Toda canción es una historia en sí misma. Toda canción no deja de ser un misterio. Un mundo a descubrir en su sencillez o complejidad, en la policromía que su música y poesía proponen. Pero también cada una de ellas es una particularidad con rasgos propios. Guardan historias secretas, emociones, sentimientos profundos, recuerdos, imágenes, sucesos escondidos, las coordenadas esenciales de la vida. Este breve espacio radial es un puerto al que amarran melodías, una por vez. Llegan en desorden, sin importar su género, su procedencia, su diversidad. Pero en cada una de ellas hay algo que las distingue, que las torna curiosas, enigmáticas, provocadoras, desafiantes, bajo la lupa de una mirada parcial, subjetiva y si se quiere caprichosa como la nuestra.
Acompáñenos. Ya estamos en … CANCIONES.
Lo imagino escribiendo con súbita inspiración dos versos que, ignorándolo, se convertirían con el tiempo en fuente de una controversia estéril que no debió existir. Puso en el papel “Ojalá que el deseo se vaya tras de ti / a tu viejo gobierno de difuntos y flores”. Palabras desde las que crecieron especulaciones, crueles oportunismos políticos o interpretaciones enjundiosas paridas desde la buena fé. Para la mayoría esos dos versos se integraban al contexto de una maravillosa canción de amor. Los más oscuros vieron en ellos el filón para subordinar el resto de la letra a dichas palabras. Dijeron: es una metáfora que encubre lo que no se atreve a decir abiertamente. Fue el miedo el que lo condujo a enmascarar veladamente su crítica y desaprobación hacia la figura de Fidel Castro.
Claro, quien compuso “Ojalá” en letra y música fue Silvio Rodríguez, uno de los artistas más comprometido con su cubanidad y con el tiempo político que le tocó protagonizar. Quizás por eso mismo fue elegido como blanco para sembrar discordias internas en la Isla a través de la utilización de una de sus obras más emblemáticas. Cuando las dudas y polémicas se instalaron salió a decir su verdad, la verdad irrefutable, aquella que desterrara para siempre toda duda, tanta mala intención instalada por los enemigos de la Revolución. Entonces dijo: “Ojalá la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el Ejército, haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años. Fue mi primer amor importante. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a César Vallejos. Estudiaba medicina, no sé por qué. Cosa loca de ella porque su mundo eran las letras. Nos separamos y regresó a su pueblo, Camaguey, y yo me quedé solo en La Habana, totalmente desolado. Pasaron los años. Me quedé con el recuerdo tan hermoso, tan productivo, tan enriquecedeor. Fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida. No fue una cosa que se agotara pues se me quedó como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado. Esta es la historia de la canción. Lo demás son las palabras que encontré para reflejarla”.
“El amor es eterno mientras dura”, escribió Vinicius de Moraes. ¿En su inconsciente Silvio compuso “Ojalá” para eternizar aquel primer gran amor?. Esta subjetiva idea late en sus propias palabras nacidas de recuerdos imborrables: “pensé en lo bien que me hubiera ido si no nos hubiésemos separado”.
Emilia es Emilia Sánchez. Hoy profesora de filología, especialidad que estudia la evolución de la lengua y su desarrollo histórico y literario. Fue la musa de otras obras del Gran Cubano como “Emilia”, “Te doy una canción” y “Joshá es la que pinta”. La palabra ojalá proviene de una expresión árabe que significa quiera Dios. A los hechiceros o dioses que la apartaron de su lado, pero a ella, fundamentalmente a ella, Emilia Sánchez, le canta Silvio Rodríguez.
Van a seguir llegando CANCIONES. Espero que también llegues vos para volver a encontarnos.