El fenómeno “La Niña” en Argentina se terminó, ya está, ya fue. Ahora conocemos en carne propia lo que este fenómeno significa, pues se extendió por casi tres años provocando en esta región de la pampa Húmeda la peor sequía desde hace cien años a esta parte.
Ahora, dicen los climatólogos, viene “El Niño. El cual puede resumirse como una anomalía de temperaturas en el Océano Pacífico, donde el agua se calienta más de lo normal y como consecuencia se genera mayor inestabilidad; se inyecta más humedad en la atmósfera y esto provoca un aumento importante de las lluvias en el centro-este y noreste de Argentina, Uruguay y el sur de Brasil.
¿Qué impactos tiene en Argentina?
Bajo condiciones de El Niño, el cambio más relevante en cuanto a lluvias para Argentina se observaría entre la primavera y el verano, con precipitaciones por sobre lo normal en el Litoral, la región Pampeana y el noroeste de la Patagonia.
Otro dato es que, en los años Niño, durante el trimestre agosto/septiembre/octubre podría haber hasta un 70% de posibilidades de temperaturas por encima de lo normal en el centro-norte del país, siendo las chances más altas para el Litoral y NOA.
Riesgos asociados
En las zonas mencionadas con exceso de precipitaciones, el riesgo principal asociado son las inundaciones debido a la saturación de los suelos y la falta de absorción como consecuencia del alto nivel de lluvias. Por otro lado, aumenta la probabilidad de ocurrencia de tiempo severo, incluyendo granizo y vientos fuertes en las zonas con mayor impacto.
Qué está pasando hoy
Lo primero que hay que decir es que la situación, desde el punto de vista de un agricultor que tiene que “enterrar” mucha cantidad de dólares para sembrar un trigo, es desconcertante. Y esto está dado porque la situación de los suelos es peor que hace un año atrás.
Tanto es así, que muchos productores de esta parte del noroeste bonaerense van esperar para tomar la decisión de sembrar trigo. Incluso llevando esta decisión hasta el límite de los primeros días de agosto y sembrar un ciclo súper corto.
En tanto, si bien han aparecido informes de los principales centros de investigación y análisis de fenómenos agroclimáticos a nivel mundial que ratifican la posibilidad de que El Niño se haga presente en la próxima campaña agrícola, al continuar las pocas precipitaciones, es muy arriesgado para un productor tomar hoy una decisión de inversión.
En este marco, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires acaba de publicar su Informe de Perspectivas Agroclimáticas. En ese informe, se invita a la cautela dado que aparecieron factores de signo negativo que podrían frenar la incidencia de El Niño.
Según el reporte que firma el climatólogo Eduardo Sierra, se afianza la posibilidad de que, hacia mediados del otoño en curso, se inicie un episodio de “El Niño”, que daría su marco a la campaña 2023/2024. Esto, a priori, significa que se reducirán los riesgos tanto de heladas como de calor intensos, pero esto no significa un alivio para las condiciones de sequía que sufren los suelos.
“Aunque el presente episodio parece apuntar a un elevado vigor, debe tenerse en cuenta que El Niño raramente se activa en el área agrícola del Cono Sur durante el otoño y el invierno, sino que lo hace preferentemente a partir de la primavera, por lo que no debe esperarse un alivio rápido a la sequía que aún subsiste en gran parte de su extensión”, indica el estudio.
Y aquí menciona otro factor de signo negativo que podría debilitar a El Niño: los vientos polares que “observan un comportamiento extremadamente persistente, causando fríos tempranos y nevadas, dificultan la entrada de humedad hacia interior del área agrícola”, destaca.
Conclusiones
El trabajo de la Bolsa porteña concluye indicando que “se confirma la posibilidad que la campaña agrícola 2023/2024 se desarrolle en el marco de un episodio de “El Niño” de elevada intensidad, pero perturbado por factores climáticos de signo negativo”.
Finalmente, Eduardo Sierra concluye con un llamado de atención a los productores cuando destaca que: “Puede percibirse que el desarrollo de El Niño no excluye riesgos de consideración, que hacen necesario un cuidadoso seguimiento de la evolución del sistema climático, una planificación prudente, un manejo riguroso y un uso racional de la tecnología disponible”.
POR JOSÉ LUIS AMADO
PERIODISTA AGROPECUARIO
EXCLUSIVO PARA GRUPO LA VERDAD