Por la violencia que ejercía Jorge Neuss sobre su esposa, la mujer iba a irse junto a su hija Lucila a Sierra de la Ventana por unos días. La víctima fue asesinada cuando había vuelto a su casa para armar la valija. La Justicia no logró desbloquear los teléfonos del matrimonio.
Saravia le había pedido a Lucila que la cobijara la noche del viernes en su casa para evitar dormir con su marido. Según fuentes judiciales, la hija del matrimonio declaró que su madre apenas le dijo que hubo “una discusión” y que ella no le dio más trascendencia. Sin embargo, allegados a la familia confirmaron a Infobae que el plan para irse del exclusivo country Martindale (donde la pareja y los cuatro hijos tienen sus respectivas casas) existió pero no llegó a concretarse.
Pasadas las 12 del mediodía de ese día, Saravia, su hija y sus nietos salieron en auto de la casa de esta. El destino final era efectivamente Sierra de la Ventana. Lucila manejó hasta la casa de sus padres, estacionó en la puerta y su idea era acompañar a su madre a juntar ropa y salir de Martindale hacia el campo familiar.
Si bien la hija del matrimonio no contó a la fiscal María José Basiglio que pensaban irse juntas (sólo dijo que ella se iba con sus hijos y sin su madre), sí reconoció lo que pasó en el momento exacto en que frenó con el auto en la casa de sus padres: una vecina de Martindale llamó por teléfono a Lucila y le avisó que tenía unas lámparas que ella le había encargado y que podía pasar a buscarlas.
“Mamá, subí y hacé el bolso que yo en tres minutos te vengo a buscar”, le habría dicho y, efectivamente, la hija de Neuss y Saravia salió con su auto y sus niños a bordo a buscar el objeto. Pero apenas unos segundos después recibió el llamado de una de las empleadas domésticas de la casa de sus padres. En total estado de shock, la trabajadora le avisó que había escuchado dos disparos adentro de la casa.
Lucila Neuss, entonces, como estaba con sus hijos y también sumida en el impacto de lo que acababa de oír, avisó a sus hermanos Juan, Patricio y Germán para que fueran a la casa. El primero en llegar fue Patricio, que era el que estaba más cerca, y minutos después de las 13 del sábado pateó la puerta de la habitación de sus padres y encontró a Saravia asesinada de un balazo en la cabeza y a su padre agonizando a un costado después de pegarse un tiro en la sien.
Según lo que dijo la hija de la pareja a la Justicia, esa fue la primera noche que su madre le pedía dormir allí por la violencia que ejercía su padre. Sin embargo, relató que la madre apenas le habló de una “discusión”. Planteó la tensión entre su madre y su padre como un hecho de poca trascendencia. Pero su testimonio de alguna manera contradijo lo que hasta ese momento habían declarado sus hermanos y las empleadas domésticas de la casa, quienes negaron cualquier tipo de forma de violencia de género de parte de Neuss hacia su esposa e incluso, al principio, elaboraron una hipótesis del suicidio acordado, que fue rápidamente descartada por los peritos forenses, apenas llegaron a la escena del crimen.
Los investigadores empezaron a sospechar de un posible pacto de silencio en el séquito familiar luego de observar, no sin cierto estupor, el entierro que los hijos de Neuss y Saravia organizaron el martes siguiente al femicidio en el cementerio de Recoleta: despidieron a su padre y a su madre juntos. Para algunas amigas de la víctima esto fue una ofensa, por eso muchas no fueron a la despedida.
Para algunos que trabajan en el expediente se trató de una muestra clara del hermetismo, la discreción y también la apariencia social bajo la que viven los Neuss. ¿El matrimonio seguía unido por conveniencia? ¿Jorge Neuss tenía una relación paralela? ¿Había tensión en el matrimonio relacionada con la sucesión en la dirección de las empresas del clan familiar? Ese silencio arrastró también a las empleadas domésticas, quienes, algunos sospechan, declararon lo que sus patrones les pidieron y no lo que realmente vieron.
La fiscal Basiglio quiere reconstruir cómo fueron las horas previas al femicidio. Se sabe que a las 12:36 y a las 12:37, Jorge Neuss envió dos SMS a dos destinatarios distintos para saludarlos por su cumpleaños. A las 12:59 salió el primer llamado al 911 de parte de una de las trabajadoras de la casa. Pero fueron varios y los hicieron entre las dos por orden de Patricio Neuss.
“Hay una emergencia, manden urgente una ambulancia por favor. Hubo disparos”, avisó una de las dos empleadas. Cuando la operadora le preguntó detalles de la ubicación de la vivienda dentro del barrio cerrado, no supo explicarle y le pasó el teléfono a la otra empleada que, como pudo, le dio las coordenadas, ya que era la de más antigüedad en el empleo. La grabación de esta conversación ya fue aportada por el 911 y está resguardada en la fiscalía.
Los investigadores no quieren que se difunda porque entienden el rol de las empleadas en el entramado de tensiones y silencio de la familia Neuss. De hecho, una de ellas fue citada a una ampliación de su declaración testimonial el jueves pasado. “Queríamos preguntarle algunas cosas más ahora que tenemos nuevos datos”, explicó uno de los investigadores a este medio, sin dar mayores detalles.
Las empleadas fueron las últimas personas en tener contacto con Jorge Neuss antes de que asesinara a su esposa. Una de ellas le llevó el desayuno a su habitación. Según confiaron fuentes con acceso a la autopsia, el femicida habría consumido el desayuno. Sin embargo, los investigadores esperan las pericias toxicológicas sobre el cuerpo del asesino para saber si había tomado alcohol, aunque los resultados no estarán antes de al menos siete días. Allegados a la familia contaron a este medio que en los últimos meses Neuss había incrementado su actitud violenta hacia Saravia y que mucho tenía que ver su relación con la bebida.
Un elemento clave para la investigación son los teléfonos celulares de la pareja: tres iPhone, uno de ellos en desuso. Los peritos intentaron desbloquearlos este viernes en la Fiscalía General de San Isidro pero no tuvieron éxito, ya que los hijos dijeron que desconocían los PIN que habían programado sus padres con sus aparatos. Se espera que la semana próxima sean citados a declarar amigos y amigas de la pareja, allegados a la familia y otros empleados. En la Justicia creen que todavía hay mucha información guardada por la familia y que alguien deberá explicar si pudo haberse evitado este femicidio en Martindale, el segundo en cinco años, después del crimen cometido por Fernando Farré contra su esposa, Claudia Schaeffer, asesinada de 66 puñaladas también en su habitación.
Colaboró Martín Candalaft