¿Las obras de los grandes poetas tienen música?. Para clarificar, pregunto de manera distinta: ¿los autores de inmensos poemas imaginan que hay sonidos musicales, por ellos desconocidos, que pueden armonizar bellamente con sus creaciones poéticas?. Seguramente no debe pensar en ello cuando desde su interior va brotando cada verso. No obstante, en las últimas décadas, no sé, cuatro o cinco, algunos poetas aceptaron propuestas para que sus trabajos fueran musicalizados y hubo quienes participaron con entusiasmo de estas arriesgadas sugerencias. ¿Habrán quedado satisfechos?. ¿Habrán pensado que las melodías se hermanaban con su poesía?. Otra incógnita. Sin embargo, y como simple oyente, uno tiene la impresión que cada poema tiene su propia música, una sola. Una sola que vuela libre buscando la inspiración del compositor que procura encontrarla. No siempre coinciden. A veces no hay sintonía entre palabras y música. Se producen desencuentros, desajustes y aproximaciones forzadas que indican que el ansiado idilio no prosperó.
Pero en otras el prodigio llega, estalla y se celebra: esa es la música, la única, que el poema aguardaba.
Hoy iniciamos una serie de bellos poemas de grandes autores de habla hispana que fueron musicalizados. El poeta se llamaba Rafael Gabriel Juan Mugica Celaya Leceta. Pero para el mundo de las letras fue simplemente Gabriel Celaya. Había nacido en 1911 en Hernani, un pequeño pueblito cercano a San Sebastián en el País Vasco. Fue uno de los más célebres representantes de la generación española de los posguerra y dentro de ella quedó acotado a la denominada poesía comprometida o social. Injusto. Fue un poeta sin rótulos. Si lo encasillamos lo empequeñecemos. Combatió en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Sobrevivió en un campo de concentración y el destino le reservó el exilio, una yapa que le dio la vida y que el franquismo negó a uno de sus amigos, Federico García Lorca. Hablando de su concepción de la poesía pero mucho más de si mismo y de su obra, cierto día dijo: “Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”.
¿Sus libros?. Muchos: Marea del silencio (1935),La soledad cerrada (1947), Movimientos elementales (1947),Tranquilamente hablando (1947), Las cosas como son (1949), Las cartas boca arriba (1951), Lo demás es silencio (1952) y Cantos Iberos (1955).
Ya nos encontramos con el poeta, Gabriel Celaya. Ahora buscamos al músico, al hombre que le puso sonidos musicales a uno de sus poemas más recordados. Nos encontramos con alguien que es la mayor referencia en este asunto de musicalizar a inmensos poetas. Trabajó con versos de Rafael Alberti, Luis Cernuda, León Felipe, Antonio Machado, Pablo Neruda y José Agustín Goytisolo. Ya está con nosotros el señor Francisco Ibáñez Gorostidi. ¿Quién?. Se trata del señor Paco Ibáñez, quien le puso música y canta La poesía es un arma cargada de futuro, poema de Gabriel Celaya.
A este mismo lugar van a seguir llegando…CANCIONES. Lo prometo.