Un grupo de científicos argentinos desarrolló «la primera tintura textil de origen microbiano» con el objetivo de mitigar el fuerte impacto ambiental de los colorantes sintéticos de telas y tejidos, a partir del cultivo de bacterias capaces de transformar residuos agroindustriales en tintes biodegradables y de alta calidad, según explicó a Télam uno de sus creadores.
«Nosotros estamos desarrollando la primera tintura textil de origen microbiano», dijo a Télam Esteban Silva, el director ejecutivo de Protiva, la startup que conformaron cinco jóvenes científicos para desarrollar este producto que se propone como «la revolución en colorantes biodegradables».
Este licenciado en biología molecular aseguró que «hoy en día no existen colorantes de este tipo en el mercado», es decir, que sean naturales y ecológicos pero al mismo tiempo producibles a gran escala para abastecer una demanda potencial de 11.000 millones de dólares anuales.
«La única alternativa natural (a los colorantes sintéticos) que podés encontrar hoy en el mercado son los colorantes derivados de plantas que es la lógica que se usaba antes de la Revolución Industrial para teñir la ropa», dijo.
Pero si esta tecnología dejó de ser la dominante para fabricar tinturas fue porque es «muy costosa», desde el momento que requiere cultivar a gran escala los vegetales de los que se extrae, «compitiendo con la producción de alimentos en espacio y agua para riego», para finalmente obtener «unos poquitos gramos de colorante por kilogramo de planta».
Esta mala ecuación hizo que «el colorante vegetal fuera reemplazado por el colorante sintético de origen químico», responsable del 20 por ciento de la contaminación del agua a nivel mundial dado que vierte anualmente «200 millones de desechos derivados del petróleo y tóxicos» tanto para el ser humano como para el ambiente, pero que además requieren más agua para su fabricación.
«A nivel global y nacional hay otras startups desarrollando colorantes naturales, pero no trabajan con bacterias – como nosotros- sino con hongos o algas, por ejemplo», dijo Silva.
«Por otro lado, nosotros hacemos colorantes de aplicación textil, pero hay algunas startups que trabajan en colorantes para industria alimenticia, otras para cosmética…», agregó.
Protiva Bioinks tiene desarrollados los prototipos para cuatro colores de tintura «a escala de laboratorio» -rosa magenta, amarillo, violeta azulado y negro- y estiman que el producto podría comenzar a comercializarse en el mercado «dentro de tres años».
«Los colorantes que producimos tienen relación con lo que se busca en la industria textil. El negro obviamente se usa un montón, pero los otros tres son colores que tienen mucho contraste entre sí, que se encuentran ubicados en espacios distantes del (espectro) color y podés mezclarlos entre sí para lograr los tonos intermedios», dijo.
No hay blanco, en tanto, porque este color «en la industria textil no se obtiene a través de un colorante sino por un tratamiento que se hace a la fibra, que se llama blanqueamiento, para lo cual se usan químicos que no son colorantes».
Los cuatro prototipos de tintura se obtuvieron a partir de cuatro diferentes «bacterias naturales (no modificadas genéticamente), una para cada tono», las cuales fueron «aisladas en diferentes ambientes del territorio argentino» y cuyos nombres se excusó de dar por tratarse de «información sensible» de este proyecto.
Estos colorantes aún en estado líquido y con su versión sólida aún pendiente de elaboración para completar el prototipo, son capaces de teñir lana, algodón o poliéster; pero además son «de alta calidad» como tintes dado que son resistentes al sol, el roce y los lavados.
«Nosotros seleccionamos bacterias que tienen la capacidad natural de producir ese colorante y entonces las pensamos como fábricas (microrgánicas) que como insumo energético necesitan materias primas naturales de las cuales se alimentan -como pueden ser, por ejemplo, residuos de la agroindustria-, y que transforman en colorantes», dijo.
El científico explicó que estos compuestos «naturalmente tienen otras funciones» para las bacterias que los producen, «como defensa ante otros microorganismos o ante la exposición solar».
«Ahora con eso solo no tenés producto, para eso lo que nosotros hacemos es retirar el colorante de las bacterias. Es decir, lo separamos y lo purificamos a través de un proceso biotecnológico», agregó.
En el final de este proceso «nosotros nos quedamos con el tinte puro que es libre de bacterias y de restos de bacterias», y que «a partir de ahí es un producto químico» aunque de origen natural.
«Por un lado, trabajamos con bacterias seguras incapaces de provocar alguna infección en el ser humano; y, por otro, trabajamos en un laboratorio con toda la seguridad», dijo.
El biólogo comparó la obtención de estos tintes a partir de bacterias con otro «proceso biotecnológico» como es la fabricación de cerveza que a partir de la acción de otro organismo vivo -la levadura, que es un hongo- y un sustrato orgánico -como es la malta-, da como resultado una bebida alcohólica en lugar de un colorante textil.
«Los equipamientos que se suelen usar y los costos asociados son similares en ambos casos y por eso ese ejemplo sirve para explicar que la producción de este colorante se puede hacer en un espacio pequeño -al igual que como se hace la cerveza-, y se puede hacer en forma masiva», dijo.
Silva explicó además que «nosotros no buscamos vender solo colorantes para la industria textil, sino que nos abocamos a que estos colorantes no sólo cumplan con todos los estándares esenciales de la industria» sino que incluso «sean superadores en cuanto a esas cualidades», para lo cual ofrecen también «fórmulas de aplicación» para conseguir la mayor eficiencia del producto.
El fundador de Protiva Bioinks sostuvo que actualmente se encuentra en la búsqueda de una ronda de inversión de al menos 250.000 dólares, con el propósito de completar el producto mínimo viable y sumar capacidad de investigación y desarrollo
En estos años de I+D, el proyecto fue ganando diferentes concursos tales como el premio a la innovación 2021 de la Fundación Grupo Delsud; el «Potenciar Nuestra Innovación» (PONI) 2023 de la Fundación Empretec, INJUVA y la Subsecretaría de Desarrollo Emprendedor; y «Soluciones Innovadoras Banco Nación 2023».
Además, la iniciativa quedó finalista del IV50K del Instituto Balseiro y en el «Programa Impulso Joven» de Unesco y Nestlé aún pendiente de resolución.
En 2022 Protiva resultó ganador en otra competencia de proyectos innovadores coorganizado por Elal Venture que ahora acaba de lanzar la primera edición del concurso «Proyectos Emprendedores de Innovación Tecnológica» junto al Instituto Universitario para el Desarrollo Productivo y Tecnológico Empresarial de la Argentina (IUDPT) que otorga 1,5 millones de pesos y de cuyo acto de presentación participó Silva.
«Protiva está muy enfocado en resolver una problemática, que es la contaminación que provoca los tintes sintéticos que requieren mucha cantidad de agua potable que al final del proceso deja de serlo porque muchos de los colorantes no migran a las telas y terminan siendo descartados diluidos al ambiente donde puede tardar 50 años en degradase; porque si bien hay plantas de tratamiento de efluentes textiles, suelen ser muy costosos e inaccesible para cualquier empresa», dijo.
«En cambio los colorantes naturales son biodegradables pero además, con la fórmula de aplicación, buscamos que migren totalmente la tela y no quede en el efluente textil; ahora, si queda, es un colorante sin impacto ambiental», concluyó.
*Esta nota es una producción de Télam-Confiar, una plataforma con información especializada en ciencia, salud, ambiente y tecnología (www.telam.com.ar/confiar).
(Télam-Confiar. Por Alicia Alvado)