Si bien las obras sobre la rotonda de la autovía y la ruta 51, camino al aeropuerto, estaban anunciadas incluso con cartelería desde antes de la inundación, nada ni nadie detuvo a la empresa ganadora de la licitación tras el trágico 7 de marzo.
Mas allá de que es valorable que se mantengan los puestos de trabajo y se busque mejorar el acceso a la ciudad desde ese punto del cuadrante, el sentido común, según señalan los vecinos, parece haber sido arrastrado por el agua.
“Era el único acceso a Bahía que no tenía problemas de circulación y mirá cómo lo están dejando. Esto es un caos. No se puede entender como nadie frenó la obra antes que hagan este desastre” le comentó Raúl, de profesión camionero, a la redacción de BHInfo, mientras hace un parate en su trabajo en la estación de servicio que sirve de mirador ante la debacle.
Juan, otro trabajador del volante, también quiso hacer su aporte. “De tener dos carriles para ir y otros dos para volver, andá a saber por cuantos meses nos van a tener con una sola mano de ida y otra de vuelta. No se explica por qué están rompiendo todo el asfalto si estaba bueno” agregó.
El cronista se acercó a tratar de dialogar con los operarios, pero estos tan solo respondieron que estaban cumpliendo órdenes, que no dependía de ellos y solo trabajaban en lo que les decía.
Mientras tanto, maquinaria pesada, camiones y varios obreros, van desmantelando un asfalto que en comparación con los otros ingresos a la ciudad era un billar.
La modificación de la traza va desde la rotonda de la autovía y 14 de Julio, hasta la rotonda de la caminera, donde todo está señalado únicamente con tachos naranjas y flechas sobre carteles que cada tanto rompen la monotonía de los tambores.
“Con la ciudad detonada como está, ¿No se podía frenar la obra unos meses hasta acomodar primero lo otro? Se ve que están haciendo dársenas de acceso a la autovía e incluso no sé si dejaran los pasos de una mano a la otra, pero en este momento lo que menos necesitábamos era más caos” completó Juan.
La obra sigue, las máquinas no paran y la gente, cansada de estar cansada, agacha la cabeza y trata de recuperar una normalidad que, por falta de sentido común, cada vez parece estar más alejada.
Fuente BHInfo