En 2022 Chile exportó casi el doble de salmones y truchas que lo generado por la Argentina con las ventas de carne vacuna.
La muy buena noticia es que Argentina tiene excelentes condiciones para poder contar algún día con una industria acuícola tan grande como la presente en el país vecino.
Al respecto a Lucas Maglio, ingeniero en acuicultura por la Universidad Austral de Chile, quien actualmente es country manager de Idris Patagonia SA, empresa controlada por el grupo chileno Mar Andino que cinco años atrás montó uno de los mayores emprendimientos acuícolas del país en la zona neuquina de Piedra del Águila.
La planta, que requirió una inversión de 20 millones de dólares, se dedica a producir truchas libres de antibióticos en el embalse del río Limay que, con un peso promedio final de tres kilos, se evisceran para ser exportadas a Chile, donde se filetean para luego ser exportadas.
“En Perú la empresa tiene un operación grande que produce unas 12.000 toneladas anuales de truchas, mientras que en Chile dispone de una planta de procesamiento que brinda servicios a los productores de salmónidos”, comenta Lucas.
– ¿La producción de truchas implica convertir grano en carne?
-En los años ‘90 se utilizaba solamente un 11% de componente vegetal en la dietas; el resto era aceite de pescado y proteína de origen marino. Pero en la actualidad esa proporción se revirtió y la mayor parte proviene de balanceados elaborados con soja, trigo, maíz o colza, donde la soja tiene un participación muy importante como aporte proteico.
– ¿Cuál es la conversión?
-La conversión en el sector se encuentra entre 1,15 y 1,20 kilogramos de balanceado por kilo de pescado. Es una de las actividades de producción animal más eficientes que existen.
– Más allá del caso particular de Tierra del Fuego, que es para ser analizado por psicólogos, ¿por qué crees que Chile avanzó tanto y Argentina no?
-Existe una vocación en Chile de concentrar esfuerzos en actividades en las cuales sean muy competitivos. No producen automóviles, indumentaria ni artículos electrónicos. Su estrategia es integrarse comercialmente con los principales mercados del mundo a través de Tratados de Libre Comercio (TLC). En los `80 comenzaron a hacer experiencias piloto acuícolas en los mares del interior del país, con el impulso de la Fundación Chile, copiando el modelo noruego y a partir de eso lograron un crecimiento explosivo de la actividad, que se desarrolló gracias a que el Estado destinó muchos recursos a apoyar las inversiones a través de créditos específicos, subsidios y facilidades. Promovieron un escenario de “tierra fértil” para generar negocios de una manera efectiva. Ese mar interior que existe en el sur de Chile, conformado por canales bien cerrados, son lugares apropiados para producir porque están protegidos del viento y eso facilita la operación, aunque con el tiempo la industria fue advirtiendo que eso no es lo mejor ni para los peces ni para el ambiente, así que con los años fueron migrando hacia zonas más expuestas. La producción de peces en las costas es una de las actividades con más potencial de crecimiento para atender la demanda mundial de alimentos.
-¿Y qué rol podría tener Argentina al respecto?
-Argentina es el país con mayor potencial del mundo para producir peces en las costas y, a pesar de eso, Tierra del Fuego prohibió la actividad en su jurisdicción. El canal de Beagle no es el mejor lugar para la producción industrial por diferentes motivos, pero que eso sea así no significa que haya prohibir la actividad en todo el territorio provincial, porque la costa de mar abierto de Tierra del Fuego tiene un potencial enorme. El canal de Beagle es un ambiente con características muy distintas a las presentes en la costa de Río Grande, por ejemplo, donde prácticamente no hay carga orgánica ni poblaciones establecidas de peces o crustáceos; sería como comparar el Amazonas con el desierto de Atacama. Se cometió el error de meter todo en la misma bolsa en lugar de crear un marco para desarrollar una actividad que podría ser la principal en la región. Cuando vemos los números de la actividad en Chile, Perú o Ecuador, es factible entender el potencial que tiene el sector en la Argentina.
-Como el pescado requiere un procesamiento, lo interesante es que la actividad promueve la creación de muchos empleos, ¿es así?
-Piedra del Águila tiene unos 3500 habitantes y la empresa emplea a 170 personas; en apenas cinco años nos convertimos en el principal oferente de trabajo en la zona. Y a eso tenemos que sumarle todos los empleos indirectos creados por la actividad. En el sur de Chile trabajan más de 50.000 personas en la industria del salmón.
-¿Cuánto están exportando?
-Empezamos a exportar en 2021 unas 300 toneladas de pescado eviscerado y el año pasado alcanzamos las 1000 toneladas. Este año proyectamos producir 3500 toneladas de truchas. Solamente nosotros vamos a duplicar la producción de acuicultura de la Argentina y eso no habla de lo grande que somos, sino de los pequeño que es la producción en el país. Hoy estamos sacando un camión por día de pescado eviscerado, que se destina a la planta de procesamiento en Chile. Pero ahora estamos ampliando la unidad local con el propósito de hacer el fileteado en Piedra del Águila para exportar por vía aérea producto fresco a EE.UU. Con las vísceras se elabora aceite y harina de pescado que se vende a empresas elaboradoras de alimento balanceado para animales domésticos.
-¿Cuál es el tiempo de crecimiento de la trucha cultivada?
-Importamos ovas de Dinamarca y EE.UU. y generamos además ovas propias a través de reproductores. Entre la ova y la cosecha transcurren entre 22 y 26 meses.
-¿El balanceado que emplean se produce en el país?
-No. Importamos alimento balanceado de Chile, que seguramente se elabora con insumos provenientes de la Argentina. El estándar que requiere el balanceado que empleamos no está presente en el mercado argentino, porque usamos un alimento de alta energía que tiene entre 35% y 37% de lípidos; la tecnología que existe en la Argentina tiene un máximo de 24% de lípidos. Tenemos en carpeta un proyecto de una propia planta de balanceados en la provincia de Río Negro.
-¿Cuál es tu opinión sobre el futuro de la acuicultura en la Argentina?
-La acuicultura tiene mucha más relación con el agro que con la pesca, si bien en los organigramas estatales ambas actividades están integradas, eso es un error conceptual, porque tenemos más afinidad con un empresario agropecuario que con un pescador, que es, en definitiva, un cazador, mientras que nosotros tenemos corrales, genética, nutrición, veterinarios, rendimientos, es decir, es una actividad que debería despertar el interés del agro argentino, porque puede abordarse por distintas aristas; de hecho, en EE.UU. los grandes proyectos acuícolas son financiadas por asociaciones de productores de soja, porque saben que es una de las mejores maneras de agregar valor al poroto.