El martes 3 de julio de 2018, el HCD aprobó la creación del Consejo Municipal de las Mujeres del Distrito de Tornquist, proyecto que habíamos presentado desde Mujer, Arte y Memoria.
La aprobación de nuestro proyecto se constituye en el primer paso de muchos que habremos de dar las mujeres del distrito, en el camino al reconocimiento de los derechos con que nos amparan la Constitución Nacional y las legislaciones vigentes.
Pero nuestra alegría y satisfacción se vieron empañadas, casi al final de la sesión, por los sucesos que ya son del dominio público y que se encuadran, precisamente, en la necesidad de distinguir la violencia de género de otros tipos de violencia puesto que la confusión de ambos conceptos ha conducido a que la violencia contra las mujeres quede diluida entre otras muchas manifestaciones de agresividad, que se minimice su gravedad, que se la desestime quitándole entidad y se recurra a respuestas desenfocadas de los hechos, no carentes de peligrosos efectos prácticos.
Cuando nos propusimos el proyecto aprobado por unanimidad un rato antes, lo hicimos pensando en que tenemos mucho para decir al respecto, comenzando por aportar nuestra mirada desde una perspectiva de género (que no es lo mismo que sexo), que surge a partir de la idea de que lo «femenino» y lo «masculino» no son hechos naturales o biológicos sino construcciones culturales, pues si hablamos de sexo nos referimos a la biología —a las diferencias físicas entre los cuerpos de las mujeres y de los hombres—, y si hablamos de género, a las normas y conductas asignadas a hombres y mujeres en función de su sexo.
En esto se halla el origen de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y de la violencia de género que comprende cualquier acto de violencia basada en género que tenga como consecuencia perjuicio o sufrimiento en la salud física, sexual o psicológica de la mujer, incluyendo amenazas, coerción o privaciones arbitrarias de su libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada, según lo establece la ONU.
El martes 3 de julio de 2018 será un mojón en su historia si, entre todxs, logramos asumir que estamos atravesadxs por el discurso machista y que deberemos desmantelar continuamente para ver con objetividad y sin dudar que la causa última de la violencia de género se halla en la discriminación estructural que sufren las mujeres como consecuencia de la ancestral desigualdad en la distribución de roles sociales.
Y en atención a ese discurso es que consideramos imprescindible, a partir de lo escuchado en la sesión, señalar que:
1.- Toda conducta verbal o no verbal que ocasione humillación, exija obediencia, sumisión o se manifieste con insultos, amenazas, aislamiento, culpabilización, limitación de su ámbito de libertad, abuso de autoridad y de confianza – entre tantas otras manifestaciones – es violencia psicológica.
2.-Creer que el conocimiento de la víctima garantiza que no se dé violencia de género es una falacia. Vale aclarar que los victimarios de las víctimas de género son en su mayoría parte de su entorno familiar o tienen algún vínculo personal con la víctima. Los vínculos generalmente facilitan el ejercicio de esta violencia y están lejos de ser una característica que de crédito para desestimarla.
3.- También es una falacia sostener que el hecho de que un hombre tenga madre y hermana lo exceptúa de ser alguien que puede ejercer violencia de género. Todos los victimarios tienen madre y gran parte de ellos hermanas.
4.- Recordamos que la imagen de buen padre de familia, buen vecino, amigo, hijo, hermano se ha escrito muchas veces sobre el silencio de las mujeres, condenadas a mantener en la intimidad las vejaciones a las que se las ha so-metido o somete por ‘‘no dañar’’ la imagen social que se ha construido alrededor de la ‘‘masculinidad’’
5.- Las mujeres no necesitamos ser defendidas, necesitamos ser respetadas. No es el vínculo personal con los hombres los que nos hace merecer respeto, ni que el hombre ‘‘no quiera que les pase nada malo a ellas”. Pedimos, queremos, necesitamos y merecemos respeto porque somos seres humanas.
6.- Que las acciones se den en marcos privados, no le dan menos importancia. La mayor parte de la violencia de género se da en ámbitos privados como el hogar.
7.- Nunca, calificar un hecho de violencia de género es banalizar otras situaciones vividas por miles de mujeres en nuestro país mas o menos graves, pero que por definición no nuestra, sino de organismos nacionales e internacionales, es violencia de género.
El martes 3 de julio fue un día muy especial porque la creación del Consejo Municipal de las Mujeres fue aprobada por unanimidad en el HCD del Distrito de Tornquist dando comienzo al largo proceso de nunca más dejar pasar la violencia de género como si nada ocurriera, y nunca mas quedarnos calladas.
Por eso y porque somos capaces de llevarlo adelante es que necesitamos muchas mujeres en el Consejo de Mujeres y también en el Concejo Deliberante.