El ganadero Roberto Marcenac tiene unos pocos animales de la raza francesa en cercanías de Pigüé. En la pasión y en los sentimientos están las razones.
Color trigueño, cabeza bonita y expresiva con ojos perfilados de khol. Morro corto y ancho, extremidades negras y cuernos en forma de lira. La raza es rústica y se destina a una producción que combina cualidades maternas y facilidades de cría y aptitudes cárnicas.
La descripción pinta de cuerpo entero a Aubrac, un bovino que nació en la meseta homónima, en una región del sur de Francia vinculada a los departamentos de Aveyron; Cantal y Lozère.
Los orígenes de Roberto Marcenac, quien es productor ganadero en el distrito de Saavedra, son justamente de esa misma zona de media montaña francesa, desde donde llegó una importante comunidad durante el siglo pasado para radicarse en Pigüé. Y es el origen de una historia que tiene correlato con la presencia, en las sierras del sistema de Ventania, de los únicos Aubrac que caminan en la Argentina.
“Desde mi juventud soñé con traer la raza al país. Entonces no tenía dinero ni tiempo para hacerlo y recién pude concretarlo cuando me retiré del día a día de la actividad agropecuaria”, cuenta Marcenac.
El proyecto no es nuevo —data de 2014—, aunque debió trastocarse respecto de su objetivo original.
“Traje pajuelas (semen diluido congelado y almacenado en un tanque de nitrógeno líquido) de Francia a través de un importador y así iniciamos el desarrollo de la raza inseminando vacas Angus que teníamos en el campo”, relata.
“Está claro que si uno repite la acción en forma constante, y los animales que nacen se van inseminando nuevamente con el semen, te vas acercando a un porcentaje importante de la característica original de la raza. No llega a ser 100 % pura, pero se está muy cerca”, agrega.
“¿Si seguimos con el sistema de inseminación anual? Podríamos llegar a ese porcentaje pero, en realidad, ya no me interesa demasiado. Los animales que tengo se aproximan muchísimo y, además, decidí quedarme con un pequeño núcleo”, admite Marcenac.
“En realidad, me equivoqué por el destino final que pretendía, que era producir carne. Al poco andar me di cuenta de que no se adapta al consumidor argentino. Sí se podría hacer algo para la exportación, aunque en la Argentina es complejo porque es un mercado que está en pocas manos, muy concentrado y con valores que no son los ideales”, asegura.
Marcenac ya vio el vaso medio lleno: “Ese error de apreciación del resultado final me evitó gastar una fortuna en algo que, en realidad, no me iba a servir”.
El productor indica que el rodeo general de su establecimiento está inclinado a la producción de carne hacia el consumo interno (de la región y de la zona central del país) y que los Aubrac sólo están para recordarle diariamente la raza originaria que criaron sus abuelos.
“Es una cuestión sentimental y de respeto a mis ancestros”, insiste.
Según los registros de Marcenac, el distrito de Saavedra es el único lugar de la Argentina donde se encuentran estos bovinos. Y no sólo de ahora, sino en toda la historia. Esto es algo inédito.
“Mientras investigaba la raza para traerla al país la llegué a encontrar en la zona de Frutillar, en el sur de Chile. Allí hay un ganadero que posee Aubrac puros. Y tengo entendido que en el Paraguay también hay otro productor, pero no lo he podido confirmar”, describe.
Otras referencias de la raza la consideran como de carne rústica de formato medio, con gran capacidad de adaptación a las variaciones climáticas y a la disponibilidad de forrajes. Como presenta excelentes cualidades maternales (fertilidad, facilidad de parto, lactancia y longevidad), brinda productos robustos y bien conformados, ya sea en raza pura o cruzada con un toro de gran musculatura (por ejemplo: Charolais). Al estar dotada de una buena resistencia al calor, se la considera apta para zonas secas.
El establecimiento de Marcenac —de producción mixta, aunque mayormente agrícola por la condición del terreno— se encuentra en el partido de Saavedra, en dirección al sudeste, a unos 23 kilómetros de Pigüé por la ruta provincial 67, casi frente al acceso a la localidad de Arroyo Corto y a 155 kilómetros de Bahía Blanca.
Por