POR QUÉ DECIMOS NO AL FMI
El mismo escenario, los mismos actores – sólo alguna cara diferente -, el mismo discurso, el FMI como único destino posible para la patria.
La crónica de una tragedia anunciada en escena.
Ya en 1957, Arturo Jauretche nos alertaba sobre cómo actúan los gobiernos a los que no les importa cómo afectan al pueblo con sus políticas. Se valen de cualquier medio y de todos los medios para ocultar o mostrar los hechos económi-cos, políticos y sociales de acuerdo con lo que convenga. Y mientras la sociedad, quieta y expectante, asiste ante lo resuelto sin voluntad para modificar su disposición pasiva, los poderes concentrados abonan el terreno con los mejores nutrientes para que, antes que ver la verdad desnuda, se prefiera aceptar la mentira disfrazada de verdad.
Aquel ¡qué lindo es dar buenas noticias!, de fines de 2000 anunciando bienestar inconmensurable para el 2001 no es muy diferente de éste “es una muy buena noticia que la integración de la Argentina al mundo nos permita un apoyo de esta magnitud”.
Todo está listo para que otra vez, una vez más, el colonialismo se haga presente imponiendo su cultura y anulando conciencias, convenciendo a las víctimas con el argumento del victimario que las explota, usando el blindaje mediático para criminalizar la protesta de los pobres y santificar a los amos que deben ser servidos de rodillas.
Pero la memoria que duele no olvida. Las heridas producidas por las vidas segadas en las calles, el hambre de la infancia, la impotencia y la bronca de los justos aún no cicatrizan. Hoy nadie que se diga digno puede ni debe callar.
El silencio es traición y complicidad.
Decimos NO al FMI porque ya sabemos que ese acuerdo significa más desempleo, más destrucción de la pequeña empresa, más recortes a los salarios de los trabajadores activos y de los jubilados, más pobreza, más deuda externa, más de-pendencia económica, menos desarrollo nacional, menos inversión en salud, educación, cultura, ciencia y tecnología, menos soberanía, menos justicia social y más represión.
Y también decimos como dijo el compañero Germán Abdala en los ‘90 : “A pesar de los muchos conversos, los muchos que se ha cambiado la ropa, los muchos que se han lavado la cabeza… nosotros seguimos creyendo que hay un país para cambiar, una sociedad nueva para construir y un camino para alumbrar”