Esta es una historia que desafía la lógica y escapa a la rigurosidad de los libros de historia, de todo análisis sociológico o político. Incluso, hasta los periodistas convencionales no abordan la temática, porque está envuelta en un velo de misterio y superstición. Sin embargo, es innegablemente real, respaldada por hechos que desafían toda explicación racional.
Un dato de la historia es que Mar del Plata estaba destinada a ser la capital de la Provincia de Buenos Ayres. Sin embargo, la falta de conocimiento de sus bondades por parte de quien debía decidir su destino cambiaría el curso de los acontecimientos. La urbe de La Plata nace como una alternativa, construida con planos sospechosos de tener origen en un grupo de lobistas pertenecientes a una Sociedad Anónima conocida como Masones. En tan solo cuatro años, se erige la primera urbe hispanoamericana no fundada por España, un privilegio que auguraba un gran destino. Sin embargo, la sombra de la rivalidad con la capital argentina, la urbe del Buen Ayres, impedirá que La Plata brille con todo su esplendor.
La relación entre el presidente argentino, el Gral. Julio Argentino Roca, y el gobernador bonaerense Dardo Rocha eran cordiales y amistosas, pero, repentinamente el porteño manifiesta querer ser presidente de la nación. Roca llevaba un año y medio en el Sillón de Rivadavia. Comienzan las tensiones políticas. El tucumano se enfurece y decide enviar al vicepresidente al acto fundacional, pero él tampoco asistirá. Entonces, concurre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto. El Arzobispo capitalino tampoco irá. Ese día el calor fue insoportable y la comida se echó a perder, y el vaso de agua se venderá a precio de un barril de petróleo. Por la noche, una terrible tormenta azotó a la naciente urbe, y los asistentes que venían de la Capital Federal tuvieron que atravesar el barro para llegar a la estación y tomar el tren de vuelta. Pero los asientos que habían reservado fueron vendidos por los roquistas a otros pasajeros. La Plata tuvo un mal comienzo el día de su fundación.
A pesar de la falta de figuras destacadas en el evento, Rocha demostró astucia al contratar al fotógrafo Thomás Bradley. Este capturó imágenes del día, pero también se aventuró a crear retratos de aquellos ausentes mediante técnicas sorprendentes. Con ese material se dirige a Italia, a los talleres del artista Quincio Cenni quien realizará una tarea maravillosa, logrando que los ausentes estén presentes en la colocación de la piedra fundacional. Incluso, y sin consultar, hasta el mismo Cenni aparece en el retrato. Al día de hoy no se sabe quién concurrió y quién no debió estar en esa imagen. Como tampoco quien pagó los gastos del gobierno liberal.
Durante la tormentosa noche de fundación, simpatizantes de Roca buscaron a una famosa bruja de la región, conocida como «la tolosona», por vivir en la localidad de Tolosa. Se dice que realizó un ritual en la piedra fundacional, involucrando prácticas antiguas como beber vino robado (corrupción), girar en sentido contrario a las agujas del reloj (decadencia) y orinar en la piedra (yeta, mala suerte) y, así, evitar que Rocha llegará a la presidencia. Parece ser que, este hechizo fue muy potente porque se viene transmitiendo de generación en generación, impidiendo que ningún gobernador alcanzara la presidencia. Otro dato, el 70% de los gobernadores fueron porteños.
En 1999, el gobernador Eduardo Duhalde, nacido en la provincia bonaerense, alertado sobre estas cuestiones esotéricas, decidió no arriesgar y contrató a un parapsicólogo para romper el encantamiento. Aunque no logró la presidencia ese año, eventualmente asumió como presidente de facto en 2002. La maldición parece requerir más que un simple hechizo para romperse. Ahora, la pregunta que todos nos estaremos haciendo: ¿cómo desentrañar este misterio y liberar a La Plata de su encantamiento histórico? ¿Qué puede hacer el gobernador con aspiraciones a la presidencia de la nación para deshacer este maleficio, si es que puede lograrse tal cosa?
Un último dato para agregar, la Casa de Gobierno, donde reside el gobernador del pueblo de la provincia de Buenos Ayres, fue construida sobre un antiguo cementerio querandí.
Si nuestra ambición se limita a ser gobernador, podemos leer este artículo y reírnos un poco. Pero si aspiramos a ser presidente, lo tomaríamos más en serio. Adoptaríamos dos medidas urgentes: trasladar la capital de la provincia a Mar del Plata y aplicar el artículo 123 de la Constitución Nacional, otorgando autonomía plena a los 135 municipios de la provincia. Así, descentralizaríamos el estado bonaerense. Esto nos permitiría afirmar que hemos refundado la provincia de Buenos Aires. Sería como barajar y dar de nuevo. Siempre y cuando no surja algún adversario político que contrate los servicios de otra hechicera.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Co-autor de «Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad» Ed Fabro, 2022. Y «Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes» es preparación.
Mar del Plata