El docente jubilado repasó su trayectoria y muchas de las aristas que aún hoy, en su retiro, frecuenta e incursiona. “El papa sostiene que se ha perdido la capacidad de asombro”.
En una nueva entrega del micro Tiempo Educativo, tuvo la palabra Conrado de Lucía, un renombrado docente que por más de cuarenta años llevó su pasión por la filosofía a las aulas.
Iniciando la charla, el propio maestro se presentó como un “profesor de filosofía durante cuatro décadas. Ahora soy jubilado y me dedico a escribir pequeños artículos en Facebook. Al mismo tiempo estoy estudiando teología”.
Poniendo una mirada crítica sobre la realidad, y las voces en contra de que los docentes estudien filosofía, aseguró que “es un poco difícil explicarlo porque para mucha gente es completamente innecesario estudiar filosofía. En otros países se lucha para que mantengan esas horas de estudio en el secundario”.
Sobre el avance de la era de la computación, afirmó que “me jubilé antes de tanto desarrollo tecnológico que hay ahora. Veo que es muy importante para la docencia, sobre todo se aumentó con la pandemia. A mí me sigue gustando el contacto directo con las personas”.
Repasando sus años de enseñanza reconoció que “es muy lindo que aún hoy, a pesar de las décadas que han pasado, los alumnos lo recuerden y le marquen las cosas positivas que vivieron en ese proceso. Es nuestra tarea de la filosofía, ayudarlos a pensar”.
En otro pasaje de la charla, y hablando sobre su amor por el tango, llegó a conectar con la rama que enseño, afirmando que “en el tango hay fuentes de filosofía. Lo digo seriamente, Enrique Santos Discépolo es un filósofo existencialista. No se expresaba con novelas, pero en tres minutos de letras de tangos, hacía planteos existencialistas muy interesantes”.
Por último, y sobre las cuestiones a tener en cuenta al momento de filosofar, se refirió de modo simple a que “lo clásico que sigue estando vigente, la admiración, la perplejidad, la sorpresa ante lo que acontece. El inmenso avance tecnológico hace que no sorprendan cosas que son asombrosas sobre posibilidades humanas o técnicas. El papa mismo sostiene que se ha perdido la capacidad de asombro”.