Incendios que se multiplican, millones de especies en peligro de extinción, miles de hectáreas que siguen siendo deforestadas y un virus al que no podemos vencer no parecen razones para festejar. Sin embargo, la sociedad civil, la ciencia y algunos compromisos políticos pueden revertir la crisis climática que padecemos
Apenas el 3 % de las tierras del planeta están intactas, prístinas, sin intervención humana. Casi un millón de especies están en peligro de extinción. Si buscamos números en la Argentina, durante 2020, año en que comenzó la pandemia, se perdieron 115.000 hectáreas de bosque nativo, el equivalente a la emisión de gases contaminantes que producen 4 millones y medio de vehículos en circulación durante un año. También hubo fuegos: no sólo el año pasado las 24 provincias del país registraron focos ígneos, sino que hace poco más de un mes, la voracidad de las llamas quemó una parte de la cordillera y dejó tres muertos.
Con estas cifras se celebra hoy el Día de la Tierra, una efeméride que nació hace 50 años como un movimiento ciudadano para impulsar acciones que beneficien al planeta y establecer un diálogo de largo aliento sobre los daños causados al ambiente, así como la importancia de preservar el ecosistema.
En un año de parate de actividades por la circulación de un virus que aún no podemos dominar, no frenó la generación de emisiones de gases de efecto invernadero, esos que provocan el calentamiento global, y marcaron un nuevo récord histórico: la atmósfera registró 417 partes por millón de CO2. Con este nivel de gases en la atmósfera, el mundo marcha a una suba, promedio, de 3°C para fin de siglo, el doble que el objetivo del Acuerdo de París.
¿Hay alguna buena noticia? Si. Con los Estados Unidos volviendo a hablar de crisis climática, las promesas de China de bajar sus niveles de contaminación que afectan a todos el planeta y las metas cada vez más ambiciosas del Reino Unido, Francia y Alemania hay esperanza.
“Este Día de la Tierra nos encuentra atravesando una crisis planetaria sin precedentes marcada por una pandemia de origen zoonótico, muy vinculada a la agresión que estamos generando en el planeta. A ello se suma la grave crisis ambiental y climática que lejos de desaparecer parece agravarse cada vez más, así lo demuestran los incendios, la enorme pérdida de biodiversidad y extinción de especies, los graves procesos de contaminación y las cientos de asesinatos de personas defensoras del ambiente y de los territorios”, explica Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (Farn).
Y agrega: “Sin embargo, en este Día de la Tierra sucederán dos hechos que pueden resultar significativos: la entrada en vigencia del Acuerdo de Escazú [acuerdo que protege los derechos de los defensores ambientales] y la reunión de presidentes por el cambio climático. Dos hechos que, en la medida en que puedan establecerse políticas, acciones, cooperación entre los países y un mayor compromiso pueden marcar un cambio de tendencia”.
Nápoli se refiere a la Cumbre de Líderes por el Clima que se extenderá hasta mañana, encabezada por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden; en la que también estarán otros líderes planetarios como el presidente chino, Xi Jinping; el brasileño, Jair Bolsonaro; el argentino, Alberto Fernández y el chileno, Sebastián Piñera, entre otros. También participará el Papa Francisco de manera virtual.
Para Inés Camilloni, científica del Conicet experta en Cambio Climático es fundamental apelar a la ciencia, las soluciones urgentes y la solidaridad: “Son los tres elementos imprescindibles para sentar las bases de las acciones necesarias frente al climático. La ciencia y la innovación son esenciales para generar el conocimiento y los instrumentos necesarios para descarbonizar la economía y para contribuir con el diseño de estrategias de adaptación a un clima cada vez más amenazante y menos predecible. El cambio climático está y estará presente por muchas décadas más con diferente nivel de peligrosidad de acuerdo con la ambición de las políticas climáticas que se implementen y a la efectividad en las transformaciones de estilos de vida necesarios. El éxito en los esfuerzos para erradicar la pobreza, reducir las asimetrías y construir una sociedad resiliente e inclusiva depende de nuestro uso actual y futuro de los recursos y de los principios de solidaridad y justicia que guíen las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.”
Un planeta, una salud
Según el PNUMA, (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) cada cuatro meses una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos y de éstas el 75% proviene de animales. “Esto demuestra las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.”, explica el organismo.
Manuel Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Vida Silvestre Argentina, explica: “Está aquí desde miles de millones de años antes que nosotros, seguramente lo estará después que nosotros ya no estemos. En muy poco tiempo la hemos descubierto, colonizado, utilizado y, en muchos casos, degradado y devastado. A pesar de considerarla nuestra, no la hemos cuidado como si lo fuera. Hoy nuestra tierra ya no sólo necesita ser cuidada y conservada, necesita ser restaurada y por ello las Naciones Unidas han considerado esta la década de la restauración.”
No sólo es clave restaurar ambientes y ecosistemas para Jaramillo; también es necesario reformular procesos productivos y socioeconómicos: “Debemos restaurar también los vínculos entre las personas y la naturaleza que habitamos esta Tierra, entender que la palabra nuestra, implica que es de todos y así cómo todos tenemos el derecho a vivirla y disfrutarla, todos tenemos el deber de protegerla y cuidarla. La Madre Tierra, cómo también la llamamos, ya nos ha permitido nacer y nos ha cuidado mientras crecimos como sociedad. Hoy, ya maduros y responsables, debemos empezar a devolverle parte de lo que amorosamente nos ha brindado.”
En términos prácticos, varias ONG argentinas y movimientos de jóvenes como Ecohouse y Jóvenes por el Clima, impulsan el debate para que los delitos ambientales sean incluidos en el Código Penal Argentino.
“Estamos alcanzando un punto límite. La actual crisis climática, de biodiversidad y sanitaria nos obliga a actuar en consecuencia. Lamentablemente la mayoría de los gobiernos y corporaciones siguen en la misma dirección suicida. Pero cada vez más gente se moviliza en defensa de sus territorios y por un modelo de desarrollo diferente al que nos está llevando al colapso. Un paso clave y urgente es la prohibición y penalización de desmontes e incendios forestales. Ya que más deforestación es más cambio climático, más pérdida de biodiversidad, más inundaciones, más desalojos de comunidades campesinas e indígenas”, indicó Hernán Giardini, director de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.
“Este día nos invita a reflexionar y actuar en forma urgente sobre nuestra relación con el Planeta y sus ecosistemas frágiles y vitales, como bosques, humedales, océanos, glaciares, y asumir la responsabilidad de cuidarlos para las generaciones presentes y futuras”, agregó.