desarrollo entre las regiones, condujo a la desarticulación de las economías provinciales y a la concentración de la riqueza y el poder en el puerto de Buenos Aires” (Ferrer, 1998, p. 82).
Por ello, las críticas que realizamos a nuestros actuales representantes son fuertes como la desconfianza hacia sus capacidades morales y éticas. Además, el vínculo entre las decisiones políticas y el sustento económico basado en teorías obsoletas de economistas europeos de pasado colonialista se presenta como un peligro latente. La falta de una burguesía nacional y empresas que les interese argentina plantea dudas sobre la aplicabilidad de estas teorías a la situación actual.
Debemos cuestionar, disentir, las premisas que nos imponen en el debate político y económico argentino. Ellas son totalmente falsas. La democracia no es otorgar un cheque en blanco. La historia ha demostrado que construir sobre premisas falsas conduce a resultados negativos. La revisión crítica de los cambios propuestos en “Bases y puntos de partida.2”, como lo sucedido con Alberdi, revela consecuencias perjudiciales para la Argentina.
La imposibilidad de adaptar las teorías económicas eurocéntricas a la realidad argentina actual, con sus desafíos de pobreza, falta de infraestructuras y atraso tecnológico, plantea la necesidad de un enfoque más contextualizado. La legislación actualmente en discusión, si se basa en premisas cuestionables, solo perpetuará la estratificación de la pobreza y mantendrá el estancamiento tecnológico y científico.
En definitiva, es necesario considerar la historia, la economía y la filosofía para evaluar estas propuestas legislativas. Ignorar la importancia de lo ya sucedido, como premisas veraces, nos llevará a decisiones políticas y económicas equivocadas, impactando trágicamente en el presente y el futuro de Argentina. Es urgente contar con políticos buenos, informados y comprometidos con el bien común. Nuestro pueblo debe participar activamente en la defensa de sus intereses y en una segunda Emancipación nacional.
Luis Gotte
La pequeña trinchera