En el Día Mundial de la Tortuga, científicos advierten sobre la delicada situación de estos animales ante el comercio de su caparazón. De qué se trata esta iniciativa
El 23 de mayo se celebra el Día Mundial de la Tortuga, aunque para las marinas esa fecha sea el 16 de junio. Ya sean terrestres o acuáticas, lo cierto es que varias especies de estos animales se encuentran en peligro de extinción. Es por este motivo que la organización SEE Turtles junto al Laboratorio de Ciencias de los Datos del Instituto Smithsoniano diseñaron una aplicación que puede frenar la depredación que sufren las Tortugas Carey por su caparazón.
El carey fue un material ampliamente elegido por su belleza y durabilidad. Desde peines hasta joyas, artesanos lo preferían para desplegar toda su creatividad. Sin embargo, es más que un simple elemento. Se trata del caparazón de un ser vivo, el cual fue empujado al borde la extinción. En ese sentido, Brad Nahill, cofundador y presidente del grupo de conservación de tortugas SEE Turtles, afirmó: “Era como el plástico antes de que se inventara el plástico, porque es muy maleable”.
No cualquier tortuga cuenta con un caparazón de carey, sino que aquellas que llevan ese “material” como nombre. Tan solo entre 1884 y 1992, unos 9 millones de animales de esta especie fueron sacrificadas y vendidas por sus caparazones, según señaló un informe publicado en Science, en 2019. Esta situación las dejo en peligro crítico de extinción. Actualmente, solo quedan menos de 25 mil hembras en todo el mundo. Siendo que su comercialización está prohibida.
Sin embargo, el mercado negro existe y aún pueden hallarse distintos objetos confeccionados con carey. Es por este motivo que la organización SEE Turtles, junto al Laboratorio de Ciencias de los Datos del Instituto Smithsoniano, crearon la aplicación SEE Shell. Su uso es simple, con una fotografía este programa permite confirman, con un 94% de precisión, si se trata de carey real o falso. El método que aplican para dilucidarlo es la identificación de los patrones que tienen los caparazones.
Para poder determinar con precisión si es real, es decir su era parte de una tortuga, o si es una imitación, los científicos recopilaron unas 4 mil fotografías de productos y artículos de caparazón, tanto verdaderos como falsos. Tras cargar todas estas imágenes en un modelo, el programa evaluó los pixeles y pudo establecer las diferencias.
“Una diferencia clave es que los patrones en el caparazón de tortuga real son aleatorios. Los productos falsos tienden a tener manchas con bordes uniformes o el mismo patrón en diferentes artículos que se venden juntos. El tono naranja en la imitación de carey también tiende a tener una translucidez constante en todas partes”, señaló Alexander Robillard, del Instituto Smithsoniano, en declaraciones a NatGeo.
Según sus creadores, esta aplicación es más que un “detector de mentiras”, ya que también memoriza las coordenadas que se introdujeron en un GPS. De esta manera, al evaluar cada producto verdadero también se puede establecer geográficamente dónde se centran los “mercados negros” y las ventas ilícitas. En ese sentido, Nahill afirmó: “Incluso si logramos que sólo unos cientos de viajeros lo usen activamente y recopilen datos y eviten comprar carey auténtico, ya es un gran avance”.
Por su parte, David Godfrey, director ejecutivo del grupo de investigación y conservación Sea Turtle Conservancy, afirmó que si los viajeros y turistas utilizan la aplicación se podrá conformar “un ejército de conservacionistas para hacerle la vida difícil a los que venden (tortugas) por debajo de la mesa”.
En tanto, al analizar las ventas online o plataformas, Nahill afirmó que estos espacios filtran los productos ilegales gracias a listados de palabras prohibidas, aunque estas barreras pueden evadirse de forma sencilla. “Hasta donde podemos determinar, nadie ha hecho nada en el aspecto visual”, aseguró. Al tiempo que se mostró esperanzado y agregó: “Hay todo un mundo de posibilidades para aplicar el aprendizaje automático a los problemas de conservación”.