“si no podemos levantar auspicios, se complica…Por ahí se puede hacer alguna colaboración solidaria…Por ahí, alguno nos quiere ayudar…pero, los compañeros quieren cerrar” Luis, conductor radial de la ciudad de Lobos, Bs.As.
En los últimos meses, un sombrío silencio ha comenzado a extenderse por los rincones de los pueblos de la provincia de Buenos Ayres. No es el sosiego de la noche, ni la tranquilidad de la naturaleza, sino más bien es la asfixia impuesta por una crisis económica deshumanizante que, incluso, asedia a la libertad de expresión que deberán cerrar sus micrófonos y sus puertas virtuales.
Las dificultades financieras, como un temporal despiadado, azota sin piedad a los comercios locales, dejando a su paso una estela de cierres y desesperación. Los aumentos desmedidos de las tarifas y los costos estratosféricos de la conectividad estrangulan los ya frágiles presupuestos de estas pequeñas emisoras, que se ven obligadas a cerrar sus puertas ante la imposibilidad de sostenerse.
Pero la tragedia no termina aquí. El gobierno, en un acto de insensibilidad política, está recortado las pautas publicitarias que constituían el sustento económico de muchas de estas radios. El comercio local, ya agobiado por la crisis, carece de recursos para invertir en publicidad, sumiendo a las emisoras en una espiral de desesperación financiera.
En este panorama devastador, solo sobrevivirán aquellos medios que se plieguen servilmente al discurso oficialista del Intendente de turno. En un esquema de gobierno centralista, la disidencia será vista como una amenaza y, por ende, será silenciada, amordazada, censurada.
Pero la opresión no se limita al éter radiofónico. Los portales de noticias, tanto en formato digital como en papel, también están sintiendo el embate de esta ola económica-represiva. Con recursos cada vez más escasos y una audiencia disminuida, muchos de estos portales se verán obligados a cerrar sus puertas virtuales, dejando un vacío informativo y una sensación de asfixia republicana y democrática.
Ante esta realidad, es imperativo que la comunidad tome conciencia de la importancia vital de estos medios de información para la continuidad de la democracia. La gente deberá realizar un esfuerzo individual y colectivo para sostener a estos medios, ya sea a través de donaciones, festivales, suscripciones o simplemente apoyando con su audiencia y difundiendo la voz de aquellos que luchan por mantener viva la llama de la verdad y la libertad.
¿Quién contará las verdades que necesitamos saber y conocer? ¿Quién denunciará los abusos, las injusticias, las desigualdades que corroen el tejido social? Si la verdad es silenciada, la historia nos demuestra que los pueblos caen en decadencia y se desangra sometida a la opresión.
La libertad de expresión y de prensa no es un lujo, sino un derecho fundamental que debemos defender y exigir. Sin ella, no hay democracia ni desarrollo posible. Es hora de alzar la voz y resistir el avance de la censura y el autoritarismo. La batalla por la libertad apenas comienza, y depende de nosotros asegurar que el silencio no nos devore en la oscuridad de la ignorancia y el sometimiento.
Luis Gotte
La pequeña trinchera