Con la digitalización de registros -partidas de nacimiento, bautismos o defunción- hoy es más fácil el rastreo de nuestras raíces, tan necesario en un país como la Argentina, forjado por distintas nacionalidades. Entre ellas, los italianos están al frente: hasta 1940 eran el 44,9% de los migrantes, seguidos por los españoles, con el 31,5%.
Nuestra existencia es el producto del deseo de un otro, que a su vez nació por el deseo de un otro en una cadena ascendente se puede extender ad infinitum.
No decidimos nacer y mucho menos cuándo, dónde ni en el seno de qué familia. Pero una vez en el mundo, podemos reconstruir el árbol genealógico al que pertenecemos, por simple curiosidad o para conseguir la ciudadanía del país que vio nacer a nuestros ancestros, porque el crisol genético del argentino se fraguó en una interesante mezcla de pueblos originarios, criollos e inmigrantes que llegaron de diversos países en diferentes olas. Los italianos pican en punta.
Este viernes 3 se celebra del Día del Inmigrante Italiano, la etnia más numerosa en instalarse sobre todo en poblaciones urbanas y la inmigración más prolongada en el tiempo.
El día del inmigrante italiano en la Argentina es el 3 de junio porque esa fecha, en 1770, nació en Buenos Aires el general Manuel Belgrano, cuyo padre era de Oneglia, en la región de Liguria, al noroeste de Italia.
La novedad es que gracias a la democratización de los archivos del mundo que documentan muchísimos datos de nuestros antepasados, hoy se puede armar el rompecabezas generacional, en soledad o con la ayuda de empresas especializadas como AVO.
Los «tanos», al frente
«La inmigración italiana fue mayoritaria en Argentina. En principio a cuenta gotas, con algunos inmigrantes que fueron llegando durante la colonia, pero ya a partir de 1860/70 comienza una oleada importante y particularmente en los 80 que es masiva, una enorme inmigración de campesinos que venían con la promesa de que iban a tener tierra para cultivar. Cosa que no ocurrió en general porque cuando llegaron ya se había producido la Conquista del Desierto y terminaron quedándose en los centros urbanos de Buenos Aires para practicar oficios que no manejaban«, dijo a Télam el historiador Felipe Pigna.
«Eran oficios vinculados a la terciarización, al comercio, a la venta callejera, algún oficio artesanal que fueron adquiriendo. Y se generó una gran concentración urbana en los conventillos donde iban a parar todos los inmigrantes. Otros vinieron con algún capital y se asentaron en las colonias de Santa Fe y de Córdoba, la zona láctea, que son fundamentalmente los piamonteses que se van a dedicar a la industria lechera. Sigue habiendo lugares como Villa María, Río Cuarto, que son lugares de muchos descendientes de piamonteses», agregó el escritor.
«Después, hubo una oleada muy importante de posguerra: vinieron muchísimos italianos y fue una de las inmigraciones europeas que más se prolongaron en el tiempo. Tenemos llegadas de inmigrantes italianos hasta entrados los ´60″ en el siglo XX» detalló.
«Venían a Argentina porque el idioma era más parecido al inglés de Estados Unidos, que era la otra opción que tenían. Muchos fueron a Estados Unidos y otros vinieron a la Argentina y a Brasil porque los idiomas eran más próximos. Pero también por la oferta que hacía la Argentina de ser propietario. Eran personas que habían vivido toda su vida como campesinos sin tierra y eso fue un atractivo muy importante», precisó.
Pigna subraya un dato llamativo: «Hay un detalle muy fuerte: mientras que en Estados Unidos hubo una retención de la inmigración que llegó casi al 90%,en Argentina alcanzó un 50%. Eso tiene que ver con el poco interés de los gobiernos conservadores de retener a esa población a la que veían más como peones golondrina, no les entregaban la ciudadanía, que entendían como un privilegio a preservar, mientras que los Estados Unidos los incorporaban más rápidamente, además el modelo productivo nortamericano les garantizaba empleo más rápido porque había un desarrollo industrial que a la Argentina no le interesó tener».
«La inmigración italiana fue una de las que más se prolongaron en el tiempo. Tenemos llegadas hasta entrados los años ’60 en el siglo XX»Felipe Pigna
Genealogía para todos
Durante siglos, los genealogistas pusieron sus conocimientos al servicio de la aristocracia. Esa realidad hoy cambió y hay una cantidad inconmensurable de material digitalizado en todo el mundo que es público y le permite a cualquiera iniciar el viaje al pasado que le permita ascender hasta donde pueda en su árbol genealógico.
Pero la tarea lleva tiempo, requiere paciencia y sobre todo pericia. Porque hace falta una técnica de investigación específica para no capitular ante la primera dificultad para conseguir documentos que muchas veces están manuscritos con pluma y en idiomas como latín y francés y que hay que cruzar con otros documentos para poder saber que lo que se va encontrando es material veraz.
Existen empresas especializadas en hacer esas búsquedas. AVO es una de ellas. AVO quiere decir antepasado, eventualmente abuelo, en italiano. Utilizada en plural, “gli avi” refiere al conjunto de los ancestros, la larga cadena de nombres que constituyen la historia de una familia.
Hay otro uso habitual del término para los descendientes de italianos, que señala al primer emigrado.
Una persona que quiere conocer su árbol genealógico, pero no quiere ocuparse personalmente de encarar la búsqueda, puede tener una primera entrevista con la empresa. Para que sea fructífero ese encuentro inicial, debe reunir la mayor cantidad de documentos que acrediten datos de su familia de origen.
“Toda investigación genealógica tiene un punto de partida, y cuánto más sólido sea el aporte inicial, mayores posibilidades habrá de obtener resultados. Por lo tanto, es deseable que previo a la entrevista se reúna la mayor cantidad de datos posible: nombres, lugares de origen, fechas de nacimiento o matrimonio, a partir de los cuales comenzar la búsqueda”, dice Pablo Taranto, del área de investigaciones genealógicas de AVO, que junto a Irene Fernández, responsable del área de Ciudadanías y diseño de producto, empezaron buscando completar sus propios árboles genealógicos. Con la experiencia que adquirieron en el camino crearon su propia empresa. No es fácil el trabajo que hacen. Las fuentes de documentación son muchas.
La democratización genealógica empezó hace décadas, cuando la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, un culto pentecostal con sede en Salt Lake City, fundó la Sociedad Genealógica de Utah. En los años ’30 comenzaron a microfilmar registros, primero en Estados Unidos y después en todo el mundo. Esa iglesia administra un sitio sin fines de lucro que se llama Familysearch que publica parte de esos archivos, no todos.
Lo que hay ahí, ahora digitalizados, son millones de actas de bautismo, de matrimonio, partidas de nacimiento y defunción, pero también planillas de censos, listas de pasajeros de barcos y registros notariales de todo tipo.
También hay sitios privados que operan bases de datos genealógicas: MyHeritage, Ancestry, Geneanet, entre otros. Cobran membresías para permitir el acceso parcial o total a esos datos (aunque muchos están liberados) y permiten al usuario cargar datos de su propio árbol genealógico. Esos árboles se van conectando y hoy forman un gran árbol global colaborativo.
En busca de antepasados
Los tests de ancestralidad están de moda. Ésas y otras empresas venden kits para hacer análisis caseros de ADN. Esas preubas revelan, en porcentajes, el origen genético de los ancestros con un gran nivel de precisión. Y además permiten identificar parientes que no conocías, personas que descienden de un mismo ancestro y con un test de ADN cruzado confirman su vínculo.
Y hay otras organizaciones que sistematizaron otro tipo de registros, por ejemplo en la Argentina, el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CEMLA), que ya desde los años ’90 armó un buscador con data de arribos de inmigrantes al puerto de Buenos Aires, con fecha, edad, nombre del barco, puerto de procedencia, etc. En AVO arman un rompecabezas y los rompecabezas requieren paciencia y ganas de encarar la tarea.
De dónde venimos
Según datos de la Dirección Nacional de Migraciones, hasta el año 1940 habían llegado 2.970.000 italianos, el 44,9% del total de migrantes, seguidos por los españoles: vinieron 2.080.000, 31,5 %.
Ya en menor cantidad siguen los franceses, con 239.000 inmigrantes (3,6 %) y el listado se completa con polacos y rusos (180.000 y 177.000 respectivamente), ambas nacionalidades representan un 2,7 % del total.
Con porcentajes menores siguen turcos, alemanes, austrohúngaros, británicos, portugueses, yugoslavos, suizos belgas y daneses, los que vinieron en menor cantidad: 18.000, un 0.3 por ciento.
El árbol genealógico
Mucha gente quiere conocer a sus ancestros, el contexto en el que tomaron la decisión de emigrar y ascender todo lo posible en el árbol genealógico.
Pero también están las personas que necesitan documentos que les permitan demostrar su filiación con inmigrantes de tal o cual país para obtener la ciudadanía. En ese caso, AVO no hace el trámite completo, pero entrega cada documento que halla de los ancestros (partidas de nacimiento, actas de bautismo, matrimonio, defunciones, etc.) en formato digital. Esta copia digitalizada del documento original, permite acceder a la copia de valor legal. En la firma además asesoran, ya identificada esa partida, cómo tramitar su legalización para obtener la ciudadanía del país de origen.
La ciudadanía más buscada es la italiana. Por varios motivos. Uno de ellos, es que Italia es el país que más inmigrantes trajo a la Argentina. Pero no es el único.
Irene Fernández explica que «la que más se pide es la italiana, porque en Argentina somos muchos, de varias oleadas migratorias y a diferencia de la española que sólo permite obtenerla de las últimas generaciones, con la italiana podés hacerlo desde tus tatarabuelos. Sólo tenés que demostrarlo con documentación, que por suerte se consigue».
La propia Irene consiguió su ciudadanía mediante un juicio. «En el caso de Italia, si en la línea de ascendencia tenés una mujer que tuvo a su hijo o hija antes de 1948 no le pasan la ciudadanía. En ese caso se obtiene haciendo un juicio. La ventaja del juicio, a diferencia de la vía administrativa, es que lo hacés por la familia completa, que en un par de años ya obtiene la ciudadanía. Al principio parece un problema pero al final termina siendo una ventaja».
El trabajo terminado
Si se trata sólo de curiosidad genealógica, lo que hacen en AVO (el tiempo de búsqueda depende porque cada caso es único) es contar tu historia familiar, desde tus ancestros hasta la actualidad, volcando toda la documentación genealógica que hallen en el transcurso de la investigación en un solo relato. También reconstruyen las condiciones de vida de cada ancestro, dónde y cómo vivían, qué pasaba en sus lugares de origen, qué sucesos o realidades los empujaron a emigrar.
Pero para que no parezca que las búsquedas son sólo europerizantes, Taranto aclara: «Mucha gente nos consulta para conocer los antecedentes de sus antepasados criollos«.
Documentación
El relato va acompañado de las reproducciones digitales de los documentos –actas de bautismo, matrimonio, defunción, etc–, además de fotografías de personas y lugares y mapas antiguos.
La reconstrucción histórica incluye el diseño del árbol genealógico de la familia, con los principales datos de cada ancestro.
Ese relato único, desde los ancestros hasta la actualidad, puede tener el formato de un libro impreso, ser entregado en pdf o desplegar toda la información en un sitio web interactivo: https://avo.com.ar/